Crítica de Los perros dormidos mienten
Amy (Melinda Page Hamilton) es aparentemente una joven normal, adorada por sus padres y novia de un joven prometedor. Parece tener un futuro brillante hasta que, un día, su novio le sugiere que se cuenten sus secretos más íntimos… cosas que nunca han contado a nadie. Cuando, por fin, Amy cede y le cuenta su secreto, todo se desmorona.
El término «indie» está en boca de todos, y año tras año llegan a los cines cada vez más películas con esa coletilla, englobándolas en un género (porque al fin y al cabo, eso es el indie) que parece no defraudar nunca a nadie.Lo que se propone es bien simple: una película sin demasiados medios, rodada de manera sencilla y eficaz (y cada vez más impersonal), con buenas actuaciones (con alguna que otra cara conocida) que logran hacer de sus personajes seres de a pie, cotidianos, y por lo tanto cercanos al público, y banda sonora muy cuidada. Pero lo más importante es que se trata de películas que ruedan en torno a su guión, dándole preferencia a este por encima de todo lo demás. En base a cómo se jueguen estas cartas, saldrá una película indie mejor o peor.
Bien, pues esta, la verdad, no es que las juegue excepcionalmente. Ojo, tampoco estoy diciendo que se trate de una mala película, que no lo es, pero sí que le falta ese punto de brillantez que tienen «¡Olvídate de Mí!» o «Juno», por citar solo algunas.
Y ese déficit se halla precisamente en su pilar más fundamental, el guión. Partiendo de la base de que la fórmula comienza a estar realmente agotada, toda película indie que se estrene puede tener un pase por la facilidad con que se crean unos personajes inolvidables, o porque la historia en sí lo es. En el caso de «Los Perros Dormidos Mienten», los protagonistas carecen de ese punch que necesitan para ser recordados cinco minutos después de haber salido de la sala, y ni el gran secreto de Amy es suficiente para alcanzar ese objetivo. El problema es que todos ellos se antojan demasiado estereotipados, y por consiguiente sus reacciones acaban siendo demasiado previsibles, sin llegar a provocar demasiado impacto sobre el espectador. Por descontado, eso nada tiene que ver con la labor que realizan los actores, todos ellos más que correctos, y con alguna que otra agradable sorpresa, como la labor de Geoffrey Pierson («Dexter», «Dragon Wars»), o la aparición casi anecdótica de Brian Posehn, la nota hilarante de la película.
La misma falta de mordiente se encuentra no solo en los personajes, sino en la totalidad del guión, que da una de cal y una de arena.
La parte positiva es sin duda esa facilidad con la que pasa de una comedia con aires de «Los Padres de Ella» a un sutil drama sumamente emotivo sobre los secretos, la aceptación, y el amor. Además, se agradece que en más de una ocasión la película tome giros inesperados, traducidos en reacciones sorprendentes de algunos de los protagonistas.
La otra cara de la moneda la forma en cambio la excesiva previsibilidad del resto de situaciones, porque son demasiadas, y acaban llevando a más de un bostezo (y eso, pese a ser una película de menos de una 90 minutos). La mayor parte de estos desajustes se encuentran en la parte inicial, donde uno acaba hartándose del ya típico y cansino enfrentamiento entre el novio de la chica y los padres de esta, estrictos y chapados a la antigua; ya os podéis imaginar la cantidad de tópicos por los que pasa la película aunque eso sí, pretendiendo ser de un humor más sutil e inteligente, reniega de los gags al estilo De Niro & Stiller.
Afortunadamente, cuando el film pasa a ser un drama puro y duro, gana algunos enteros, pues deja los infructuosos chistes a una aparición muy de tanto en cuando, centrándose en profundizar una historia que sube en interés rápidamente.
Aunque ya digo, todo ello sin ese algo (carisma, entusiasmo, brillantes, punch, o como queráis llamarlo) de «Pequeña Miss Sunshine», por mucho que desconcierte (¡y ofenda!) el secreto de Amy, que aquí por supuesto no desvelaré.
«Los Perros Dormidos Mienten» es pues una agradable dramedia, positiva y bien cuidada, como viene siendo habitual en este tipo de producciones, aunque le falta una garra que por mucho que lo intente no llega a conseguir en ningún momento. Ni mucho menos es el «nuevo concepto de comedia romántica» que pretenden hacernos creer.
5,5/10