Crítica de Piel de hombre, de Hubert y Zanzim (Norma Editorial)
Tantos premios se ha llevado ya Piel de hombre en su carrera comercial que sería un tanto cansino enumerarlos aquí. No nos liemos y simplemente creednos: son merecidos. Hubert -Boulard, fallecido el año pasado- y Zanzim -alias artístico de Frédéric Leutelier- han sabido conectar con una serie de cuestiones, afortunadamente, cada día más presentes y necesarias y han entregado un álbum que tiene tanto de reivindicativo como de festivo. De simbólico tanto como de literal. Un libro íntimo (no en dimensiones físicas, pero sí en cercanía emocional) que se hace universal.
La historia es la de Bianca, una joven e idealista noble de la Italia renacentista, al borde del paroxismo ultra religioso, cuyo matrimonio ha sido concertado con un desconocido. Ella cree en el amor libre y en el sexo consentido y dicha transacción humana va en contra de sus principios, especialmente cuando se encuentra que su futuro cónyuge es Giovanni, un tipo anodino y desinteresado. Bondadoso pero ajeno y ausente. Sin embargo la madrina de Bianca le descubre un antiguo secreto familiar que ha ido pasando de madre a hija: una piel que permite pasar por un hombre a toda aquella que la vista. Desde ese momento Bianca conocerá una nueva realidad habitando la piel de Lorenzo, un mundo de hombres donde podrá hacer cosas para las que las mujeres seguían vetadas… y también un reverso oculto: el de los bares gay clandestinos que frecuenta en secreto el propio Giovanni quien, otro giro más, termina enamorado de Lorenzo, pero no de la mujer que viste su piel.
Se mezclan en este entorno un puñado de ideas interesantes y de temáticas relevantes. Está la cuestión de la identidad de género y la libertad sexual, especialmente delicadas en sociedades represivas que no admiten opciones mínimamente divergentes a la heteronormatividad. También se profundiza en esa misma represión, agarrada a una sociedad medievalista con las zarpas del fundamentalismo, personificado en la imagen del hermano de Bianca, un monje intransigente radicalizado en el cristianismo que no entiende los postulados de la religión si no es desde un prisma de sangrante literalidad. Además, especialmente, late en toda la obra una reivindicación del empoderamiento femenino, concentrado en una protagonista que escapa de clichés literarios y que se erige como centro dual del relato, como un ojo del huracán con dos caras: por un lado la identidad falsa Lorenzo, símbolo de la libertad gay. Por otro la mujer fuerte, con carácter, rebelde y que resulta especialmente carismática en ese ambiente oscurantista, patriarcal y profundamente restrictivo. Una personalidad fuerte que, por cierto, logra amortiguar una posible disonancia entre mensaje y sucesos: Bianca va desesperada por el amor de su hombre y se diría que no se va a sentir mujer hasta que este la ame… excepto por el hecho que desde un principio aboga con insistencia por la libertad femenina de poder follar con quien una quiera. Posible contradicción inherente al personaje que es resuelta con sencillez y descaro: simplemente Bianca es una mujer adulta que pretende ser libre.
En la parte formal Zanzim encuadra su estilo en el de la BD reciente más o menos reconocible (recuerda a un Blain con menos recursos visuales, a un Sattouf menos caricaturesco o a un Sfar más limpio) y, sin grandes alardes, logra resultar amable y a ratos muy, muy sugerente. Sus guiños a las artes pictóricas del Renacimiento conviven con un dinamismo cartoon que termina de dar una personalidad muy propia al conjunto, capaz de trascender sus referentes. El dibujante logra, pues, vehicular con el apartado gráfico un mensaje claro pero lleno de pequeñas aristas, indiscutible pero con matices. Piel de hombre es, en este plano y en el textual, un nuevo pequeño triunfo de la subversión dentro de los contextos más mainstream.
Piel de hombre: merecido triunfo de Hubert y Zanzim
Por qué leer Piel de hombre
El multipremiado Piel de hombre llega finalmente a nuestro país en una preciosa edición, a la altura de tan notable propuesta: un puñetazo al patriarcado en forma de comedia de enredo sexual ambientada en la Italia del Renacimiento.