Crítica de Semi-Pro

Que Will Ferrell sea un actor como la copa del pino queda más que demostrado en, por ejemplo, «Más Extraño que la Ficción«. Sin embargo, lejos de querer explotar su faceta más polivalente y seria, Ferrell suele optar por la comedia burda, desenfrenada y surrealista, ámbito en el que realmente se siente a gusto. Y lo demuestra consagrándose cada vez más como uno de los mejores cómicos del momento (con permiso de Steve Carell), le pese a quien le pese.
Solo su presencia es capaz de hacer alzar el vuelo de una película cuando ésta no está a la altura de lo deseado. Y este es el caso de «Semi-Pro».

No es que la película sea un despropósito, ni mucho menos. Se trata de una película de humor de corte deportivo más en la línea de «Cuestión de Pelotas» (la de Stiller, Vaughn, y compañía) que de los desafortunados ejemplos más recientes, como… «Cuestión de Pelotas» (pero esta vez, la de Billy Bob Thornton). Y es que «Semi-Pro» cuenta con más de un acierto.
Para empezar, la película tiene un reparto estupendo, encabezado por un Will Ferrell que se hace amo y señor de la pantalla sin vacilar, y se recrea sin ningún tipo de pudor en un personaje hecho a su medida capaz de las locuras más inusitadas, desde cantar a jugar a básquet, o incluso pelearse con osos. A su lado cuenta con un cachondo Woody Harrelson, que vuelve a las canchas tras «Los Blancos no la saben meter», y un buen puñado de secundarios desternillantes, con algún que otro rostro reconocible que sin duda alegrarán a más de un fanático de la televisión americana. El ejemplo más claro es Will Arnett, quien además de protagonizar la exquisita serie «Arrested Development», ya compartió cartel con Ferrell en «Patinazo a la Gloria».

«Semi-Pro» supone el debut tras las cámaras de Kent Alterman, pero el guión es de todo un experto en la comedia, como es Scot Armstrong, firmante de «Aquellas Juergas Universitarias» (protagonizada por Ferrell), «Starsky y Hutch», y «Matrimonio Compulsivo» entre otras.
Por consiguiente, el humor empleado vuelve a ser socarrón y descerebrado, pero sobre todo muy palpable y visceral, con escenas absolutamente delirantes y otras de lo más dolorosas. A priori, pues, nada que objetar en cuanto al cumplimiento de su objetivo más básico, hacer reír al espectador.

Por último, también es justo mencionar el diseño de producción, que recrea unos fantásticos, oníricos y casi de dibujo animado años 70, que en más de una ocasión llegan a convertirse en un protagonista más.

Sin embargo, desde que Apatow y compañía (de la que forma parte, por cierto, Will Ferrell) revolucionaran la comedia, ahora ya no basta con divertir. A día de hoy, las comedias que de verdad se valoran ofrecen algo más, una chispa de vigorosidad que hace que no se olviden a los cinco minutos. «Lío Embarazoso», «Supersalidos» o «Dewey Cox» (que llegará próximamente a las pantallas) la poseen sobradamente, y mucho me temo que «Semi-Pro», en cambio, no.
Uno de sus problemas más llamativos es que a excepción del protagonista, los personajes no tienen la entereza suficiente para caer en gracia al espectador, lo que significa que en los momentos menos cómicos en los que la historia tiene que desarrollarse, se pierda por completo el interés, bajando el ritmo en más de una ocasión. Por tanto, aunque es cierto que la hora y media de esta película pasa en un suspiro, con más de un momento de diversión y risotada asegurados, no se podrá evitar alguna que otra mirada de rojo al reloj, y eso, en una comedia, es poco menos que imperdonable.
Porque además, es precisamente la trama de fondo la principal debilidad del film. Ni descubre ni aporta absolutamente nada, limitándose a contar una vez más el cuento de hadas del equipo mediocre que a base de superación personal busca codearse con los grandes y hacer que su nombre se escuche lo más alto posible. Como digo, nada nuevo bajo el sol, más bien de lo más viejo, ya que este argumento ha sido tratado con mayor o menos seriedad en infinidad de ocasiones. No deja de sorprender que, en vista de lo manido de su argumento, «Semi-Pro» no haya explotado su vena paródica, algo que hubiera venido como anillo al dedo a una película que en vez de ello, casi parece querer rendir homenaje al género deportivo, manteniendo y sobre todo respetando todos sus lugares comunes.

Así pues, toca hablar de una semi-decepción. «Semi-Pro» es un entretenimiento divertido (en ocasiones muy divertido), pero poco más. Se trata de una de esas comedias más políticamente correctas de lo deseado, que se ven con gusto, qué duda cabe, pero que tal como han empezado los títulos finales ya se ha olvidado por completo. O casi, ya que debe reconocerse que algún que otro gag está de lo más logrado. Tan vez de haberse estrenado hace unos siete años se podría valorar de manera distinta, pero a día de hoy, la verdad, se queda un poco corta.
5,5/10