Crítica de Rojo oscuro (Profondo rosso)
Si se menciona «giallo» en una conversación entre aficionados al cine, con total seguridad el término se asociará a dos nombres, embajadores por excelencia del mismo: Mario Bava y Dario Argento. Y si se piensa en este último, hay muchas posibilidades de que retumbe en el cerebro el título de una de sus películas de referencia, como es Rojo oscuro (ahora editada por primera vez en Blu-Ray de la mano de A contracorriente). Pero rebobinemos un poco y empecemos por el principio, que todo esto puede que suene a chino: ¿qué es el giallo? Para quien aún no se haya topado nunca con él, en pocas palabras se trata de un género que se desarrolló en la Italia de los 70 y 80, y que basaba sus fortalezas en explotar (seriebeizar, más bien) los thrillers norteamericanos de tipo whodunit, exagerando muchos de sus lugares comunes y por lo general tirando de mucho factor sobreantural, mucha violencia visual, y un tono moderadamente picante. En definitiva, una respuesta a la contención y elegancia de Hitchcock (el inglés y el americano) y compañía, supliendo carencias creativas con todo aquello que los grandes no se atrevían o no querían sacar a colación. Desde la distancia suena a género muy discutible, y cierto es que la cantidad de mierda que parió salpicó a propios y extraños. Pero hay valor en él, toca buscarlo a fondo pero haberlo haylo, y un buen ejemplo es, precisamente, la película que nos ocupa.
Un thriller salvaje con personajes dudosos, amorales y sin escapatoria
Ya de entrada, lo que permite el giallo es la posibilidad de rellenar un único contenedor con la más variada cantidad de ingredientes. Ya apuntábamos hace un momento la tendencia a elementos paranormales, si bien el género sea puramente policíaco. Del mismo modo, el número de homenajes y referencias puede llegar a ser inabarcable, así como la combinación de estilos y la acumulación de filias y fobias del cineasta responsable. Valga el caso de Rojo oscuro: el argumento se centra en una serie de asesinatos pero arranca, sin necesidad expresa, con una médium que siente la presencia del mal en una conferencia, horas antes de ser efectivamente eliminada. Arranca a partir de aquí un juego de caza al asesino que alterna crueles y muy explícitos crímenes (no exentos de cierta carga sexual, si bien implícita), con una investigación que parece enmerdarse a cada paso que da, poniendo al descubierto a su protagonista (David Hemmings) hasta desnudarlo completamente a los ojos del espectador. Un thriller salvaje y plagado de personajes dudosos, amorales y sin escapatoria. Todo pensado para sumir al espectador en un estado de ánimo extraño, haciéndole respirar el aire viciado que se desprende de la pantalla.
Para ello, cada crimen se alarga un punto más de lo necesario, clavando la cámara en el rostro de la víctima (la cara quemada, los dientes reventados…) para forzar al público a mirar, y convertirle así en poco menos que un cómplice; cada escenario en que suceden las muertes está más sobrecargado que el anterior, para que la sensación de claustrofobia crezca exponencialmente; y cada vez más, Argento se mueve por ellos con las ideas claras: homenajeando a la vez a Hitchcockcs y Bavas, haciendo de su universo una pesadilla barroca y asfixiante, tirando de un empaque formal entre pop y clásico, y plagando la cinta de elementos sumamente desconcertantes cuando no terroríficos (siendo el muñeco autómata el más espeluznante). Y en medio de tan recargada atmósfera, pistas. Pistas para averiguar la identidad del asesino y las motivaciones de sus crímenes, y que se traducen en una malrollante melodía infantil (compuesta por Goblin, grupo que desde entonces participaría con el director en varios de sus trabajos), en el reflejo de algunos espejos, y en aquella inmortal secuencia en POV inicial, buscando el objeto deseado entre juguetes infantiles…
Definiendo el Italian gothic
Y así, en este enorme lienzo que dibuja Dario Argento, todo acaba casando a su extraña manera. Es la magia del giallo. Hay exploit, hay excesos, y hay una serie de recursos que ya en su día flirteaban con el desfase, pero todo, si resuelto con gracia, acaba componiendo una armonía personalísima, definiendo algo que podría tildarse como italian gothic. Y Rojo oscuro es de los mejores exponentes de ello. Se convierte, de hecho, en el mejor ejemplo de esa miscelánea de géneros y estilos, y desde su alternancia de enormes escenarios con planos cortísimos, a las evidentes marcas de personalidad del autor versus los homenajes claros (casi plagios) al maestro del suspense, se diría que actúa casi de manera obligada, consciente de su carácter antonomástico. De igual modo, la obsesión por los detalles y los escenarios barroco-decadentes son el paradigma absoluto de las características visuales de género y cineasta.
Sea como sea, fuera de toda duda está el hecho de que estamos ante una película fundamental para la filmografía de Argento, como para entender buena parte de la historia reciente del cine italiano. Y ante un estupendo giallo de los de verdad, de atmósfera cargada, ánimo enrarecido y gore generoso; un thriller sentido y estudiado hasta el milímetro, con su twist final imposible y su clímax de impactante pelodepuntismo. Y que ahora, para mayor inri, se reedita en un montaje del director nunca visto. La ocasión la pintan calva.
Y en el Blu-Ray de Rojo oscuro…
A Contracorriente recupera el clásico italiano en DVD y BD, y lo hace desempolvando un Director’s Cut que aumenta en unos 15 minutos el metraje original, dejando la obra tal y como la pensó Argento antes de pasar por la mesa de montaje del estudio. 126 minutos que van más allá en el estudio de las personalidades de los protagonistas y los vínculos que los unen, y que profundiza varios pasajes totalmente eliminados en su montaje original, tal vez más superficial, pero a la vez (reconozcámoslo) más dinámico. Este, con su duración original de 102 minutos, también está disponible en el disco, si bien relegado al apartado de extras y en condiciones inferiores.
Aunque aquí merece la pena hacer un aparte, y es que el contraste con que se presentan uno y otro montajes es chocante: el nuevo, el alargado, aparece en una alta definición que hace de sus 1080p un lujo para las obsesiones barrocas del director. La película ha sido tratada con mimo, limpiada y pulida, y brilla con luz propia allá donde más debe hacerlo, que es en el cromatismo tan exagerado, cien por cien pulp, de Argento. Ahora bien, sólo puede seleccionarse el doblaje italiano original (eso sí, en glorioso 5.1) en su apartado de audio.
Por su parte, el montaje original sí dispone de la versión original en inglés (que no es como se estrenó en Italia, pero sí como se rodó y se distribuyó allende el océano) y del doblaje castellano, pero no del italiano. Además, imaginamos que por exigencias de la compresión de datos, la imagen sufre de serias limitaciones, siendo más parecida a la de un VHS que la de un DVD (y eso que hablamos del BD en todo momento). En fin, será que su presencia es meramente anecdótica, pero lo cierto es que hubiera sido muy de agradecer una edición con dos discos, uno para cada montaje.
En todo caso, versión inglesa aparte, el Profondo rosso corregido y aumentado que propone la edición de A contracorriente permite una experiencia acojonante, tal y como la concibió Dario Argento y por tanto, obligatoria para quien se considere mínimamente adepto al cineasta romano.
Rojo oscuro es interesante, pero Argento es un director demasiado perverso. En algún momento, llegué a sentir cierta atracción por Phenomena, quizás su obra más fantástica, pero no estoy nada de acuerdo con el abuso del gore, como hace en Suspiria, donde se tomó barra libre. Un saludo.
Je, pero esa es la esencia del giallo. Que se pase gratuitísimamente con el gore.
En cuanto puedas verla, de alguna manera u otra, te recomiendo Tulpa (https://casahorrores.com/critica-tulpa), el nuevo giallo italiano… que homenajea a la perfección tanto a Argento como a los excesos de Argento, jeje!
Abrazo al canto!