Crítica de Pobres criaturas
Una chica pasa por su fase de despertar sexual, empoderamiento y liberación. A muy grandes rasgos, esta sería la principal línea argumental de Pobres criaturas, viniendo a confirmar que, no, de entrada no es que estemos ante la premisa más original de todos los tiempos. En el fondo, la nueva obra de Yorgos Lanthimos no deja de ser un coming of age, una revisión feminista de El guardián entre el centeno, una reimaginación del mito de Frankenstein e, incluso, una versión menos rosa de Barbie. Willem Dafoe vive con su ¿hija?, una Emma Stone a la que parece faltarle un par de patatas para llegar al kilo. Una niña escondida en un cuerpo adulta que, al cabo de nada, descubre que puede hacerse feliz cuando lo desee con sólo tocarse donde se debe. Y a partir de aquí, a explorar.
A explorar en una cinta que expone sus reconocibles, pero siempre necesarios, temas de manera deliciosa. Delirante y divertida a veces, malrollera y sesuda otras. Siguiendo a un personaje que va madurando a ritmo vertiginoso y, en consecuencia, se va empoderando y liberando de las correas que lo (la) mantenían maniatado. En el papel de su carrera, Emma Stone hace de abanderada feminista saliendo de su particular mundo-burbuja (prisión), y viajando por el real. Debido a su desconexión total con el mismo hasta la fecha, cuestiona los dogmas patriarcales que lo rigen uno por uno, noqueando así a los machos alfa con los que se encuentra, siempre esgrimiendo como excusa su inocencia: nunca le han explicado cómo funcionan las cosas que la rodean y no les encuentra el sentido, así que se las plantea. Como Margot Robbie, vaya. Pero a su vez, de manera totalmente diferente. Y es que la protagonista de la película echa el resto con un papel difícil y arriesgado, un suicidio comercial de haber salido mal, pero que, ya digo, borda.
La Bella de Pobres criaturas es un personaje libre y desacomplejado, que obliga al público a romper todas las barreras de lo que pueda entender por comportamiento correcto, lo esperable, el pudor y la vergüenza. La sociedad se rige por la frustración que nos viene de lo que siempre se nos ha dicho que es lo que se tiene que hacer… pero con ella nadie lo ha hecho.
Y mientras tanto, Lanthimos hace de sí mismo en sus diversas facetas (el revolucionario de sus primeros trabajos, el esteta de los últimos, el explorador de las técnicas audiovisuales de siempre) pero al mismo tiempo sorprende con una propuesta urgente y necesaria. Un arma arrojadiza contundente que se instala, además, en el “nuevo surrealismo”. Ese que trabajaron el Tim Burton pre-Disney, Michel Gondry en sus orígenes, o muy especialmente Leos Carax y Terry Gillian. El de Pobres criaturas es un viaje pirado en todos los sentidos: por lugares reconocibles pero alterados hasta convertirse en pastiches barrocos, coloridos o en blanco y negro. Vistos por grandes angulares, ojos de pez o encuadres circulares. Es un mundo pervertido en el que se dan la mano la nueva carne y el Dr. Moreau, personajes lynchianos y otros esperpénticos. Insistiendo también desde el subconsciente, en que nos tenemos que plantear las cosas.
En definitiva, una película libre, desenfrenada, que se excede en todos los sentidos. Parece que se aproxima a la comedia de terror que parodia el mito de Frankenstein, para ser luego una obra sobre la liberación sexual, y de repente cambiar a drama social… un tour de force creativo inconmensurable y sin ningún tipo de filtro ni control. Hasta el metraje es excesivo, formando parte del encanto, o el encantamiento más bien, que genera la obra maestra definitiva de Lanthimos. Obra maestra, sí, en el sentido más estricto de la palabra: no hay detalle que no esté pensado para aportar arte, para abrir las miras de lo que el cine aún puede hacer. Y para obligar al público a que no pierda detalle.
Y así, hasta convertirse en la película más fresca, original y transgresora del año. Y si no es la más necesaria, es porque Greta Gerwig llegó unos meses antes. Tanto da: Pobres criaturas es una obra descomunal que niega cualquier atisbo de crítica a base de lanzar un estímulo tras otro. Puede convivir perfectamente con Barbie habida cuenta de los tiempos que corren, siendo ambas opciones sendas revoluciones imprescindibles.
Trailer de Pobres criaturas
Pobres criaturas: que no decaiga la revolución feminista
FOMÓMETRO
Con la inestimable colaboración de una Emma Stone genial, Yorgos Lanthimos vuelve a presentar una película imprescindible que además, ahora, es de visionado obligatorio también por su mensaje, necesario, y su ejemplificadora manera de hacer del cine un arte. De las mejores películas del año, si no la mejor.