Crítica de Los pingüinos del Sr. Poper

los pingüinos del sr poper poster
A continuación un caso de desconsideración grave. Cuando todo el mundo lleva semanas habiendo confirmado su asistencia al pase de prensa de «Harry Potter y las reliquias de la muerte (Parte II)» en Barcelona, cuya fecha, a su vez, lleva semanas confirmada, hete aquí que la Fox decide programar a la misma hora el pase de su película, en un cine mucho más alejado del centro de la ciudad. ¡Será por días! A ver quién es el listo que rechaza asistir al acontecimiento cinematográfico-comercial del año: un servidor y cuatro personas más, seguramente movidas por cuestiones laborales y con el cabreo consiguiente. La situación no mejora cuando arranca la proyección y, atónitos, oímos las primeras líneas del guión… dobladas al castellano. Resumen: no sólo se le niega a la mayoría de críticos de la Ciudad Condal la posibilidad de hacer todo su trabajo, sino que a quien se sacrifique por la causa tampoco se le da la opción de hacerlo en condiciones. Antes o después, alguien tendrá el sentido común de entender que si la labor de un crítico de cine es valorar un film, debe acceder a esa obra en su forma genuina, lo cual excluye vejaciones en forma de traducción, que aquí aparecen bien prontito (título en inglés: «Mr Popper’s Penguins»; título en español: «Los pingüinos del Sr. Poper». ¿Alguien ve la diferencia?) y no tardan en hacerse violentamente evidentes. No hay demasiadas cosas peores en el mundo que ver una película doblada por profesionales del sector que son los primeros en sentir vergüenza ajena por el producto, lo que viene sucediendo más o menos siempre que Jim Carrey estrena algo por estos lares. Si había, por tanto, alguna posibilidad de chiste gracioso, queda descartada de raíz. Claro que en el caso que nos ocupa, tampoco había demasiadas esperanzas depositadas a respecto.
«Los pingüinos del Sr. Poper» es un desastre de aquellos de corte familiar con hombre de negocios tan falto de escrúpulos en el trabajo como desgraciado en la vida sentimental (divorciado y con dos hijos que no acaban de hacerse con él), que emprenderá una evolución de sus valores en cuanto se encuentre con la mascota de turno. En este caso, pingüinos, pues vale. Por mucho que se base en una novela, lo cual invitaría a pensar en cierta enjundia, lo cierto es que su guión se limita a recorrer a pies juntillas los mismos y trillados lugares comunes de siempre, dando como resultado un producto desfasado y falto de respeto hacia el espectador: un padre siempre ausente le lega los dichosos bichillos a Carrey; los hijos de éste se encariñan con ellos con el consiguiente deseo de pasar más rato con su progenitor; la ex-mujer (con novio idiota de turno) redescubre sentimientos que se creían olvidados; su renovada situación sentimental hace que se replantee muchas cuestiones relacionadas con su trabajo, focalizado básicamente en aprovecharse de una anciana… en fin, échese todo cliché imaginable, que seguro que aparece. Consejitos, moralejas y lloreras de turno incluidas. Indignante, en pleno 2011, que aún tengan que estrenarse cintas de estas características.
Con tan poquito en su base, obvio, el espectador se aburre. Se aburre tanto que ni un solo chiste parece hacerle gracia (aunque una vez más, quien esto escribe no duda de que hubieran funcionado mejor en versión original, máxime los que bromean sobre la inminente muerte de los vetustos jefes del protagonista), por lo que una de dos: o abandona la sala deprisa y corriendo, o se dedica a capear el via crucis entreteniéndose como buenamente pueda. Y ahí van un par de propuestas como posible remedio.
1- Contar, libreta en mano, los gags centrados en heces y ventosidades que aparecen a lo largo de toda la película. Yo conté nueve, a ver quién me supera.
2- Contar las veces en que Jim Carrey dice, sin gracia alguna, el término sindudablemente. Yo me desconté cuando empecé a pensar que ‘como lo diga una vez más cojo y me voy’.
3- Dividir una hoja por la mitad y apuntar a un lado cada escena de «Los pingüinos del Sr. Poper» y a otro su correspondiente fuente de inspiración.
4- Tratar de averiguar los trucos que permiten una conservación mejor de la entrañable Angela Lansbury a sus noventa y pico años, que de Jim Carrey a sus cincuenta.
A todo esto, es justo reconocerle tres puntos a su favor correspondientes a otros tantos niveles de valor. El primero hace referencia a su guión, al que se le agradece su voluntad por haber llevado hasta el extremo la idea de colocar un grupo de pingüinos en la vida de un ricachón de turno. Ver su apartamento convertido en parque de atracciones invernal mola. El segundo acude a la memoria: un gag a cámara lenta catapulta al espectador a las épocas doradas de Carrey y su faceta como detective de mascotas. Y la tercera es personal. Si la película no se lleva el rosco que se merece es sólo porque llevo viviendo unos días tontos en lo que a mascotas se refiere, y le ablanda a uno por mucho que no quiera. Pero no nos engañemos: esta película es una basura y ni los más pequeños deberían tolerarla.

3/10

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En diciembre de 2006 me dio por arrancar mi vida online por vía de un blog: lacasadeloshorrores. Empezó como blog de cine de terror, pero poco a poco se fue abriendo a otros géneros, formatos y autores. Más de una década después, por aquí seguimos, porque al final, ver películas y series es lo que mejor sé hacer (jeh) y me gusta hablar de ello. Como normalmente se tiende a hablar más de fútbol o de prensa rosa, necesito mantener en activo esta web para seguir dando rienda suelta a mis opiniones. Esperando recibir feedback, claro. Una película: Jurassic Park Una serie: Perdidos

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Comentarios

  1. Si alguien me quiere matar, que me haga ver esta peli….. se me ha giráo las tripas sólo de leer la crítica… y no diga nada más, Capi, ni me referiré a su protagonista, porque veo que ya ha dolido suficiente…. ;))

  2. … y no digO, sorry..

  3. el protagonista, una vez, moló. Jim Carrey ha muerto, larga vida a Jim Carrey

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