Crítica de Sylvie’s Love
Muchas veces vemos homenajes a determinados géneros musicales en el cine, pero aunque muchos de ellos lo intentan, rara es la vez en que una película es capaz de parecerse al estilo en sí. De adoptar sus tempos, de acompasar al espectador a unos ritmos muy concretos; que hasta los colores que tiñan la pantalla transmitan lo mismo que las notas a las que quiere aludir. Bien, pues si Sylvie’s Love no es un ejemplo perfecto de ello, se queda muy, muy cerca.
La película de Eugene Ashe (escribe, dirige y produce) cuenta una historia de amor en la Nueva York de finales de los 50/principios de los 60. En concreto, la de una chica que trabaja en una tienda de discos y sueña con dedicarse a la tele, y un chico que empieza su carrera como saxofonista de jazz. Conforme se construye su relación, se nos sumerge en un vinilo de John Coltrane o de Glenn Miller sin necesidad de que se nos recuerde a cada momento la intención de ello. Ah, y de paso se nos hace viajar en el tiempo, al cine de la misma época en que se sitúa Sylvie’s Love.
La diferencia entre esta reverencia al pasado y las intentonas que hemos ido viendo últimamente de la mano de Damien Chazelle o Michel Hazanavicius, es que su propuesta siempre sitúa el homenaje a la música, así como a Douglas Sirk, Marilyn Monroe o Cary Grant, al servicio de la película, y no al revés. De manera que, como en una buena jam session de jazz, todas las piezas se acompasan a la perfección por el bien común, sin forzar la máquina para que una sobresalga por encima de la otra. Y eso que Eugene Ashe recurre a un gimmick visual tan significativo como el de The Artist, en este caso un filtro cromático que remite al technicolor, y que va como anillo al dedo a un estilo clásico, tanto a nivel de montaje como de cada uno de sus planos. Traducido en: su visionado es una auténtica delicia para la vista.
Pero insisto, que me pierdo, en que más importante que el cine clásico es la música. Decía que ver esta película es casi como darle al gramófono, y es que el jazz lo impregna todo, sale de cada uno de sus poros, más allá de su argumento: empezando por los tempos, pues hay pasajes que casi podrían verse chasqueando los dedos, otros más de interludio, y momentos climáticos siempre acompasados con el resto de la melodía. También el marco en el que se desarrolla la trama, y que nos acerca a las vivencias de una banda de músicos negros (con lo que ello implica) abriéndose camino por diversos locales neoyorquinos de la época. Y por supuesto la banda sonora, de un Fabrice Lecomte que se suma a la sesión a sabiendas de que para evitar el empacho, para que su pieza también encaje, debe ofrecer variaciones.
Y luego, claro, está la trama en sí. Una relación sentimental clásica contada con elegancia y sin prisas, con el suficiente espacio para que su soberbio reparto (Tessa Thompson y Nnamdi Asomugha) haga crecer a sus alter egos. Sin embargo, cierto es que de tan clásica, es previsible. No le hubiera venido mal, al disco, cortar alguna de sus canciones en el bloque central. Lo que no sobra es honestidad: el único foco de interés de Sylvie’s Love es esta relación, le pese a quien le pese. Y por más que pueda verse afectada por la situación social del momento, el tiro no se desvía: una pincelada sobre el papel de la mujer en la sociedad, otra sobre el racismo, pero sin decantar la balanza. No ibas a meter una canción de hard rock en un disco de jazz, ¿no?
Y el resultado, imagino que ya se intuye, es una delicia. Es posible que Sylvie’s Love peque de argumento trillado y simplón, y que a la postre, eso repercuta en sus posibilidades de perdurar. Pero uno no puede sino rendirse ante el precioso rato que Ashe y compañía le hacen pasar. Una película que reconforta y se torna melancólica a la vez, una carta de amor que se antoja crepuscular a un cine y una música que tienen todas las de desaparecer. No le cambiará la vida a nadie… pero hará que te vayas a dormir con la sonrisa puesta. Bien lo merece, ¿no?
Trailer de Sylvie’s Love
El director habla de los referentes de Sylvie’s Love
Reseña de Sylvie's Love
En pocas palabras
Exquisito homenaje al cine de los 50 y 60 y, sobre todo, al jazz. Y es que ver esta película es lo más parecido a asistir a una jam session en una sala neoyorquina de hace 60 años. Y no porque haya demasiados conciertos precisamente.