Crítica de Spartacus: Dioses de la arena (Spartacus: Gods of the Arena)

Spartacus: Dioses de la arena

Hace tres años, la cadena Starz pegaba el pelotazo con su alegre interpretación del celebérrimo Espartaco, esclavo, gladiador y revoltoso héroe del pueblo romano. Su versión, pasadísima de rosca, contaba con varios valores para el éxito, algunos de ellos con nombre y apellidos: un equipo capitaneado por Sam Raimi y Steven S. DeKnight (Smallville) en labores de producción, y un inolvidable Andy Whitfield como protagonista absoluto. Pero acabada la exitosa primera temporada, la tragedia se cebaba con este último, y un violento cáncer (que a la postre acabaría prematuramente con su vida) le forzaba a abandonar los platós a última hora, dejando a la cadena compuesta y sin serie. Se tomó entonces una decisión tan honrosa como arriesgada: mientras el actor luchaba por su vida, el show que le catapultó a la fama le esperaba (todos confiábamos en su recuperación) y estrenaba ese año una precuela/spin-off: Spartacus: Dioses de la arena (distribuida por la 20th Century Fox a nivel doméstico) echa la vista atrás para contar los orígenes de la casa de Batiatus, capitaneada por el siempre estupendo John Hannah, y para establecer el background de alguno de sus personajes principales (Crixus – Manu Bennett, Lucretia – Lucy Lawless, o el Doctotre – Peter Mensah). Y de paso, convierte a un carismático Dustin Clare en personaje principal de la función: Gannicus, otro gran gladiador a quien volveríamos a ver en la temporada siguiente… Pero no adelantemos acontecimientos.

Centrémonos en la que nos ocupa, en este parche que se sacaron de la manga a última hora, y que como tal debe tomarse para entender tanto sus pros como sus contras. En la primera cara de la moneda, una forma de salir al paso, de tirar para adelante un proyecto que de haber sido congelado hubiese significado su fin; y un ejercicio de completismo obligatorio para los fans, sin nada que aportar a la línea argumental principal, pero añadiendo aquellos matices que explican algunos de los rasgos principales de la personalidad de unos y otros, dejados en el tintero en la temporada anterior. Pero sobre todo, lógico, una apuesta al caballo ganador: cierto, Spartacus: Dioses de la arena no desvela nada y pese a echar luz en el pasado de más de uno, no cuenta lo suficiente como para mirar a este o aquél desde otro prisma. Pero eso es porque mantiene la línea de superficialidad con la que toda la serie trata a sus personajes y sus acontecimientos. Se limita, en definitiva, a tirar de la fórmula que saben que funciona, porque es lo único que en verdad quiere el público. Sangre y sexo explícitos, escenas de acción que abusan del bullet time, y la anteposición de lo espectacular por delante de lo profundo. Para crear posos dramáticos ya están otros, aquí se viene a gozar de la explotación del producto-palomita.

Teniendo esa premisa clara desde el principio, Dioses de la arena se disfruta casi de la misma manera que la temporada anterior, Sangre y arena: llevando el concepto del guilty pleasure hasta el paroxismo puesto que aquí, directamente, no hay nada que contar. Aquí se viene a sentarse en el sofá para recibir seis sesiones de una hora (así de cortita es la serie) de lanzamiento de objetos entre lo gore y lo moralmente cuestionable a los ojos, pero también entre lo hortera y kitsch, lo cutre y lo posmo. Esta temporada 0 tiene poco que envidiar a la anterior, al ser prácticamente un calco de la misma.

Pero ojo, que por ahí asoma también la cruz de la moneda. Por supuesto que eso es lo que esperamos de la serie y por supuesto que cumple de sobras con este cometido (y además, habría que sumarle el punto extra de simpatía por parte del espectador, sabedor de la situación con Whitfield), pero se juega un poco demasiado con fuego en Dioses de la arena, al coquetear descaradamente con el vacío más abismal, poniendo demasiado en evidencia su total intrascendencia y su justísima vinculación con el desarrollo (que no el universo) de la serie en sí. Una sucesión de batallas, líos y traiciones que no pasan de lo anecdótico, y que habida cuenta del escaso recorrido de la saga entera, hubiese tenido mayor justificación bien como primera temporada, o bien mucho más adelante, en un futuro supuesto en que la serie hubiese alcanzado un estatus que aún no tiene. Pero como decíamos, los acontecimientos externos fueron los que obligaron a la aparición de este invento, que no da un solo paso hacia adelante, pero como mínimo tampoco los da hacia atrás, garantizando la misma diversión de siempre. Y mejor eso que nada, oigan.

6,5/10

 

Y en el DVD…

Por las características de la serie (su duración atípica) había dos maneras de presentar esta edición en DVD. Se podían comprimir tres episodios en cada disco, u optar por una solución algo menos económica, caso por el que se ha optado. Son dos capítulos por disco, en un total de tres DVDs que incluyen, en el último de ellos, un aluvión de extras. Y el resultado es una explotación al máximo de las posibilidades del formato. La calidad de imagen y audio de Spartacus: Dioses de la arena sorprende para bien, alcanzando niveles muy por encima de lo habitual en packs de series. Gran nitidez de la imagen, un grano apenas evidente, y efectos de sonido apabullantes cuando la acción lo requiere. Pero es que además, la edición en DVD (que es la que hemos podido catar) consta de un sinfín de extras. Ojo:

  • Starz Studios: Dioses de la arena. 14 minutos con entrevistas a todo el equipo, ya sea técnico o artístico, para que den su punto de vista sobre la serie y expliquen de paso los pormenores del rodaje.
  • Armas de destrucción masiva. Un clip corto (unos 3 minutos de duración) centrado en el diseño de las armas que pululan por la pantalla, y el entrenamiento con ellas para lograr esa coordinación perfecta de las infinitas peleas de la serie.
  • La gran batalla: Anatomía de una escena. En poco menos de 6 minutos, este mini-documental desmenuza, literalmente, la apoteósica pelea final. Se explica todo su proceso de creación, poniendo más que en evidencia lo complicado del mismo, y haciendo hincapié en la relevancia de la secuencia, hasta el momento lo más grande que se ha visto en la serie (según las palabras del propio DeKnight)
  • En el rodaje con Lucy Lawless. Este es, quizás, el extra más desaprovechado: 6 minutos que muestran un día entero de rodaje para Lucy (princesa guerrera) Lawless, y que como y tal resulta de lo más gracioso, pero no nos engañemos: la torridez de su personaje daba para mucho más. No habría estado de más llevar el vídeo al límite de la comodidad de la actriz, y vincularlo al sexo, que es a lo que en resumidas cuentas se vincula su personaje…
  • Desmembrar a alguien en 10 fáciles pasos. La descorazonadora corrección del extra anterior se ve compensada, con creces, con este recopilatorio de los momentos más gore de la serie, presentados además con todo el cachondeo del mundo. Atención a la musiquilla inicial de semejante burrada.
  • Post producción: La ejecución final. El habitual vídeo explicativo de cómo se introducen los efectos visuales y sonoros en la serie. Unos 7 minutos cuanto menos curiosos.
  • Entra en la arena: Diseño de producción. 3 minutos y medio con poco secreto: se hace hincapié en el polvo real de la arena versus los escenarios verdes.
  • Vestido para matar. Pese a lo poco estimulante de su premisa (bingo: documental sobre el vestuario y maquillaje de la serie) se agradece que se le haya dedicado algo más de tiempo, unos 6 minutos, a este mix de declaraciones y escenas de rodaje que demuestran lo importante de este apartado, tan relegado a segundas divisiones en séptimo arte en general. Con las formas de vestir de uno y otro se dice mucho de su personalidad…
  • El debate. 6 minutos de la rueda de prensa del Comic-Con.
  • Meteduras de pata en la arena. Inesperadas tomas falsas (unos 5) que por supuesto cuentan con John Hannah como principal protagonista. Compartir plató con este tío ha de ser la monda.

Bien, a la vista está que no se han quedado cortos con los extras (y ojo, que su edición en Blu-Ray incluye otro más: Secuencia 3D de la batalla en el anillo de fuego), por lo que la relativa intrascendencia de la temporada en sí se compensa, y de qué manera, con una más que cuidada presentación, muy por encima de la de otras series de mayor relevancia. Ya sería la repanocha que además contara con menús animados, de aquellos que tan bien entran por los ojos. Ah, que sí que los tiene…

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En diciembre de 2006 me dio por arrancar mi vida online por vía de un blog: lacasadeloshorrores. Empezó como blog de cine de terror, pero poco a poco se fue abriendo a otros géneros, formatos y autores. Más de una década después, por aquí seguimos, porque al final, ver películas y series es lo que mejor sé hacer (jeh) y me gusta hablar de ello. Como normalmente se tiende a hablar más de fútbol o de prensa rosa, necesito mantener en activo esta web para seguir dando rienda suelta a mis opiniones. Esperando recibir feedback, claro. Una película: Jurassic Park Una serie: Perdidos

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