Crítica de La próxima piel (La propera pell)
Siempre inquieto, Isaki Lacuesta (ahora ya perfecto 50% de una pareja que completa su inseparable Isa Campo) acomete un nuevo relato de ficción, digamos, pura. Van dos seguidos tras una Murieron por encima de sus posibilidades que significaba una cierta ruptura en su carrera. Si hasta el momento el autor de La leyenda del tiempo había explorado las líneas que separan lo real de lo representado, la ficción de la realidad, con aquella -infravalorada- comedia se colocaba en un punto mucho menos abstracto. También más loco, petardo y pirotécnico. Pero en cierto modo igual de inquieto.
Y si ahí el realizador nos dejaba desconcertados y descolocados, no abandona en La propera pell -insisto, dirigida al alimón con Isa Campos- una cierta voluntad de incomodar. De no dar nada mascado. De no articular un discurso fácil y meridiano. Al contrario, el ADN de su nueva película esta marcado por la ambigüedad y el extrañamiento. Y no podía ser de otra manera, porque el planteamiento argumental versa precisamente sobre eso. Sobre decidir creer en algo antes de tener absolutamente todos los motivos para hacerlo.
Ana perdió a su hijo cuando este sólo era un niño. Ocho años después, un centro para jóvenes con problemas familiares contacta con la mujer y le comunica que su hijo podría ser uno de los internos. Gabriel se reinserta inmediatamente en una familia donde el tío ha substituido al padre -fallecido años atrás- y las tensiones parecen estar a flor de piel: Ana necesitaba con todas sus fuerzas reencontrar a su hijo, a un hijo. Enric, el tío, percibe a Gabriel como una amenaza, un impostor que dice ser su sobrino no se sabe con qué oscuros fines. Por su parte el joven parece atormentado por la memoria y sus propios problemas de identidad.
Ese es precisamente el centro temático de una película que se perfila como un drama psicológico en entorno rural entorno a la identidad y la búsqueda de uno mismo, marcada por la memoria y los recuerdos de un pasado que a veces es esquivo y que a menudo está contaminado por el engaño. Y también entorno a la necesidad de amar, de recuperar al ser querido y buscar en él una salvación. Planteamientos dramáticos que, por cierto, recuerdan por argumento y temática a la premisa inicial del documental El impostor.
Pero Campo y Lacuesta construyen una identidad muy propia. Su película posee el naturalismo de unos Dardenne transpirenaicos y gira entorno a algún tema ya tratado con anterioridad en la filmografía del realizador (como el peso de los muertos y la necesidad de esclarecer sus circunstancias en Los condenados). Pero en última instancia se ve y se siente como una propuesta única, de robusta personalidad. Evocadora en lo visual, impactante gracias a su poderosa fotografía. Llena de sugerencias y simbolismos y con una caligrafía de cámara y una narrativa cinematográfica casi impecables. Hipnótica en lo argumental y perturbadora en lo humano, dadas lo inquietantes e indescifrables que pueden ser algunas de las relaciones entre los personajes. Y perfectamente apoyada en los hombros de un trío de intérpretes magníficamente entonados: Emma Suárez, Àlex Monner y Sergi López.
Todo cuadra, precisión clínica. Un thriller fascinante.
Entrevista a Isaki Lacuesta e Isa Campo
Valoración de La Casa
En pocas palabras
Un thriller cautivador en el que todo funciona con precisión casi insultante. Fotografía, guión, interpretación… todo para demostrar que Lacuesta vence y convence también cuando salta a la ficción.