Crítica de Rumores y mentiras

Tomando como escritura sagrada la Biblia del Comportamiento Adolescente Americano, que vendría a ser el cuerpo formado por el grueso de comedia de instituto de los 80 a esta parte, a los adolescentes estadounidenses (empollones y rednecks que no van a clase, excluidos) sólo les importan dos cosas. Uno, follar. Y dos, ser el más popular del instituto. En realidad hay una tercera que aúna las dos primeras, y es ser quarterback titular del equipo de fútbol (ellos) o jefa de animadoras (ellas y los personajes de «Glee»), pero esta no viene ahora al caso.
Y si las otras dos ya son un explosivo cóctel por si solas, ocurre especialmente cuando se dan la mano en el micromundo cotilla y hasta casi neo-con del aula de literatura: porque a todo esto se añade otro elemento de corrosiva onda, nuestro querido amigo El Rumor.
Olive se lo busca: a pesar de ser una alumna modélica y vivir en un seno familiar extrañamente cohesionado, algo le falta en su vida. Quiere que la gente la mire y la conozca y ser la comidilla en las conversaciones de, básicamente, todo el instituto. Que hablen de ti aunque sea mal. Todo eso.
Así que al más puro estilo Alonso Quijano se descoloca a sí misma hacia otra personalidad, la de la protagonista de «La letra escarlata»; que en los institutos norteamericanos vendría a ser nuestro «Lazarillo de Tormes». Polvo simulado con su amigo gay, la sociedad interconectada en la que vivimos pone a funcionar su magia y Olive ya es la protagonista de todos los chismorreos sexuales del campus, por obra y gracia de la prosa SMS. Son jóvenes, con manos ociosas y todo un arsenal de periféricos de la comunicación a su disposición. O sea que ya es eso.
La parte mala es lo fácil que es que todo se escape al control de uno, especialmente cuando se ha labrado una reputación en dos días a base de mentiras y fardadas. Muy especialmente cuando estas se refieren a lo «activa» que es una. Las mentiras son mal compañero de viaje, ya lo dicen los libros del buen comportamiento, y la pelota tiende a hacerse grande. Moraleja, las bitches mentirosas no van a ningún lado.

 

 

Nadie debería sentarse ante «Rumores y mentiras» a esperar un retrato generacional pormenorizado. Ni tampoco una disquisición sobre la naturaleza mentirosa del ser humano. Probablemente consciente de sus limitaciones, o incluso desinteresado en jugar en ligas mayores, «Rumores y mentiras» se perfila como justo, justo lo que podría pensar uno de antemano: una comedia estudiantil en toda regla. Y partiendo de esta base, y como la materia está bien nutrida de ejemplos desde que uno tiene uso de razón, entonces es cuando llega la sorpresa.
El muñequil rostro de Emma Stone encierra una personalidad cómica aplastante (Santa Tina Fey en mente) que da el tono para una comedia algo más ácida de lo esperado. «Rumores y mentiras» da bofetón de padre a la opereta cómica teen media y prefiere jugar junto a clasicazos del género «esto no es otra estúpida comedia de institutos» del tipo «Election», «Superstar» o «Chicas malas». No es tan buena como estas, Dios me libre (bueno, igual sí más que «Chicas malas»), pero gasta de la suficiente sorna autoconsciente como para codearse con ellas. Digamos que estaría algo así como al nivel de «Glee» sólo que menos diva y sin el peaje de canciones escozantes.
Luego el resultado es más bien melosete, no se me emocionen, pero por el camino pasa un buen rato abusando de aquellos que se le ponen a tiro: desde esos padres progres que experimentan la contradicción de ser padre y ser progre hasta los jóvenes cristianos, castos, cristianos, puros y cristianos.
Y regala una especie de cuento moral centrado en todo aquello de la reputación, las expectativas sobre uno mismo y las que los demás tienen sobre nosotros. Una reflexión amarga sobre ser capaces de romper con nuestro propio rol social y salirnos por la tangente hacia terrenos inexplorados. El doble rasero (recuerdo: cuento moral) está en que luego puede que los caminos vuelvan a enderezarse, tomar los cauces previstos y que uno aprenda de sus errores para volver a ser persona grata.
Al final queda lo que queda. No hay que ir mucho más allá, pero tampoco conviene menospreciarlo: un dulce que amarga en forma de comedia high school un puntito deslenguada en sus planteamientos, algo irreverente en la formulación de los clichés del género, con un bonito abanico de secundarios (Stanley Tucci, Patricia Clarkson, Thomas Haden Church, Lisa Kudrow, Malcolm McDowell) y un homenaje sincero a las películas de John Hughes de regalo. Buen balance.
O en otras palabras, en su género, no está nada mal. A los fans de lo gossip les encantará.

6’5/10

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Xavi Roldan empezó la aventura casahorrorífica al poco de que el blog tuviera vida. Su primera crítica fue de una película de Almodóvar. Y de ahí, empezó a generar especiales (Series Geek, Fantaterror español, cine gruesome...), a reseñar películas en profundidad... en definitiva, a darle a La casa el toque de excelencia que un licenciado en materia, con mil y un proyectos profesionales y personales vinculados a la escritura de guiones, puede otorgar. Una película: Cuentos de Tokio Una serie: Seinfeld

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Comentarios

  1. Entretenida, pero no tan divertida como pensaba que sería. Los padres son geniales. Y las pelirrojas es que tienen algo que me ponen…

  2. …que te ponen? Oye, que no has acabado la frase… no sé yo… que te ponen qué? el cubata? el café? el chorizo en lonchas finas? No, mejor no me cuentes cómo te ponen el chorizo…

    ¿De qué estábamos hablando?

  3. …como el rey de bastos.

    PD: sacas lo peor de mí tío.

  4. aaaaaaay, tenías que decirlo…

    Suelo sacar lo peor de cada uno, sí. Pero sólo cuando hay algo malo que sacar… Y creo que en tu caso se necesitaría un bulldozer.

    Saludos enfermaco!!

  5. XD XD XD…

    Ya, ya, ya. ¿Y tú qué? que estás todas las noches repitiendo tres veces el nombre de Cate Blanchett a ver si se te aparece.

    Por cierto, feliz davidad y próspero ano huevo, para ti y para el Capi. Y ojalá que te pongan ese muñegote de tamaño natural de Cate que tanto anhelas.

  6. marc, no te confundas, él lo que dice es tu nick. El problema es que para que te se le aparezcas hacen falta datos mas concretos: nombre y apellido reales, tamaño del basto…. esas cosas.

    Feliz navidad a ti también y… er, bueno, eso. Si yo sólo entraba para constatar el tema de las pelirrojas (en especial de Emma Stone, a quien por cierto vi en vivo y en directo -y sumamente resacosa, la muy gu….guapa, sí, eso), y la enfermedad que por lo general rodea a lectores y administradore de esta casa.
    Y para avisar de que me adueño oficialmente la frase "me pones como el rey de bastos". gloriosa.

  7. Te salvas porque la ley Sinde (puag, puag y puag) no se ha aprobado, porque si no, te cobraría derechos de autor por la utilización de la frase.

  8. Que has visto a la Emma Stone!!!!! y no hiciste como Borat a Pamela? me has decepcionado capi…
    A mi la peli me decepciono (bis) me esperaba mucha mas mala leche o coñas mas graciosas…pero quitando a mi ginger…no me gusto demasiado.

  9. sí tío, la tuve al ladito y cuando salía de hacer Zombieland (aka no era nadie o casi)… no diré más, que me puede leer mi señora…

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