Crítica de Salvaje (Unhinged)
Su nombre fue Máximo Décimo Meridio. Peleó contra las tabacaleras, combatió confidencialmente el crimen en Los Ángeles, ganó un Oscar y dos Globos de Oro. Quizá lo mejor que pueda suponer Salvaje para su carrera, es que nos obliga a recordar una trayectoria cinematográfica que, durante un tiempo, justificó que más de uno pensáramos que Russell Crowe haya sido uno de los mejores actores del cine reciente. ¿Lo peor? Que no sería de extrañar verle nominado a algún que otro Razzie por ella.
Es evidente que se sabe a lo que se viene, cuando se compra una entrada para una película con una vieja gloria (sic) haciendo de maloso que persigue a una pobre víctima inocente con su coche durante toda la película. Para cada Demonio sobre ruedas digno, hay tropecientos subproductos dignos de Antena 3. Pero cuando hay algún nombre vinculado a la película, se tiene la esperanza de llevarse algo, ni que sea un entretenimiento válido. Y ojo, que se puede llegar a él de diversas maneras: con una dirección o montaje ágil, con efectos especiales resultones, con excesos hemoglobínicos o twists imposibles de guion, o con una interpretación para el recuerdo. Salvaje no parece demasiado preocupada por ninguna de estas opciones.
Como sabiendo de entrada que iba a fracasar con estrépito, la película se contenta con ser un asombrosamente desfasado thriller de serie B que se hubiera podido aparecer perfectamente hace treinta años con, no sé, Pierce Brosnan post 007 en el rol de antagonista (Oh wait, que ya pasó). No aporta absolutamente nada más que alguna propuesta de giro interesante que, sin embargo es descartada al cabo de nada.
Porque la cosa va de un tipo (Crowe) que vive un día de furia y la toma con una chica (Caren Pistorius) que le ha pegado un bocinazo por no haberse percatado de un semáforo en verde, y luego no le ha pedido perdón. Suficiente para montar una virguería de acción, pero el director Derrick Borte no da para eso, por lo que sus carencias se intentan compensar cuando asoma la cabeza un macabro juego psicológico en el que, para salvar la vida de su hijo, ella debe decidir a quién se va a cargar él de su lista de contactos. ¿Mola? Bien, pues el guion de Carl Ellsworth tampoco da para eso, por lo que la idea es descartada a los quince minutos, y vuelta a las andadas. Andadas que se traducen en una persecución rutinaria, sin chispa, y en la que básicamente nada ocurre que no se intuya desde los títulos iniciales (que a la postre, por cierto, suponen lo único realmente positivo de Salvaje).
Última nave: la interpretación del gladiator. Un actor que hace no demasiado, fue capaz hasta de dignificar un rol lamentable en un musical en el que jamás debió participar. De, debería poder brindar una interpretación de aúpa sin esforzarse demasiado. En Salvaje además, lo tenía a huevo para hacer un poco de autoparodia, mofándose con este ficticio personaje furioso, de su archiconocida mala leche durante los rodajes. Nada: semblante monótono, cara de aletargado (y no sólo porque toma drogas durante la película), incapacidad para vocalizar… Da la sensación de que si se le ha contratado para este papel no ha sido por sus dotes interpretativas, sino porque se necesitaba a un actor grandote y brutote y santas pascuas. Le cayó a él como podía haberle caído a Gerard Butler (otro que tal).
Así pues, lo único salvaje en Salvaje es que se nos pida pagar por una entrada de cine. Que se consuma electricidad y demás recursos para verla en una pantalla grande. Que se malgaste el tiempo de acomodadores de la sala, proyeccionistas y profesionales de la limpieza, por no decir ya el de los pobres espectadores. Todos ellos son las verdaderas víctimas de Russell Crowe. A ellos debería darles un ataque de furia e ir a perseguir a los responsables de esta película para que nos pidieran perdón.
Trailer de Salvaje (Uunhinged)
Valoración de La Casa
En pocas palabras
A todo cerdo le toca su San Martín, y parece que le ha tocado a la carrera de Russell Crowe, incomprensiblemente protagonista de esta descafeinada y trasnochada película de acción válida sólo para sobremesas.