Crítica de Rastro oculto
El FBI cuenta con un departamento que se dedica únicamente a investigar y perseguir a los delincuentes que actúan en Internet. La agente especial Jennifer Marsh (Lane) creía haberlo visto todo… hasta ahora. Un depredador cibernético cuelga torturas y asesinatos en su página web. El destino de sus prisioneros depende del público: cuantas más visitas registre su página web, más deprisa morirán las víctimas. Cuando el juego del gato y el ratón se convierte en algo personal, Jennifer y su equipo deberán lanzarse a una carrera contrarreloj para encontrar a este asesino.
Antes que nada, cabe reconocerse que el punto de partida de «Untraceable» es, como mínimo, interesante. Nos encontramos en pleno apogeo de la generación youtube, caracterizada por una curiosidad enfermiza, una necesidad imperativa de ver vídeos extremos sobre vejaciones de todo tipo, e incluso asesinatos (y prueba de ello es que cuando apareció por la red la filmación del degollamiento de un rehén estadounidense a manos de una célula terrorista, fue uno de los sitios más visitados de Internet). Lo que a fin de cuentas son películas snuff a las que cualquiera puede tener acceso con tan solo hacer un par de movimientos de ratón. Por lo tanto, el noble intento de Hoblit y compañía es el de advertir sobre el peligro de todo este malsano fervor, mediante una situación hiperbolizada de la que aún no se han dado casos en la realidad, que sepamos, pero que bien podría suceder de un momento a otro.
Sin embargo, mucho me temo que lo único que ofrece esta película es eso, buenas intenciones. Por lo demás, se trata de un thriller completamente vulgar, que de no ser por el nombre de su actriz principal bien podría haber pasado como tv-movie.
Su guión es demasiado simple y previsible, y se limita a una reescritura de alguna de las partes de «Saw» (mucho más light) con ordenadores de por medio. Así pues, el esquema del film se antoja sumamente manido: un par de pinceladas de la investigación policial que no llega a ningún sitio, un par de escenas oscuras y macabras del asesino torturando a sus víctimas, y así una y otra vez, hasta llegar al inevitable final que, pese a que no desvelaré aquí, sí se explica en el mismo trailer de la película, restándole así casi la totalidad de la emoción.
Por si fuera poco, dicha investigación policial tarda en empezar, y cuando por fin lo hace más de una vez acaba traduciéndose en una enorme cantidad de palabras informáticas incomprensibles que harán que más de uno desconecte de la película y aproveche para echar una ojeada a su reloj. Todo ello para ocultar la triste realidad, que es que se trata de una historia mucho más simple de lo que nos quieren hacer creer, como demuestra la conclusión, facilona y previsible (para el espectador, pues a la ridícula policía americana parece que le cuesta horrores llegar a ella).
Así pues, «Rastro Oculto» es una película fallida, escrita y dirigida sin esmero (sorprende que hayan sido necesarias seis manos para su guión), y entretenida solo a ratos. Complacerá únicamente a los devotos del thriller policíaco y a los que se contentan con una sesión de tarde de Antena 3. Lo único que puede atraer al resto de espectadores es tan vez la presencia de Diane Lane, tan atractiva y solvente como siempre.
4/10