Crítica de La Reina Victoria

La Reina Victoria de Inglaterra, la de verdad, la del siglo XIX, fue una mujer más bien poco agraciada, bajita, rellena y de mirada tosca. Sin embargo, los responsables de «La Reina Victoria», la película, enfundan a la atractiva Emily Blunt en la piel de la monarca británica y la enamoran de un Príncipe Alberto con la cara de Rupert Friend, guapete de turno. Parece tontería, pero esto debería servir como ejemplo de las intenciones de una película que toma la reconstrucción histórica y los hechos reales como simple coartada para construir un drama romántico idealizado y melindroso. Con mucho tejemaneje político y anhelo por el poder, sí, pero que en el fondo a lo que apunta es al suspiro sincronizado de la platea más romanticona.
Esto es melodrama clásico tirando a la chorradilla adolescente, y por eso la base de la película son los vaivenes sentimentales de una reina a punto de ser coronada, pero que a sus 18 años tiene que lidiar no sólo con aquellos que le quieren arrebatar el trono por demasiado joven (música trágica) sino también con sus propias turbulencias sentimentales (violines).

Asumido esto, sí que hay que reconocer que el director Jean-Marc Vallée tiene muy claro el tipo de película que quiere hacer, o que quiere parecer que está haciendo. «La Reina Victoria» reúne todas las constantes del cine histórico, subgénero «época victoriana», por lo que en todo momento podemos ver con todo lujo de detalles esos grandes pasillos, esas salas pomposas, ese lujo palaciego. Así que ya sabéis lo que toca: planos amplios y contemplativos mostrados con una fotografía suave que busca los brillos, un trabajo de vestuario cuidado al detalle… Y toda la fauna habitual de este tipo de ambientes: consejeros dudosos, madres mal influenciadas, tíos déspotas, jovencetes sin tacha…
Entonces, de acuerdo que el envoltorio es el de una aplicada reconstrucción histórica pero, señor Vallée, ¿es necesario eliminar cualquier tipo de marca personal y distintiva en su discurso? Porque cualquiera de las secuencias de esta película es, en cuanto a realización, absolutamente indistinguible de la tropa de productos de su clase. Como mucho le podemos reconocer un curioso uso del enfoque y la profundidad de campo -bueno, mejor dicho de la falta de ella- en las distancias cortas (en las secuencias de cenas, por ejemplo), pero poco más.

 

Esos planos abiertos de los que hablaba responden más a una amortización de la pasta invertida en todo el tinglado que a unos auténticos criterios de realización cimentados sobre ideas concretas.
Y el contenido tampoco es una maravilla. Probablemente el guionista se encuentre demasiado sujeto a la Historia, y quiera ser fiel a los acontecimientos, lo que normalmente se agradece, pero en mi opinión no es estrictamente necesario. Especialmente si se es incapaz de aportar algo más a todo ello.
En cualquier caso, la historia sigue el modelo «mujer joven que se rebela contra las convenciones sociales de su época», cuyo paradigma podría ser la Jane Eyre de Charlotte Brontë, pero puestos a elegir reina efervescente casi prefiero a la Maria Antonieta de Sofia Coppola. Por lo menos la música que escuchaba molaba más.
El caso es que todo esto lo hemos visto tantas veces ya, que al enfrentarnos a «La Reina Victoria» esperamos que nos cuente algo más, o por lo menos que nos cuele lo mismo, pero con más habilidad (precisamente como hacía la Coppola). No hace falta revolucionar el género, pero habría bastado con contar todo esto con pasión, con tensión dramática. Pero no, es esta una película excesivamente distante (a su pesar, claro) y demasiado fría en la asepsia en la que presenta sus planteamientos. Resultado: un tostón de tomo y lomo.
Resumiendo, un melodrama romanticón de bajo calado (atención al título original «The Young Victoria»), blando y convencional, más que un drama histórico vibrante y emocionante.
Una película que si hemos rescatado de la noche de los tiempos de los estrenos (llegó a nosotros allá por el pasado abril) es sólo para comprobar si está justificada o no la nominación al Globo de Oro de Emily Blunt.
Lo está. Lo que no está justificado es que perdáis el tiempo: «La Reina Victoria» aburre hasta la náusea.

3’5/10

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Xavi Roldan empezó la aventura casahorrorífica al poco de que el blog tuviera vida. Su primera crítica fue de una película de Almodóvar. Y de ahí, empezó a generar especiales (Series Geek, Fantaterror español, cine gruesome...), a reseñar películas en profundidad... en definitiva, a darle a La casa el toque de excelencia que un licenciado en materia, con mil y un proyectos profesionales y personales vinculados a la escritura de guiones, puede otorgar. Una película: Cuentos de Tokio Una serie: Seinfeld

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Comentarios

  1. oh, la verdad es que la película parece interezzzzZZZZZ…….. *

    (vamos, que una que borro de mi lista)

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