Crítica de El secreto de las abejas
Pues una pena, oigan. No porque le tenga especial cariño a la novela en que se basa, que de hecho ni sabía de su existencia. Sino porque El secreto de las abejas tenía que haber sido un nuevo hito. Una nueva lanza en pos del romance homosexual, normalizado y por tanto sin necesidad de forzar la máquina de la denuncia social (que la hay, ojo, y nada más faltaría… que ahora parece que nos da por involucionar en materia). Por mucho que la historia de amor que surge entre Anna Paquin y Holliday Grainger ocurra en los 50 siendo, por tanto, motivo de crispación social, al final en lo que intenta centrarse la directora Annabel Jenkel (oh sí: responsable de Super Mario Bros) es en el estudio de personajes. Y casi, casi lo consigue. Por mucho que la película no sea especialmente innovadora, ni la mano de la cineasta sea la de Todd Haynes precisamente. Ni que su tándem de actrices, por muy acertado que esté, pueda acercarse remotamente al que formaban Cate Blanchett y Rooney Mara. Al final, la película intenta acercar al público a pie de pista, colocarlo a cortísima distancia de esta relación que nace de la casualidad y poco a poco va creciendo. La táctica, tampoco nueva, pero siempre interesante: hacerlo desde la mirada de un niño. Vamos, cartas seguras para una jugada sin posibilidad de error.
Sin embargo, no lo consigue. Aquí y allá, El secreto de las abejas se va encontrando con auténticas minas de oro a las que lanzarse y sacar escenas para el recuerdo. Pero opta por tirar millas. Incluso se puede llegar cuestionar alguna de sus decisiones, como las formas y la mera existencia de hecho, de la escena más explícita de la relación entre ambas mujeres. Es como si no acabara de tener del todo claro cuándo debe seguir al niño, y cuándo a las dos protagonistas, desconcertando en lugar de calando, en definitiva. De manera que no se genera totalmente el nexo de unión que debía llevar al espectador en volandas hacia un desenlace, de nuevo, cuanto menos cuestionable. Claro, luego el prólogo pretende jugar la lágrima fácil a la desesperada, pero justo antes, Jenkel tiene la mala suerte de crear el momento de mayor distanciamiento a ambos lados de la pantalla.
Queda un drama romántico correcto en todos los sentidos, pero sin lograr sobresalir en ninguno de ellos. Acaso la interpretación de Grainger, en concreto, es la que logra los más vívidos chispazos de una película de sobresalientes intenciones, pero que acaba saltando el rasero de las tv movies de sobremesa de milagro. Siempre nos quedará Carol.
Trailer de El secreto de las abejas
Valoración de La Casa
En pocas palabras
Nobles intenciones que se acaban diluyendo conforme evoluciona en una progresiva desconexión con el espectador. Correcta, pero extrañamente fallida a la vez.