Crítica de ¡Shazam!
Ojo cuidao (por no usar otra expresión), que lo han conseguido. Les ha costado Dios y ayuda, han tenido que sentarse a una mesa y reconocer de una santa vez que la han cargado. Que llevan años metiendo la pata y desviando cada vez más y más el tiro. Así que nada: borrón y cuenta nueva y ya empezar de cero. Y cuidado, que les ha salido. Ha tenido que ser como era de esperar, en verdad: con una película de orígenes de superhéroe, lo más clásica posible. Nada de cruces con otras sagas más allá de guiños paródicos, nada de universos expandidos, de crossovers, ni ninguna otra pijada que tan bien les sale a unos y tan mal a otros. ¡Shazam! es lo que en su día fue Superman o el Spider-Man de Sam Raimi, sin más. Pero, ojo, que también es algo más, y muy importante: es el mea culpa oficial de Warner-DC. Lo que se intuyó apenas en la casi-pero-no Aquaman, aquí adquiere todo el protagonismo. Eso, borrón y cuenta nueva, y si te he visto no me acuerdo. No son pocos los chistes que apuntan a esa dirección, la de una necesaria desmitificación de los desfasados, superados superhéroes que parecían intocables. Difícil será que escojan éste como camino a seguir, a tenor de los futuros proyectos de la joint venture que tienen montada productora y editorial. Pero al menos, aquí está la clave. ¡Shazam! es la prueba irrefutable de que alguien ahí arriba tienes dos dedos de frente, y ha sabido ver la tremebunda metedura de pata que ha supuesto toda la puesta en marcha de la Liga de la Justicia. Increíble, ¿verdad?
Por supuesto que para poner algo de orden y sentido al Universo DC, han tenido que mirar en la casa de al lado (curiosamente, el nombre original del personaje es… Capitán Marvel). Hay, de hecho, algún que otro guiño explícito el universo Vengadores. Pues vale, es liíito si de esta manera consiguen recuperar la esencia de esta clase de películas. Esencia que no es la oscuridad ni el dramatismo; no es la vacua exageración de efectos digitales; es el concepto de cine de aventura, que se gesta guste o no, desde una correcta elaboración de personajes. Por primera vez en décadas, no hay prisa: no hay nada que enseñar, ni grandes planes maquiavélico-antiheroicos que batir. Aquí el malo no es más que un hijoputa con todas las de la ley, siendo el bueno un niño grande y bonachón que ni se cree esto de los poderes. ¿Acaso Indiana Jones no es exactamente lo mismo? ¿Acaso Superman no abre con un niño de apenas unos meses de vida, y luego se sigue más una historia de amor y descubrimiento personal que otra cosa? Los cómics, así como las películas del recién mentado género, se construyeron para ese espectador, el que va a ver al Tom Hanks de Big antes que al de Philadelphia cuando lo que quiere es evadirse. Y cito tan mítica película (la primera) porque en el fondo la que ahora nos ocupa no es sino un remake de la misma, donde el niño deseaba ser mayor y cuando lo era, no era más que un niño. Lo dicho, como el espectador a quién se dirigen este género en su origen, la desviación hacia las capas en general, y ¡Shazam! en particular. Fuera pues planes maestros, panfletos moralizantes, u oscuridad anímica. Vuelta al divertimento porque sí, a la empatía con el espectador, la añoranza. El gozo es prácticamente completo, y hacía mucho tiempo que esto en DC no pasaba.
Tampoco es que sea perfecta. Al final, como toda película de presentación tiene que pasar por inevitables bajones debidos a sus pasajes más previsibles; y la resolución final podría pasarse a doble velocidad. Desde luego que no descubre la pólvora, y que llegue otra más en una cartelera colapsada últimamente con tanta fotocopia superheroica es jugar con fuego. Pero lo dicho, les ha salido bien. Aún les quedaba una bala en la recámara, aunque para ello tuvieron que robársela a los de Marvel. Bueno, el disparo viene en forma de entretenimiento masivo, completo, y para todo el mundo con independencia de la tirria que se le pueda tener a las mallas, las capas y la gente volando. Porque por encima de todo, aquí se siguen los cánones del entretenimiento. ¡Shazam! está a medio camino entre las comedias (y comedias de aventuras) antes y las buddy movies. Entre gags y buenos valores. Una mezcla casi perfecta entre el querer contar una historia, y el espectáculo, sin que la balanza se decante casi en ningún momento (quizá 15 minutos menos de metraje no hubieran venido mal).
Sin nada que despunte especialmente en ella, con un benevolente tono infantilón, ¡Shazam! es, en definitiva, un logro mayúsculo por hacer que todas sus piezas encajen por primera vez en años. Y, claro, la más gorda es un Zachary Levi absolutamente increíble, divertido y entrañable a partes iguales en su reinvención de Tom Hanks y Christopher Reeve, y debiendo lidiar con un secundario robaplanos como la copa de un pino. Todo sigue un patrón conocido, pero todo funciona a la perfección, siendo estos los 132 minutos más condenadamente divertidos que un servidor le recuerde a DC desde Batman vuelve. Y todo ello, si recurrir siquiera a la baza de lo malsonante. ¿Algo que decir, Ryan Reynolds?
Valoración de La Casa
En pocas palabras
Por fin la asociación Warner-DC ofrece un producto a la altura de los tiempos que corren: ¡Shazam! es lo más parecido a Marvel que haya podido salir jamás de dicha alianza, lo cual es indicador de que al fin han comprendido por dónde tirar. Entretenimiento total, humano y amable.
Trailer de ¡Shazam!