Crítica de Somos la noche
Debutó con La ola, y con ella se ganó el beneplácito de todo el mundo… al menos, en su día. De paso, allí conoció a Jennifer Ulrich, pareja en la actualidad y protagonista de su segundo largometraje tras las cámaras, este Somos la noche que se presentó en Sitges hace ya dos años, obteniendo una acogida dispar: pese a ganar el premio especial del jurado (una de las muchas decisiones abucheadas por la prensa), tímidos aplausos de cortesía acompañaron los títulos de crédito y a duras penas lograron ocultar los pitidos de más de un espectador irritado. En parte, la propuesta se prestaba a esa bifurcación desde un principio. Fiel a su empeño por no dejar a nadie indiferente, Dennis Gansel cambiaba totalmente de registro y proponía una historia de vampiras abogando por un discurso aparentemente feminista y rompedor en un universo tan manido como el chupóptero. El problema: buena parte de la sorpresa acaba antes de entrar a la sala, justamente por el cambio de registro inesperado en un director del que se esperaba un cine más abiertamente comprometido, social, o lo que sea. Luego, ay, la película tarda bien poco en desinflarse y la dualidad de opiniones parece responder en verdad a factores ajenos a la calidad del producto final…
Ciertamente, el planteamiento inicial es un dulce esperando ser lamido y relamido: en Alemania, un grupito de vampiras ha acabado con el sexo opuesto en su raza, al considerar que el hombre (ya sea vivo o no-muerto) está muy por debajo de la mujer en la escala evolutiva. Ahora, se dedican a vivir la noche por todo lo alto, yendo de discoteca en discoteca, llevando sus vidas al límite y alimentándose siempre que haga falta sin mayor trascendencia. En estas, la cabecilla del grupo se enchocha de una joven a la que convierte para añadir a su chupipandi e introducirla en la vida de excesos que se gastan. Y al principio bien, pero como era de esperar, estas cosas siempre se acaban torciendo.
De manera que Somos la noche se descubre como un entretenimiento desenfadado y bastante pasado de vueltas, que además se presenta con un acertado aspecto aparentemente impersonal pero con la evidente voluntad de ser todo lo petardos que se pueda. Imagen colorista, montaje cuanto menos animado y escenarios excesivos van como anillo al dedo para sus exagerados personajes y los líos en que se meten (ojo a su peculiar manera de tomar el sol), haciendo de todo ello una suerte de improbable mezcla sangrienta entre las vampiras de Jess Franco y las de Sexo en Nueva York. En definitiva, se establece cierta relación de amistad entre pantalla y espectador. Entretiene y entra por la vista pese a que con ello se asuma el riesgo de quedar en el olvido antes de lo deseado. Si todo hubiera seguido por estos derroteros, el colofón hubiera sido completo.
Pero no. De golpe y porrazo algo en ese vínculo se quiebra, y el distanciamento que resulta de esa ruptura es total e irreparable. Llegada más o menos al ecuador de su metraje, Somos la noche se convierte en una cinta de acción mucho más vulgar, mediocre y carente de gracia. Un repentino ataque de seriedad por parte de Gansel derriba la única pared maestra con la que aguantaba el tinglado, como es la sanísima virtud de no tomarse en serio nada, empezando por ellos mismos. Busca una dignidad artística, un saber hacer que dote al conjunto de sobriedad y le haga ganar peso, y lo único que gana son ingentes cantidades de pesadez. Si al menos fueran unos minutos…
Es tal la relevancia de este desatinado bloque que a fin de cuentas, el film se podría partir perfectamente en dos. Una primera parte de aprobado con nota, pero una segunda floja, floja. Tanto que afecta demasiado, condena sin remisión, y acaba dejando a Somos la noche en un muy entristecedor lo que pudo haber sido y no fue. Lástima.
5/10
Jo… Hasta me olvidé no solo que la había visto si no que fué en Sitges. Que pedrusco. Vamos, que no es lo que quiero ver cuando estoy en Sitgessssss…
Juas, me encanta lo de pedrusco. Con permiso, lo acuño como palabro oficial casero para designar películas así.
Y mira que esta empieza bien y promete lo suyo, eh?
Gracias por pasarte por aquí!
Una de las películas que más me ha decepcionado.No funciona en ningún aspecto.Ni la parte de terror (es de vampiros,¿no?),ni la poco convincente historia de amor (¿era necesaria?9 ni,lo peor de todo,el feminismo de chichinabo que muestra.O sea,los hombres no valen para la civilización,y lo que hacen las mujeres sin ellos es…irse de fiesta cada noche.Pues menuda chorrada.
Juas, chorrada es, pero a mí, mientras se las da de chorrada ella misma, no me desagrada. Lástima que luego intente ir de seria por la vida. Porque entonces sí, la chorrada pasa a ser, simplemente, una mala película…