Crítica de Pig
Que Nicolas Cage sea un actor muy capaz es algo que todos sabemos, pero con toda la purria que estrena, normal que no lo recordemos. En los últimos años, se celebra por todo lo alto toda película con una actuación suya digna, lo cual se suele asociar a un título, por lo menos, decente. Por Cannes, nada menos, ha pasado este Pig que supone el debut de Michael Sarnoski, y en la que se nos presenta a un hombre que debe regresar a la urbe, de la que partió tiempo ha, para recuperar a la cerda trufera con quien convivía y que ha sido secuestrada. ¿Cómo, otra película de venganza para el de Mandy? ¿Con un cerdo como macguffin? En verdad no, y ahí la gracia: en una premisa que parecía dar para otra locura de las ya habituales en la filmografía del actor, se esconde en realidad un drama cuya rabia vengativa brilla por su ausencia, o más bien se lleva por dentro y permanece agazapada tras un discurso emotivo, con mensaje y contenido. Girando en torno a la figura de un Nicolas Cage igualmente contenido. Aunque para ello tenga que recurrir a una barba frondosa, pelo largo y despeinado, y maquillaje que le cubra parte de la cara. Vamos, que su actuación está bien, muy bien, pero tiene cierto truco. Como la película entera, que también está bien, muy bien, pero.
Pero una excusa (un actor no tan desastroso como de costumbre) u otra (lo que promete ser una gilipollez resulta no serlo) no debería justificar tanto hype, ni elevar una película hasta la condición de deidad con la que parece estar presentándose Pig en sociedad. Una película de excelentes intenciones no siempre expuestas a la perfección: apuesta por esconder sus cartas, jugar al despiste alargando la promesa del cine de venganza que en verdad no es, y le sale bien: desde los primeros compases se obsesiona con un ritmo pausado, un devenir lento y silencioso. Lo dicho: muy, muy contenido. Pero tanto, como para pasarse de frenada en más de una ocasión en la que lo que vemos ya no es un drama de cocción a fuego lento, sino (y que me perdone la crítica de Cannes) un peñazo con todas sus letras. Momentos en que la trama divaga, en que añade más capas de las necesarias a unos personajes y una situación que están pidiendo a gritos progresar. Tales momentos asíncopados parecen eternizarse, hasta tornarse en montañas de escalada peliaguda, como poco. No, Sarnoski (quien co-escribe el guion junto a Vanessa Block) aún no es el Winding Refn de Drive ni el Lynch de Una historia verdadera, y pretender situar a Nicolas Cage en un batiburrillo imposible entre ambas, con un punto de western crepuscular, es quizá apuntar demasiado alto.
Ojo, que Pig sí resulta interesante y estimulante. En especial cuando poco a poco se va descubriendo la jugada. Y más en concreto todavía, cuando concluye. Porque cuando está todo el pescado vendido, es cuando la propuesta de Sarnoski adopta todo el sentido del mundo y obliga a reflexionar sobre lo visto hasta el momento. Sobre por qué un personaje que parece un ermitaño en constante estado de embriaguez, ha pasado por situaciones en algún momento límite, incluso a nivel físico, por un cerdo raptado. Y es que evidentemente, la cosa va mucho más allá: a la postre, se hilvana un profundo discurso sobre la pérdida y la adaptación a ella, tema manido y tratado de mil maneras, pero no por ello aquí menos emotivo y peculiar (y condimentado con otras lecturas sobre ritmos de vida y demás). Todo ello con un actor a quien un servidor recuerda mejor en otras ocasiones, sin por ello restarle méritos a su interpretación. Y servido con una factura más que interesante, donde imperan los grises y el hieratismo (contagiados acaso del propio Nicolas Cage), pero sin excesos arty, ningún exabrupto de personalidad de director que afee el resultado global. Ya digo, tan sólo una serie de decisiones que se le pueden atragantar a más de uno (entre ellos, quien esto escribe) por detener el ritmo más de lo deseado. Demonios, por completo incluso, dejando en el aire dudas sobre cuánto de lo que vemos es chicha para enriquecernos como consumidores de cine, y cuánto podría haberse evitado aun a costa de quedarse en un mediometraje. Así que a fin de cuentas creo que si rebajamos el hype, estaremos todos un poco más contentos.
Trailer de Pig
Pig: Todo por mi cerda
Por qué ver Pig
Nicolas Cage vuelve a dar una de arena, con una notable interpretación sobre la que pivota este drama de premisa descabellada pero devenir emotivo y ceñudo, aunque de ritmo quizá demasiado mortecino.