Crítica de Recién graduada
Si es que en el fondo nos pone esto de ver malas películas, que luego nos podemos despachar a gusto con ellas. Cuando la cosa se ha hecho con un mínimo de voluntad, si se ha intentado pergeñar un producto coherente a uno le sabe como peor el derribo indiscriminado. Pero si es hacia cosas como esta «Recién graduada» que ahora nos ocupa, una auténtica gilipollez en la que casi ni sus responsables creen más que como modo rápido de engrosar cuentas bancarias, pues como que apetece devolver el mal trago con mala leche.
Si no me explico, quedará claro con la siguiente frase: «Recién graduada» es una estupidez de límites desconocidos, una mierda postuniversitaria tamaño extragrande.
Nos tiene bien empleados, porque ya sabemos dónde nos metemos. Con ese título hay poco lugar a unas dudas que si acaso terminan quedando despejadas desde el primer minuto. El problema está en que probablemente hayamos llegado ya a un punto en el que no es positivo decir que «aunque es un cagarro, da lo que promete». Y una mierda, las comedias románticas de Julia Roberts «dan lo que prometen». Esta no deja de ser la hermana retrasada de aquellas, o más bien de las primeras comedietas adolescentes de Anne Hathaway, pero varios años después y con un defecto de aprendizaje endémico. Al pedagogo, pero ya.
Si no me explico, quedará claro con la siguiente frase: «Recién graduada» es una estupidez de límites desconocidos, una mierda postuniversitaria tamaño extragrande.
Nos tiene bien empleados, porque ya sabemos dónde nos metemos. Con ese título hay poco lugar a unas dudas que si acaso terminan quedando despejadas desde el primer minuto. El problema está en que probablemente hayamos llegado ya a un punto en el que no es positivo decir que «aunque es un cagarro, da lo que promete». Y una mierda, las comedias románticas de Julia Roberts «dan lo que prometen». Esta no deja de ser la hermana retrasada de aquellas, o más bien de las primeras comedietas adolescentes de Anne Hathaway, pero varios años después y con un defecto de aprendizaje endémico. Al pedagogo, pero ya.
Oh, claro, «la historia es lo de menos». Pero ahí va: Ryden (Alexis Bledel) se gradúa y busca trabajo llena de esperanzas y dispuesta a comerse el mundo. Pero la vida real no es tan fácil. Eso, que se enamora de su vecino-mayor-pero-interesante (David, Rodrigo Santoro) mientras se ciega al auténtico Amor de Su Vida (su amigo Adam, Zach Gilford) y que tiene una familia disfuncional de las de toda la vida, capitaneada por Michael Keaton y Jane Lynch.
Ya.
Nada, nada a lo que agarrarse. Su guión con sobredosis de Clerasil transcurre por las mismas sendas de siempre, sin sorpresas, sin sobresaltos, con una irritante previsibilidad que, supongo, reconfortará a los teenagers más… bueno, dejemos en «menos exigentes». Ello empaqueta el producto en un exagerado estatismo conceptual y convierte la película en algo desfasado y anticuado, conservadora en fondo y forma. En palabras del pueblo, un soberano tostón tipo «no me puedo creer que me estén volviendo a contar exactamente lo mismo».
Ya.
Nada, nada a lo que agarrarse. Su guión con sobredosis de Clerasil transcurre por las mismas sendas de siempre, sin sorpresas, sin sobresaltos, con una irritante previsibilidad que, supongo, reconfortará a los teenagers más… bueno, dejemos en «menos exigentes». Ello empaqueta el producto en un exagerado estatismo conceptual y convierte la película en algo desfasado y anticuado, conservadora en fondo y forma. En palabras del pueblo, un soberano tostón tipo «no me puedo creer que me estén volviendo a contar exactamente lo mismo».
No sé, igual lo que se pretende es idiotizar al personal. Digo yo que a base de tratar a los adolescentes de mongoloides al final a lo peor hasta se consigue que lo sean. Vaya usted a saber con qué oscuros fines sociales, políticos, militares, o así…
De otro modo, no me explico secuencias como la del cochecito de helados, sencillamente lamentable. O la de la carrera de coches de madera, con ese «hilarante» final pasado por agua. Ja-ja.
Siendo benevolentes, de todo el desaguisado argumental, algún que otro subtexto podemos rascar: el mensaje de todo ello pretende conectar con esa tan agradable sensación que tiene uno cuando descubre que después de cinco años estudiando sus títulos universitarios valen aproximadamente un carajo. Loable intento de dar una cierta carga generacional a la cosa que sin embargo al final queda en nada, y es que no sirve esta más que como vehículo para contar otra vez las mismas paridas de siempre.
Veamos, guión desastroso, mensaje final de chichaynabo… ¿Qué más?
El tono que se pretende dar al conjunto tampoco ofrece demasiado nuevo, la verdad. Su combinación de setimentalismo Superpop con ese humor de vocación surrealista-absurda-freak, focalizado en la familia de ascendente bizarra, pues como que termina quedando aguadísima. Claro, su directora Vicky Jenson, fue co-responsable de «Shrek» en su momento, así que se ve obligada a verter unas gotas más de ácido de lo normal sobre el producto. Pero finalmente no se atreve a meter más que la puntita, esperando que la simple mención, la «evocación» de lo extraño nos deje satisfechos. Muy a medio gas quedan así las intervenciones de un Keaton que trabaja a piñón fijo de sobreactuación, una Lynch que con ser la nueva sensación televisiva («Glee») ya hace, más una abuela menos cáustica de lo que se la supone y un niño que parece salido de una de Rick Moranis de los 90.
Todo para dar forma a una de las galerías de personajes más estereotipadas que se recuerdan de un tiempo a esta parte, encabezada por la heroína cotidiana Bledel, el amigo sensible Gilford y el peaje emocional Santoro.
De otro modo, no me explico secuencias como la del cochecito de helados, sencillamente lamentable. O la de la carrera de coches de madera, con ese «hilarante» final pasado por agua. Ja-ja.
Siendo benevolentes, de todo el desaguisado argumental, algún que otro subtexto podemos rascar: el mensaje de todo ello pretende conectar con esa tan agradable sensación que tiene uno cuando descubre que después de cinco años estudiando sus títulos universitarios valen aproximadamente un carajo. Loable intento de dar una cierta carga generacional a la cosa que sin embargo al final queda en nada, y es que no sirve esta más que como vehículo para contar otra vez las mismas paridas de siempre.
Veamos, guión desastroso, mensaje final de chichaynabo… ¿Qué más?
El tono que se pretende dar al conjunto tampoco ofrece demasiado nuevo, la verdad. Su combinación de setimentalismo Superpop con ese humor de vocación surrealista-absurda-freak, focalizado en la familia de ascendente bizarra, pues como que termina quedando aguadísima. Claro, su directora Vicky Jenson, fue co-responsable de «Shrek» en su momento, así que se ve obligada a verter unas gotas más de ácido de lo normal sobre el producto. Pero finalmente no se atreve a meter más que la puntita, esperando que la simple mención, la «evocación» de lo extraño nos deje satisfechos. Muy a medio gas quedan así las intervenciones de un Keaton que trabaja a piñón fijo de sobreactuación, una Lynch que con ser la nueva sensación televisiva («Glee») ya hace, más una abuela menos cáustica de lo que se la supone y un niño que parece salido de una de Rick Moranis de los 90.
Todo para dar forma a una de las galerías de personajes más estereotipadas que se recuerdan de un tiempo a esta parte, encabezada por la heroína cotidiana Bledel, el amigo sensible Gilford y el peaje emocional Santoro.
El resultado final de este tono más «desenfadado», más freak, del que hablaba queda, supongo que sobra decirlo, a años luz de otras propuestas un poco más postmodernas y acertadas como retrato de una etapa vital, caso de la normalita (aunque más carnosa) «(500) días juntos«. No es que «Recién graduada» pretenda equipararse a la de Zooey Deschanel (se sabe demasiado limitada para ello), pero el espectador siempre terminará agradeciendo más su chispa indie modernilla que el desesperante aburrimiento que supone lo de Bledel y compañía.
En fin, que parece mentira, a estas alturas.
No obstante, intentemos sacar algo curioso de todo esto. Propongo un experimento similar a aquél del que hablaban sobre Pink Floyd y «El mago de Oz», o a aquél otro con el disco cuadruple de los Flaming Lips: podríamos programar varios reproductores de DVD emitiendo simultaneamente «Recién graduada» y un distinguido repertorio de compañeras de subgénero y sospecho que mágicamente todas cuadrarían en ritmo, argumento y giros emocionales a la perfección.
Digno de verlo.
En fin, que parece mentira, a estas alturas.
No obstante, intentemos sacar algo curioso de todo esto. Propongo un experimento similar a aquél del que hablaban sobre Pink Floyd y «El mago de Oz», o a aquél otro con el disco cuadruple de los Flaming Lips: podríamos programar varios reproductores de DVD emitiendo simultaneamente «Recién graduada» y un distinguido repertorio de compañeras de subgénero y sospecho que mágicamente todas cuadrarían en ritmo, argumento y giros emocionales a la perfección.
Digno de verlo.
2/10
XDD te has quedao a gusto.
El caso es que leyendo su título parecía interesante (leer en tono irónico).
Jaja… sí, he ido un poco a saco, pero es que es lo que comentaba: ya que la he sufrido en mis carnes, por lo menos voy a despacharme con la peli y así me lo paso bien escribiendo la crítica.
Además piensa que la he dejado tan mal que luego igual hasta hay alguien a quien le guste…
No, si aún le estaré haciendo un servicio…
¡Saludos!
Alguien no se lo imaginaba? Yo la única duda que tengo es de "se lo tragará?"
Mira que en las gilmore nunca lo desvelaron xDD