Crítica de Predators
Los dos primeros minutos de “Predators” son, literalmente,una maravilla. Aún no ha aparecido ni el título de la película, no sabemos de qué va la cosa y ya vemos a Adrien Brody recobrando el sentido en plena caída libre desde varios kilómetros de altura. Finalmente alcanza el suelo, pegándose un buen porrazo, en una superficie fangosa en medio de la selva; todo muy sucio, sin embellecimientos ni filtros de auteur. E inmediatamente después, corte y cartel de “Predators”: la cosa pinta a entretenimiento cafre y guarrete, made in Rodriguez, con el añadido de una banda sonora totalmente desfasada que remite (o directamente nos manda de una patada) a la original del “Depredador” de 1987.
Sin embargo, mucho me temo que esos dos minutos sean los mejores de la cinta, que desde entonces en adelante adquiere la forma de un acordeón que se aleja y se acerca del interés del espectador, mientras busca convertirse sin suerte en el film que todo conocedor del bicho que le da nombre espera, y que todo aficionado al blockbuster pretende.
La mejor forma de entrar a valorar el trabajo de Nimród Antal (director de “Habitación sin salida”) es mediante la descomposición de su metraje para reagruparlo según sus principales temáticas: el factor revisionista-homenaje para saciar a los fans por un lado, la innovación y originalidad propias de una nueva entrega (que no remake) por otro, y la capacidad de entretener por el de más allá.
En el primer caso, por supuesto, Antal y Rodriguez (bueno vale, y su guionista Alex Litvak) se llevan matrícula de honor. No sólo por hacer un buen puñado de logradas referencias a la de John McTiernan (eso sí, parecen haber olvidado sospechosamente cierta continuación dirigida por Stephen Hopkins tres años más tarde, de la que todo el mundo reniega y desde aquí medio-reivindicamos), sino porque en realidad, “Predators” se descubre como una oda al cine de acción ochentero y noventero en general. En este sentido, es la primera ocasión en que se reaviva una saga añeja sin ningún artificio artístico, con menos digitaleo de lo esperado (y menos mal, hay que ver lo mal que lucen los efectos especiales) y sí mucho recurso de la vieja escuela. El resultado es un producto que derrama sudor y polvo por todos sus poros, con una ambientación cuidada y salvaje, mucho disfraz de plástico y látex, y una atmósfera excelente. Y todo ello con alienígenas de diversa calaña pululando por ahí.
Es en el segundo grupo donde la cosa empieza a flojear. Porque claro está que a estas alturas ya poco nuevo se puede decir del universo predator que no se haya dicho ya en películas (relacionadas o no), cómics o videojuegos. Es algo que sabe y comprende tanto el experto en el tema como el más neófito, y por eso ambos aceptan las condiciones de esta nueva incursión al género de peli-con-bicho, que pasan por repetir temática clásica (los humanos son la presa de un enemigo extraterrestre que va dándoles caza uno a uno) cambiando el terreno de juego y colocándolo en un planeta desconocido en lugar de la Tierra. Con esta única novedad ya hay más que suficiente para llenar el cupo mínimo de novedades, y de hecho se aprovecha a las mil maravillas aprovechando un guión que remite descaradamente a la serie “Perdidos”.
Por eso, no es necesario rizar el rizo con twsits imposibles, apariciones de personajes sorpresa sin nada que aportar, o secuencias inauditas que acaban rozando el ridículo. De este modo, el personaje de Lawrence Fishburne es para eliminar en la sala de montaje, el giro final es tan previsible como vergonzoso (e injustificado), y la pelea-samurái sirve, además, para restarle cualquier tipo entereza y potencial terrorífico al alien.
En suma (y entramos en el tercer bloque a los que me refería antes), elementos que le restan tensión, interés, calidad y credibilidad a un “Predatros” que no se acerca ni de lejos a colmar las posibilidades que le ofrecía el material de partida. De desarrollo cansino, momentos de auténtico sopor y diálogos de irritante besuguismo (“los depredadores somos nosotros, que nos cargamos nuestro planeta”… vamos, no me jorobes), el trabajo de Antal tan sólo mantiene vivo el interés cuando se aproxima, y efectivamente sucede algún momento de acción, verdaderos puntos álgidos del film. Tan logrados como escasos y excesivamente separados entre sí, lo cierto es que todos ellos (samurái aparte) revitalizan el conjunto lo suficiente como para evitar el total batacazo, son jodidamente entretenidos, y por eso sienta peor la sensación de quiero y no puedo que se descubre cuando por fin Antal mete toda la carne en el asador una vez superado el aburrido impasse de presentación de personajes. Sirva como ejemplo el gatillazo que supone la eterna secuencia de la nave de Fishburne, colocada entre dos trepidantes ¡y cafres! pasajes de persecución y pelea, y dilatada hasta provocar (sic) alguna que otra cabezadita.
Así las cosas, si “Predators” se lleva el visto bueno es por obligación moral, porque consta en el credo de todo fanático de la ciencia ficción la adoración de uno de los bichos más sanguinarios y simpáticos del espacio exterior. Sólo así se puede hacer la vista gorda, autoinducirse a un entusiasmo desmedido y pasar la que, a fin de cuentas es más bien una decepción que un feliz reencuentro. Tiene cosas buenas, alguna incluso muy buena (la presencia del predator original hará las delicias del más forofo), pero la balanza se decanta sin piedad hacia el saldo negativo.
O quizás todo se deba a la cara de Adrien Brody, eterno judío sin piano que aletarga al espectador con su mirada cansina y su pose de ‘me la trae todo al pairo’. ¿En serio no había mejor sustituto para Arnold Schwarzenegger?
5/10
La vi recientemente y me pareció entretenida, pero no sé, los personajes no me cuadraron desde ningún punto de vista, aparte de la única presencia femenina, los personajes me parecieron aburridos todos. Y nombro el personaje femenino ya que siendo una agente de no-sé-de-que-agencia-de-inteligencia-internacional, me pareció medio boba y simplona, pero como me gustó tanto la primera película, para no llamarla la primera versión, me fui corriendo al cine a verla y me encontré con un medio espectáculo que terminó todo siendo medio todo y en la mitad de la nada. Y Dios mío… podrá ser un tremendo actor, pero hasta la fecha, aparte del pianista, no he visto nada donde Adrien Brody pegue en algo. Por favor, corrijanme si me equivoco, pero no he visto todas sus películas y de pronto me he perdido de alguna mega-súper-hiper-que jode producción donde haya aparecido, aparte de King Kong.
Jajajajaja… no sé, de Adrien Brody yo vi algo llamado Hollywoodland en que también me convenció… pero fue la inmediatamente posterior a El pianista o así. Después, pienso como tú. Y le sumo que, además, me cae muy mal ese tío, con su cara de "soy bueno" y demás. No, no me pega nunca en ninguna película, y mira que hace un montón de cosas distintas entre sí eh??