Crítica de Predator
Shane Black sonaba, desde luego, como la opción más lógica para hacerse cargo de una más. Una nueva intentona por resucitar la saga Depredador después de la ya desinflada secuela de la original, de los dos crossovers con Alien, y de Predators, aquella olvidada producción de Robert Rodríguez que se quitó de encima toda posibilidad de éxito poniendo a Adrien Brody de protagonista.
Black sonaba bien porque, puestos a resucitar algo que en el fondo nadie necesita, que sea con alguien que ya había participado en el Depredador original. Porque su carrera está trufada de películas de acción memorables por uno u otro motivo, siendo el principal una serie de personajes que no se olvidan al instante (suyos son los guiones de Arma letal, El último Boy Scout o El último gran héroe). Y porque qué demonios, sale de dirigir la pasada de vueltas Dos buenos tipos, tras haber sacado de la nada una de las mejores películas de Marvel, Iron Man 3.
Más leña al fuego: una fórmula clásica, con niño por un lado y pandilla de héroes involuntarios por el otro, para una película que debía hacer las veces de reboot, pero el propio director y guionista pidió que fuera secuela. Violencia visual desmedida, pero poco menos que indefensa a nivel conceptual… en definitiva, como se hacían las películas antes. Aquellos tiempos en que un chavalín podía ver sin riesgo de trauma, a Stallone empalando a un tipo en una estalagmita, o a Schwarzenegger clavando un cono de helado en la cabeza del maloso de turno.
Quizá sea eso, que eran otros tiempos. Quizá, en cambio, que la losa que supone esta saga sea demasiado pesada, bien por lo desfasado de su concepción (el enésimo alien que viene a pegar tiros), o por su tendencia negativa. O quizá Shane Black se haya acercado a ella con demasiado respeto: el guion parece tan esforzado por evitar que su grupo de personajes se convierta en la habitual retahíla de peones a eliminar por turnos; el tono busca tan a la desesperada acercarse a todo tipo de público (aventura familiar, acción, gore, ciencia ficción, comedia); se respira tanta necesidad por hacer las cosas de manera correcta… que este nuevo The Predator también acaba cayendo en el saco de las desgracias.
Ojo, se nota el esfuerzo. Por lo menos, esta película parte de unas bases con mucho más fundamento que el rutinario estiramiento de chicle tipo Michael Bay. Los personajes arañan un punto extra de profundidad, que ayuda a humanizar el cotarro y, de hecho, a que muchos de sus gags funcionen (más allá de aquellos que lo harían en cualquier caso: cuando aquí se tira de humor negro, se acierta de pleno). El planteamiento argumental incluye la habitual moraleja sobre la maldad del ser humano, pero tiene cabida dentro de las reglas de la película. Y a grandes rasgos, se lo pasa uno bien, que de eso se trata.
Pero algo falla. La mayoría de pasajes climáticos se desinflan por sí solos como por arte de magia (esa pelea con perros que no suponen amenaza alguna); los twists argumentales no encajan, y de hecho en vez de motivar, decepcionan; las patilladas (el comportamiento del casco…) saltan a la vista. Y el mayor de sus males: este nuevo Depredador va de más a menos. El tercer acto, ya con todo preparado para los fuegos artificiales, parece el más rutinario y desganado de los tres. Una anodina ¿mega?pelea que parece estar aquí por imposición más que por deseo de un guión que culmina la función a medio gas. ¿Que no? Atención a esos segundos finales que abren, de forma timorata, la puerta a continuaciones: sale de la chistera un motivo para el delirio del fan, y sin embargo, pasa tan desapercibido como el predator que da título al film: un bicho que debería ser la amenaza definitiva… cuando bien podía haberse quedado (y quizá hubiera molado más) como el bicho de la primera de sus entregas.
Sea como sea, se agradece el esfuerzo Shane Black, pero habría que ir buscando una nueva especie que nos venga a invadir. Quizá los depredadores interespaciales ya no dan más de sí, y un aire fresco y sin obligaciones morales/contractuales de por medio saldría mejor parado.
Valoración de La Casa
En pocas palabras
Nadie lo pide y sin embargo, van saliendo entregas nuevas para una saga que ya no da más de sí. Shane Black hace un trabajo correcto, pero la sensación es de una (otra más) ocasión perdida.