Crítica de Plan en Las Vegas (Last Vegas)
En un determinado momento de Plan en Las Vegas (horrorosa traducción para un mucho más cachondo Last Vegas original), Michael Douglas y Mary Steenburgen están subidos en una vagoneta que se levanta lentamente hasta ajustarse en sus raíles, para acto seguido lanzarse al vacío en lo que se prevé una montaña rusa de aúpa. Sin embargo, se detiene nada más arrancar, y tras tan sólo haberse asomado al locurón que se nos prometía. Del mismo modo se comporta lo nuevo de Jon Turteltaub tras las cámaras, esta suerte de revisión geriátrica de Resacón en Las Vegas que junta a Douglas con Robert de Niro, Kevin Kline y Morgan Freeman cuando los tres le preparan una despedida de soltero al primero, a punto de casarse con una chica a quien dobla (cuanto menos) la edad… Por supuesto, en Las Vegas. Como la vagoneta, el film se encauza enseguida: en apenas unos minutos revela todas y cada una de sus líneas argumentales constatando lo anodino de las mismas, pero asomando el morro hacia una atracción que puede resultar divertida. ¿Cuatro viejunos (y vaya cuatro) sueltos por la ciudad del pecado? Apuntar, apunta. Lástima que se detenga de sopetón haciendo, de todo ello, un buen chiste y poco más.
Ojo, agradable es un rato, sólo faltaría. Cortada por el patrón de la mayor de las rectitudes, el mismo con que se elabora toda comedia para todos los públicos americana desde que el tiempo es tiempo, Plan en Las Vegas cumple a rajatabla con todas las condiciones del contrato: añade la dosis exacta de edulcorante, la mezcla con la moralina obligada, y remueve el resultado con los temas de siempre cuando toca hablar de ancianos con marcha en el cuerpo. Se sazona con una ristra de gags de lo más blanquitos (pese a que algunos daban pie a algo más: véase el encuentro de un Kline salidorro con un grupo de travestis), una BSO batiburrillo de canciones reconocibles con melodías empalagosas, y al horno. Ya puestos, para qué negarlo: al margen del estado actual de sus carreras, estamos hablando de un repartazo, de empatía más o menos inmediata y que por tanto, por malo que sea, sabrá darle a alguno de los gags cierta consistencia. Y ni que decir tiene que el planteamiento formal en general es tan correcto y previsible que más de un pasaje puede describirse con pelos y señales, antes de que ocurra. Así que sí, agradable es.
Pero no se oculta el amargo sabor a decepción. Y es que así como el primer resacón (el de Cooper, Helms, Galifianakis y Bartha) acaba suponiendo un desmadre de aúpa, con infinidad de imborrables momentos pasados de rosca y una vuelta de tuerca constante de su argumento; así como el cine apatowiano no se arruga a la hora de hablar de los mismos temas de siempre, pero buscando (y encontrando) sonoras diferencias bien sea en la construcción de personajes o en la mezcolanza de humores como en un acercamiento distinto a lo habitual, la que nos ocupa se estanca en la corrección y la previsibilidad. Ambas autoimpuestas, ambas principales causas de la condena: nada sorprende en este viaje a Las Vegas, nada descoloca, nada irrita, y pocas cosas hacen reír de verdad. Y es que aspirar a ser un pasarratos de sobremesa tiene su parte positiva (la darán en la tele cualquier domingo a las 4 y seguro que convence a más de uno) pero también su negativa, como es el olvido, prácticamente inmediato, de todo el trabajo. Y que lo haga la tropa de Adam Sandler vale, pero francamente, quemar de esta manera a semejante reparto…
5/10
Y en el Blu-Ray…
Para variar, la Universal sigue fardando de ediciones domésticas envidiables (cuando se trata de títulos actuales al menos). Plan en Las Vegas se ve de vicio habida cuenta del sensacional empleo de la alta definición a 1080p: los colores brillan vivos, confirman ese punto de almíbar que busca el film también desde su apartado visual; y el nivel de detalle se antoja sencillamente perfecto (tanto es así que los actores aparentan aún más años). Ni siquiera cuando éstos se adentran en los lugares más lúgubres (el bar en el que canta ella) se aprecia el más mínimo bajón de calidad.
Por su parte, nada que decir de un sonido prácticamente perfecto tanto en su DTS 5.1 castellano, como sobre todo en su master DTH-HD 5.1 inglés.
Finalmente, extras. Un apartado escueto pero con algún detalle de interés conformado a base de cápsulas a caballo entre el cómo se hizo y la promoción (todas ellas rondan los 2, 3 minutos de duración), y lo más interesante: audiocomentarios de director y guionista a lo largo de todo el film.