Crítica de Suspiria (1977)
En mi afán por ponerme al día con todas las películas que tengo y me faltan por ver, ayer noche abrí de nuevo el pack de terror italiano de la Fnac, y cogí Suspiria. Era el turno del juguetón Dario Argento.
Una joven (Jessica Harper, que según Imdb salió en Minority Report) ingresa en una academia de baile, y la misma noche asesinan a una de las alumnas. Lo que al principio parecía una fructífera y agradable estancia en Alemania (pues allí estaba la academia… aunque nadie diga una sola palabra en alemán en toda la película), acabará convirtiéndose en una pesadilla, en la que nada será lo que parece…
Tras el pedazo de resumen que os acabo de hacer (lo cierto es que no querría desvelar mucho más del argumento, cuanto menos se sepa mejor), pasaremos a lo que realmente os importa: mi opinión personal.
La película es de 1977, con lo que reúne todos los despropósitos que ello conlleva: efectos especiales que dejan bastante que desear, sonido chungo y estridente (lo que también se conoce como stereo), y algunas actuaciones lamentablementes (las de la protagonista y su amiguita, Stefania Casini…que alguien las dispare). De Miguel Bosé hablaré más adelante. Aun así, se nota la mano de Argento, un auténtico virtuoso de este género. La película resulta bastante atípica e interesante, asusta en ocasiones puntuales (y eso es decir mucho), aprovecha a la perfección los recursos disponibles de la época y la escasa inversión financiera (o eso, o les han pagado mucho y se lo han gastado en bares y prostíbulos), y goza de un clímax final muy bien logrado.
El guión está escrito por el mismo Argento, en colaboración de Daria Nicolodi, y nos presenta una historia bastante original, aunque lamentablemente a veces desvaríe creando situaciones sonrojantes (véase la larga, infinita, y repetitiva explicación de Stefania Casini a Jessica Harper sobre la respiración de la directora del colegio). Además, desaprovecha varios personajes de lo más freak: un tal Pablo, que es algo así como el botones deformado; un niño macabro de estos de mirada en-ocasiones-veo-muertos-porque-estoy-poseído-y-si-me-tocas-te-mueres; y un par de amiguetes de la academia, como Olga (Barbara Magnolfi) o Miguel Bosé (que sí, que sale, lo juro).
Suspiria (1977) se hace cansina, aunque luego vuelve a engranar motores
Por si fuera poco, tras unos estimulantes quince minutos iniciales, la película baja el ritmo y de qué manera, llegando a ser algo cansina, mas o menos hasta pasados otros veinte minutos, donde luego vuelve a engranar motores.
Aun así todo funciona, en gran parte gracias a la magnífica fotografía (a cargo de Luciano Tovoli). El edificio en que se centra la acción es cargante y claustrofóbico, todo él iluminado con intensos flashes de irreales y vivos colores. Todo es muy rojo, o muy azul, o muy verde. No hay medias tintas.
Mención a parte tiene la banda sonora que, con la ayuda (¿?) del estéreo, a veces supone un incremento de locura por parte tanto de la protagonista como del espectador, con enfermizas melodías repetidas constantemente, mientras que otras resulta tan chirriante como para verse obligado a bajar el volumen de la tele (¡craso error! El sonido está tan bien editado en el Dvd que no se oye absolutamente nada de las conversaciones a menos que no pongas más alto el sonido… y entonces acabas en una pelea infinita entre el mando y tú). Pero la culpa de esto no la tiene Argento, compositor del tema principal.
Algo curioso ocurre en un par o tres de escenas, en que, para crear más mal rollo, la música se detiene en seco para escuchar únicamente una respiración, o una puerta intentando ser forzada, o los desconsolados gritos de alguna alumna… reconozco que lo pasé muy mal en alguna de estas ocasiones.
Dejando de lado sus dotes de actor, lo cierto es que Bosé baila bien
Pocas cosas quedan ya por decir, así que las dejaré para luego, que ahora tengo ganas de hablar de Miguel Bosé. Más que nada, hay algo de este misterioso amante bandido que no entiendo: ¿por qué leches hace tanto el ridículo bailando en sus conciertos? Porque en Suspiria, Bosé interpreta a Mark, un prometedor bailarín que a duras penas puede pagarse la carrera, y que por tanto se ve obligado a solventar sus deudas haciendo «toda clase de trabajos» para la directora (tanta profundidad, para que luego el personaje aparezca en ocasiones completamente intrascendentes, con diálogos vacíos, y sin ningún tipo de protagonismo, por pequeño que sea). Dejando de lado sus dotes de actor (inexistentes), cierto es que baila bien, se curra unos pasitos que le salen niquelados. Debería replantearse sus coreografías. En fin, que Miguel Bosé aparece en la peli, y no pinta nada de nada, pero ahí está.
Sigamos, que me pierdo. Y es que no me gustaría acabar esta entrada sin hablar un poquito de las dotes como director de Argento (de quien intentaré hacer un especial antes o después). Pese a que haya un par de escenas que rozan el ridículo, básicamente debido a las limitaciones de la época, muchas otras gozan de un enorme poderío visual, así que voy a poner un par de ejemplos de ellas.
Escenas chungas de la muerte: principalmente dos.
-El ataque de un murciélago, que es una pelota unida a dos alas de plástico que se mueven peor que los dinosaurios de El Mundo Perdido (la de 1925). Mi abuela hace albóndigas que dan más miedo.
-Otro ataque, esta vez de un perro, a la garganta de un hombre. Pese a que se intentan disimular las limitaciones técnicas mediante diferentes enfoques y montajes, en ocasiones Argento no puede evitar mostrar dónde está mordiendo el perrito, por lo que se recurre a un triste muñeco de cero movimientos, que colocan encima del cuello del actor, y que éste haga el resto. Bastante triste, la verdad.
Escenas de gran gozo:
-La muerte inicial, bastante rebuscada y con un corte final muy gore.
-El brillo de unos ojos amarillos en medio de la noche, a través de una ventana, que luego desaparecen sin más (todo esto en un profundo silencio roto apenas por el viento).
-Un cuello que rebana el/la asesino/a, secuencia en primerísimo plano que recuerda vagamente al ojo que en su día diseccionó Buñuel en El perro andaluz.
-La plaga de larvas que a un cierto punto (y sin venir mucho a cuento) inunda la academia.
-Todo el clímax final, con guiños a Poltergeist y a Repulsión (de obligatoria visión para todos aquellos que sepan apreciar el cine).
-Algo que me hizo mucha gracia: la aparición de un cadáver con los ojos bien abiertos y (redoble de tambores) chinchetas clavadas en las mismísimas pupilas. Me recordó al entrañable Niño con los ojos de clavo de Tim Burton (poesía recogida en su libro La melancólica muerte de Chico Ostra).
Y ya está. La película es muy aconsejable (obviamente, absténganse defensores a ultranza de Truffaut o Antonioni), y pese al poco gore, el que tiene es característico y encantador.
Dario Argento nos regala otro juego entretenido fruto de su insana chota. Desde luego, vale la pena jugar.
Oye, que lo mismo también te interesa…
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El color de la película es así porque se usó technicolor, buscando recrear los colores de la película de Disney, Blancanieves ya que Argento indicó que encuentra a esta película terrorífica, además eligió a la protagonista por la misma razón. Se parece a Blancanieves
Jajaja Miguel Bosé probablemente no se luzca en esta película pero los dotes de bailarín se notan ya que de hecho tiene entrenamiento como bailarín clásico y sobre sus dotes actorales para tener una perspectiva más amplia sugiero ver "Tacones Lejanos" de Almodovar ya que allí su personaje cobra protagonismo.
Bueno, pues apuntado queda todo. La verdad es que ignoraba el rollo Disney (manda pelotas la cosa), y que Bosé tuviera dotes para la actuación :P
Es de las mejores; los colores, son hipnotizantes y es como los buenos vinos. Aunque me dejó con sed de una danza brujeril o algo parecido.