Crítica de Plan de salida
Ambiciones, malditas ambiciones. Jonas Alexander Arnby debutó con un Cuando despierta la bestia que, si bien contó con una acogida regulera y reconociendo que no tenía mucho nada nuevo que decir, destacaba por la elaboración de sus personajes. Eran siempre foco principal de una película que pasaba por el género de terror (al que supuestamente pertenecía) prácticamente de puntillas. Y con su nueva propuesta, Plan de salida, intenta hacer un poco lo mismo: parte de una premisa extraña, cercana al género, pero se centra en las tribulaciones de sus personajes por encima de todo. De entrada, todo pinta estupendo: un enfermo terminal descubre un hotel en el que se ayuda a sus visitantes a terminar con sus vidas de manera sumamente placentera. Es una, lo dice el título, vía fácil que de paso puede ayudar a quienes deje atrás con materia de herencias y demás mandangdas. Y luego claro, tocan las reconsideraciones y los miedos cuando no está claro si la decisión puede ser revocada. I’m in. Y sin embargo…
Serán las aspiraciones, pretensiones, o quizá la presión por epatar con la segunda obra. El caso es que algo en Plan de salida se tuerce. La película se contagia de la antinaturalidad de su premisa para convertirse en un ser gélido, apático, sumamente distante. Siendo voluntaria su frialdad a nivel audiovisual (ojo, exquisita en lo formal), pues pretende sumir al espectador en una dimensión a medio camino entre lo reflexivo y lo desasosegante, al final sólo consigue que nos empapemos de lo primero, el frío. Y así, si bien el conflicto del personaje siga resultando a priori interesante, pesa más el desapego; y de ahí al tedio…
O quizá el problema resida en su complicación excesiva. Baste tan sólo un ejemplo: que aparezcan personajes hablando en diversos idiomas no consigue el efecto deseado (intuyo: la universalidad de su temática), sino que otorga innecesarias capas que difuminan el impacto sin tener nada que aportar en realidad. Vale, otro: la excelencia de Arnby tras la cámara era más que suficiente para elevar la película; el paraje en que está el hotel también; que además sea tan rematadamente espectacular el edificio en sí, a la postre desvía nuestra atención. Y así.
El resto está muy claro, e insisto, mola. Una película algo más ¿humana? nos hubiera permitido disfrutar de verdad de su perturbadora premisa, y vivir intensamente su desarrollo con independencia de la parquedad de sus tempos. Nos habría permitido gozar de la mejor interpretación de Nikolaj Coster-Waldau (el matarreyes) hasta la fecha. Y nos habría dejado con ganas de reflexión con esa conclusión que, tal y como están las cosas, puede acabar colmando la paciencia de más de uno. Revés inesperado.
Trailer de Plan de salida
Valoración de La Casa
En pocas palabras
Aprobado y gracias, por una premisa lo suficientemente potente como para compensar el desaguisado en el que se acaba sumiendo la película solita. Buen reparto, buena puesta en escena y buen argumento que se echan al traste por inesperados excesos pretenciosos.