Crítica de Personal Assistant (The High Note)
Ah, el coronavirus, los confinamientos, y es rutina negativa en la que nos hemos metido por la que nos despertamos y ya encendemos el ordenador, alargando el día y haciendo de la desconexión laboral una utopía. Y eso para los afortunados que conservan el trabajo. Si en los tiempos que corren encuentras un momento para ver una película, acudir al cine (cuando abran de nuevo, esto es) o enchufar Netflix, puede que veas Sátántangó, te respetaré infinito: es lo que habría que hacer. Pero más probablemente quieras endorfina en vena, relajante muscular-neuronal. Vaya, no pensar demasiado en nada ni prestar demasiada atención. Evasión, divino tesoro. Y bajo este prisma, hay películas sencillamente perfectas. Personal Assistant (otra jugada maestra más de los traductores españoles: The High Note en su versión original) quizá no sea perfecta bajo este punto de vista pero… se acerca.
No hay nada, en la nueva propuesta de Nisha Ganatra, que no sepamos ya: Dakota Johnson es la asistente personal de Tracee Ellis Ross, que interpreta a una diva de la música en ese momento de su carrera de, o bien aceptar la retirada (y hacer un show al día en Las Vegas, como la Dion o similar), o lanzarse a la creación de nuevo material. Obvio, la primera sueña con más, con ser productora, algo que parece llevar en las venas pero no acaba de encontrar su oportunidad. Y en estas que conoce a Kelvin Harrison Jr, chaval casualmente atractivo, casualmente de voz espectacular, casualmente sin nadie que le produzca. ¿Hace falta que entre en más detalles?
Pero eso forma parte del trato: una película de blackout cerebral no debe sacar de su zona de confort al espectador en ningún momento. Personal Assistant lo sabe y, ojo, hasta juega con ello mediante algún que otro twist sumamente previsible, pero que pilla desprevenido porque, simplemente, no se cuenta con ellos. Nada que desentone, insisto, pero suficiente para echar algo de frescura y ganar unos puntos extra de complicidad. A añadir a los que se gana desde los primeros compases.
¿Cómo los consigue? Pues mediante un ritmo ágil, un buen humor que impera, un rollito a medio camino entre lo cursi y lo exagerado del que es plenamente consciente… pero sobre todo por Dakota Johnson. La actriz de la ignominiosa trilogía de las sombras se convierte en un epicentro de relaciones y emociones estupendo. La empatía que genera con el espectador es pareja a la complicidad que tiene con su jefa en ficción, así como al volcán de sentimientos que surgen entre ella y su inesperada potencial plataforma de despegue profesional, el joven cantante del que quiere ser productora. Si además se le suma cierto paralelismo a su carrera como actriz ya… la magia.
Esto último, así como el discurso sobre las cantantes que pasan de cierta edad y tienen que luchar contra el sexismo, el olvido y, en este caso también, el racismo, son quizá los dos valores genuinamente destacables de Personal Assistant como película con algo que aportar. Lo demás, ya digo, es lo que esperábamos, tal cual: un matarratos con la única intención de aliviar estados anímicos y permitir que el espectador se evada un rato y sueñe con lujosas historias imposibles que sólo pasan en las películas. Bueno, al fin y al cabo, de eso se trata, ¿no? Personal Assistant (o The High Note) entra divinamente y más en los tiempos que corren, si se la toma por lo que es única y exclusivamente.
Trailer de Personal Assistant (The High Note)
Valoración de La Casa
En pocas palabras
Agradable pasarratos que sirve única y exclusivamente como tal, siendo plenamente consciente de ello. Quizá por este motivo es por el que funciona tan divinamente bien dentro de su liga.