Crítica de Quarantine
De la mano del semidesconocido John Erick Dowdle («The Poughkeepsie Tapes»), llega por tanto «Quarantine», que se suma a esa interminable lista de remakes norteamericanos que demuestran una y otra vez lo mucho que les convendría coger y doblar directamente la original (y eso que esta no es de las peores que han pululado por aquí).
Como a estas alturas todo el mundo debe de saber ya, la trama se centra en una reportera y su cámara que, rodando un documental sobre la vida de los departamentos de bomberos, se quedan atrapados en un edificio de pisos cuando sellan el lugar por una supuesta infección vírica en la ciudad de Los Ángeles.
Salvo honrosas excepciones, la moda de plagiar películas extranjeras a la americana siempre ha resultado una decepción enorme para el espectador, en especial cuando éste es conocedor de la obra original
Si «Quarantine» no supone el descalabro de «Retratos del Más Allá» (por ejemplo), eso se debe única y exclusivamente a la enorme calidad de la original, pero desde luego eso no excluye que el film de Dowdle no sea un chasco en todos sus sentidos.
Son muchos los factores que influyen negativamente en «Quarantine», empezando por la completamente equivocada elección de su reparto. Mientras que el dúo catalán optaba por actores desconocidos (exceptuando quizás a la presentadora, papel para el que contaron con… una auténtica presentadora de televisión), para la versión estadounidense se ha contado con profesionales de rostros reconocibles, seguramente por temor a no resultar un éxito en taquilla.
Tal decisión parece haber dado sus frutos económicos, que a fin de cuentas es lo único que se busca con estos inventos, pero ello ha conllevado también a la (casi) completa eliminación de la que es la verdadera gracia de «[Rec]»: «Quarantine» no asusta.
Y no lo hace porque sus protagonistas son encarnados por actores, que como tales recitan en lugar de vivir la película, más centrados en pronunciar correctamente sus frases (americanadas incluidas) que en creerse a sí mismos, y con ello resultan forzados y poco creíbles, rozando el ridículo en más de una ocasión (por cierto, ¿a quién se le ocurrió darle el carnet de actor a Jay Hernandez?).
Pero no son ellos, pobres, los únicos en cargarse el factor miedo de la película. La misma incredibilidad parece haberse adueñado de la cámara, que se muestra mucho más artificiosa y recargada de técnicas dignas de Steven Spielberg. Zooms, temblores, enfoques, encuadres, todo ello parece mucho más estudiado en esta ocasión, acercándose peligrosamente a una película de terror común dirigida por un director eficaz pero con parkinson. Es obvio que tanto en el film original como en «El Poryecto de la Bruja de Blair» están igual o incluso más preparados, pero en ambos casos sus directores lograban maquillarlo de tal manera que bien podría haber parecido un documento verídico de ser emitido en un telediario.
Por último, también se le puede achacar cierta culpa al excesivo puritanismo que desprende este «Quarantine» en relación a su hermana mayor. Si bien consta de las mismas escenas, e incluso de alguna que otra adicional, como comentaremos a continuación, todo ello parece haber sido pasado por agua, diluyéndose en exceso tanto el exceso con el que Balagueró & Plaza se regodeaban.
Así y todo, como decíamos al principio la película cuenta con un gran punto a su favor que es el original en que se basa, que es tan bueno como para hacerla menos nefasta. Mientras Dowdle se limita a plagiar a los españoles, la película funciona al menos como entretenimiento o mera curiosidad si se quiere. Además, cuenta con un par de personajes adicionales (tanto humanos como animales) así como secuencias nuevas que suponen una grata sorpresa, logrando sus mejores momentos (ojo al perro, o al ataque a base de camarazos), aunque ello comporte la eliminación de las entrañables entrevistas que Manuela Velasco efectuaba a los habitantes del edificio condal infectado, básicas para darle un mayor significado de documento.
Así las cosas, «Quarantine» no es ni mucho menos una buena película, más bien todo lo contrario, pero sin embargo no llega a ser el despropósito al que nos tiene acostumbrados la factoría cinematográfica del otro lado del lago. Apenas asusta, pero por lo menos entretendrá y sorprenderá a los que aún no hayan visto la original y se decidan inexplicablemente por esta.
Para los que sí lo hayan hecho, esta propuesta no debería suponer más que un par de extras de la edición en DVD, por ese puñado de escenas adicionales (que por otra parte poco o nada tienen que ofrecer), aunque puede llegar a resultar irritante para los más fanáticos al tomarse la libertad de eliminar tanto las entrevistas como cierta explicación final (que no desvelaremos, pero sí dejaremos a modo de pista que reside en una grabación en cinta).
Por último, un consejo: NO la vean doblada, ¡qué horror!
En fin, que nada de lo escrito hasta ahora sirve de algo: revean la original y monumental «[Rec]» y déjense de gilipolleces. Amén.
4,5/10