Crítica de Scott Pilgrim contra el mundo

Ya hemos hecho notar varias veces (probablemente la última con ocasión de «Defendor«) cómo el concepto del superhéroe y las adaptaciones de las desventuras más o menos post-humanas al cine han ido mutando de la tradicional épica triunfalista a una especie de realismo derrotista o, por lo menos, de autoconsciencia desmitificadora.
No es nada nuevo, sólo que ahora este tipo de adaptaciones están empezándose a pasar además por un túrmix postmoderno y muy adolescente (y no necesariamente en el sentido peyorativo de la palabra) para ser añadida a la mezcla chorretones de esencia pop y una ironía salvaje que arrambla con todo. «Super» y «Kick-Ass» molan.
Algo más o menos parecido –salvando ciertas distancias- ocurre con la comedia romántica. La sempiterna Julia Roberts sigue estando presente en el panorama moco-beso-carcajadesco, pero ha surgido una especie de corriente paralela que sin llegar a la parodia, ni mucho menos, ofrece una suerte de frescura alternativa de clara cojera indie. Ya sabéis, los «Juno«, «(500) Días juntos» y compañía.
Así las cosas, «Scott Pilgrim contra el mundo» es la piedra filosofal que resulta de semejante alquimia hibridadora de ambos géneros. Tiene muchísimos más elementos de por medio, por supuesto, pero esos son sus dos principales pilares.
Se trata de una trama casi superheroica directamente sacada de un cómic creado por el canadiense Brian Lee O’Malley, y a la vez una comedia romántica de marcadísima tendencia juvenil. Derrotar al malo y conseguir el corazón de la chica. Simple, directo. Y efectivo.
Estamos con las mismas de siempre. Que gran parte de los logros de «Scott Pilgrim contra el mundo» se deben a su popular papá impreso. La saga comiquera del mozalbete canadiense que debe derrotar a los siete exnovios malvados para estar con su nueva novia ha conseguido conectar con miles de seguidores en todo el mundo gracias a una extraña y desvergonzada mezcla. En «Scott Pilgrim» (cómic y película) conviven la estética manga/anime, la narrativa e iconografía del videojuego (con especial querencia por el arcade ochentero), el puro y duro slice of life juvenil, la sitcom (homenaje a «Seinfeld» incluido en la peli), la comedia de instituto norteamericana y el cine indie. Y está habitado por adolescentes otaku, emos, punk-rockeros e… indefinidos. Como la vida misma en cualquier ambiente adolescente occidental, vamos. Va por lo directo y triunfa. Triunfaba el cómic y triunfa, claro, la película.
Porque logra trasladar ese salvaje dinamismo tan propio de una generación que necesita de la velocidad para existir. Si paras, mueres. Si bajan la cantidad de estímulos te quedas atrás; paras y mueres.
Así que ale, a vitaminarlo todo a lo bestia. Edgar Wright demuestra tenerlos bien puestos a la hora de dirigir acción pura y dura y planifica unas peleas ultratrepidantes y divertidísimas. Con lo que crea un cómic en vivo (literalmente, juega con planos que parecen viñetas, pantallas partidas, onomatopeyas que se visualizan, intertítulos y hasta con los dibujos del propio autor para escenificar los flashbacks) y mediante un salvaje trabajo de postproducción logra un producto con una factura técnica muy, muy resultona. Dinámica, arrolladora y llena de triquiñuelas visuales y efectos digitales a porrillo. Con un montaje que se pone videoclipero, justificadamente, cuando la situación lo requiere. Y pisa freno cuando se hace necesario.
Todo dulcísimo contenedor para una historia que apunta a los grandes ítems propios de los amoríos adolescentes. Tópicos, verdades universales, guiños a las experiencias vitales inevitables, llámesele como se quiera. Pero como sea, todo es una gran metáfora (más o menos descarada) del amor como un campo de batalla constante; de cómo el pasado y las malas decisiones sentimentales lo persiguen a uno; del miedo a ser «uno más» para la otra persona; del optar por la introspección para evitar ser heridos.
Los actores están todos estupendos en sus dislocados papeles y la presencia de Michael Cera le da ese plus de sorna postmoderna y desmitificación simpática. En uno de esos casos en los que, a pesar de lo claro de sus directrices, el actor logra hacer suyo al personaje. De hecho, por estima que se le tenga al Scott Pilgrim original, este Scott Pilgrim no deja de ser Scott Pilgrim + Michael Cera. Bien por él.
Pero ah, de las tinieblas surge nuestra parte adulta, la que ya ha superado toda esa turbulencia hiperhormonal, se nos pone serio y nos señala una pérdida relativa de interés en el último tercio de la película. Que han suavizado el contenido respecto al cómic (evitan un arranque gore que estaba presente al final de la novela). Y nos recuerda que, y aquí viene lo malo, ya no estamos para estos trotes. Que en el fondo, «Scott Pilgrim contra el mundo» es una película generacional adaptando un cómic generacional. Que es complicado conectar realmente con esa caterva de mocosos inestables, a pesar del aire «16bit» que desprende todo, y que la valoración debe hacerse desde un punto de vista ligeramente distinto al propio.
Es lo que he estado intentando hacer todo este rato. Pero no me voy a engañar, mi vida va a seguir igual mañana por la mañana.
Eso sí, si la hubiera visto con 15 años lo habría flipado.
¿Aún se dice «fliparlo»?

6’5/10

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Xavi Roldan empezó la aventura casahorrorífica al poco de que el blog tuviera vida. Su primera crítica fue de una película de Almodóvar. Y de ahí, empezó a generar especiales (Series Geek, Fantaterror español, cine gruesome...), a reseñar películas en profundidad... en definitiva, a darle a La casa el toque de excelencia que un licenciado en materia, con mil y un proyectos profesionales y personales vinculados a la escritura de guiones, puede otorgar. Una película: Cuentos de Tokio Una serie: Seinfeld

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Comentarios

  1. jaja me he sentido identificado contigo, yo tengo 15 años y me ha encantado jaja

  2. Jeje, pues eso no sé si dice demasiado bueno de mi persona. Más que nada porque yo tengo algunos más que 15…

    Saludos!

  3. Peliculon, muy parecido al comic, por no decir igual. Todo esta muy cuidado, efectos, coreografias, la MUSICA…la perfecta adaptacion gafapasta.

    La he visto en V.O. y sufro por como han podido cambiar ciertas bromas en la traducción.

    Me ha encantado.

  4. Sí, la verdad es que el paso del tiempo y ese aura de malditismo le han sentado pero que muy bien y poco a poco ha ido erigiéndose en título de culto geek.
    Yo le tengo bastante cariño, pero también es cierto que al tebeo al final también se lo acabé cogiendo y será que se complementan…

  5. hmmm… a mí me decepcionó, en cambio. La vi en casa, en su día, y se me hizo un tostón de cuidado. Alguna cabezadita que otra se me escapó… pero luego miraba a un amigo que la estaba viendo conmigo y el tío estaba igual. Así que con aura friki y paso del tiempo y todo, de acuerdísimo con la nota, jejeje… (este soy yo, metiéndome en conversaciones ajenas)

  6. Pues mi cara viendola era un poema, boca abierta, ojos paralizados…me encanto.
    Tiene de todo, humor, efectos increibles, muchos personajes, su humor me encanta.

  7. Pues yo la vi ayer y me lo pasé la mar de bien (aunque ya sabéis que yo no he superado la etapa teen), si, generacional, pero bien hecha, con un ritmo comiquero y divertido, ingeniosa, y tod@s están muy bien, empezando por Michael Cera (love him) y ATENCIÓN BARRY, Alison Pill, aquí está monísima y lo hace superbien, le cogí cariñito y todo, cosa la cual mola porque la podré ver en The Newsroom sin que me chirríen tanto las tripas.
    No es un peliculón pero resuelve tardes veraniegas con chavalines. Un 7 pa mí.

  8. …a mí es que me sigue pareciendo un tostón XD

  9. Kim Pine (el personaje de Alison Pill) me encanta. La verdad, todos me enacantan Scott, Ramona, Knives, Young Neil, el GRAN Wallace y sus Scotts, Julie… tiene uno de los mejores cast jóvenes visto en tiempos.

    Con el paso del tiempo la idolatro mas y mas. Para mi es casi perfecta.

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