Crítica de Tengo algo que deciros
Ferzan Ozpetek es uno de los varios directores a quienes debemos esa pequeña reinvención de la comedia romántica italiana vivida en los últimos años; aquella que tiene en «Manuale d’amore» quizás su más relevante abanderado, pese a que eso suponga limitar las dimensiones que adquiere esta clase de cine, y que en realidad lo sazonan tanto como para darle o bien un gusto más dulzón, u otro algo más ácido, incluso amargo, hasta acabar por alterar el término que define al género y dejarlo en dramedia pura y dura.
Entre estos últimos dos sabores se suele mover la filmografía del cineasta turco (pero afincado en Italia), de quien por las carteleras españolas se han dejado ver cintas como «Hamam: el baño turco», «El hada ignorante» o «La ventana de enfrente», y cuyas fuentes de interés suelen ser las mismas, a saber: la convivencia entre culturas distintas y la introducción de la homosexualidad en la sociedad.
En este sentido, «Mine vaganti»(cuya traducción sería algo así como minas errantes… desde luego nada parecido a su horrible versión española) viene a suponer una muesca más en las dos obsesiones de Ozpetek, teniendo mucho más de lo segundo que de lo primero, y de hecho alterando sensiblemente la temática cultural hasta dejarla en un enfrentamiento entre vida de pueblo cerrado y vida de ciudad cosmopolita, por así decirlo. Ese pueblo cerrado se encuentra en Puglia, adonde va a parar Tommaso desde Roma dispuesto a revelar a su familia (anclada en el pasado, amante de las tradiciones y perfeccionista con su imagen pública) su homosexualidad. Ha tardado en armarse de valor, puesto que sabe lo que una bomba así puede suponer en especial para su progenitor, hombre hecho y derecho quien por cierto posee una importante empresa que quiere dejar en herencia a sus adorados hijos. Durante la cena en que se dispone finalmente a sincerarse, uno de sus hermanos se le adelanta y para sorpresa de todos, desvela él también un secreto que llevaba recluido en su interior lo indecible, provocando un improvisado cambio en los planes de Tommaso.
Sin ánimo de desvelar nada más (puesto que en ese secreto inesperado se esconde buena parte de la gracia del film) «Tengo algo que deciros» despliega en sus primeros compases todos y cada uno de los tics de la nueva comedia italiana: desde la caracterización de todos sus personajes a la puesta en escena o la banda sonora, todo en ella vuelve recurrir al estado de ánimo sereno, al cielo totalmente despejado de nubes… en definitiva, a la intrascendencia/inocuidad del cine tipo familiar para disfrutar en temporada festiva y a ser posible previa comilona. Los tópicos se suceden a ritmo sorprendente (sólo llevamos unos pocos minutos) hasta llegar al extremo de que, sic, la empresa de la familia no es sino una productora de pasta. Ya sólo queda poner las manos en posición de ma che cosa… Ahora bien, algunos detalles invitan a la esperanza de cierta frescura: no sólo su innegable (a la par que buscado) buen rollo, sino cierto flashback poco concreto (y a mi juicio innecesario), y sobre todo la descripción del protagonista interpretado por Riccardo Scamarcio (“Manuale d’amore 2”), cuya homosexualidad se esconde tras una actitud sumamente normal (¡ya era hora ver a un gay en pantalla que no fuera una loca empedernida!) y sólo asoma momentáneamente en la privacidad de su habitación. Entre esos toques y el inesperado giro que toman los acontecimientos, Ozpetek logra hacerse contra todo pronóstico con la atención del espectador, a quien sigue cuidando después a base de no pocos aciertos que maquillan la simplicidad de base.
Básicamente, los puntos fuertes del film se hallan en dos principales focos de interés: el primero y más importante, por supuesto, esa negrura que su guión alberga y a la que da rienda suelta de manera tan velada como evidente (la infelicidad de muchos de sus personajes, los atrasos por los que la sociedad todavía pasa…). Y el segundo, apuntes. Apuntes como el de la existencia de una masajista tolerada por parte de la madre resignada o la descripción de la abuela de la familia (único clavo al que ir a amarrarse por parte de los nietos), otorgan una pincelada más a ese retrato familiar que propone el director, si bien acaben cayendo en lo obvio y también sufran ese proceso de sintetización general (para justificar algún gag y poco más). Claro que en la otra mano nos topamos con ciertos excesos del mismo Ozpetek, totalmente innecesarios y puntualmente hasta irritantes: el montaje de la cena a base de bocadillos es de un relamido que escuece.
Y es que así va “Tengo algo que deciros”, zozobrando en todo momento hacia un lado y a otro con un metraje que, la verdad, quizás hubiera mantenido mejor la verticalidad de haber sido reducido (¿eliminando tal vez los flashbacks?).
Una muestra más de tal zarandeo: la introducción de cuatro amigos gays, esta vez sí convertidos en parodia próxima al patinazo. Su repentina aparición molesta, rompe con la armonía que hasta aquél momento había logrado el film y encima tiene el dudoso honor de recolocar en la realidad los sentimientos de un público con quien la película ha jugado con impudicia. Y sin embargo, poco a poco se van haciendo simpáticos, especialmente desde que le dedican un homenaje a la saga de “Agárralo como puedas” (!), hasta acabar alzándose con el beneplácito general.
En el fondo, a la película le pasa lo mismo: tiene que ganarse la aceptación del espectador y le cuesta lo suyo, pero su correcta factura, su capacidad por entretener y (casi se me pasa) el acierto de su reparto acaban pesando más. Así que al final de la proyección se puede reconocer tranquilamente su disfrute sin que nadie se rasgue las vestiduras por ello.
6/10
Buenas Capitán:
Solo un apunte: Mine Vaganti significa literalmente Cañones Sueltos y su traducción por su sentido figurativo es Balas Perdidas en español.
Bueno, te agradezco la ayuda, pero temo que te equivocas… Soy italiano, y mine vaganti significa exactamente lo que digo, pero es más, en los extras del DVD (la película se estrenó hace mucho en Italia) los propios autores afirman que el hecho de llamarse así es porque los personajes son como minas que vagan por el mar a punto de estallar. Si lo piensas, todo el sentido del mundo!
En todo caso, se agradece el intento!
Grazie mille!
veo aqui que no me equivocaba cuando comente en la peli cuestion de principios sobre el tema de el localismo y la idiosincracia
A mi esta peli me parecio HORROROSA y sin embargo para ti es buena
Por suerte para gustos los colores
saludos