Crítica de Terraferma
Siguiendo en la línea de uno de sus filmes más logrados, Respiro, Emanuele Crialese se traslada a una pequeña isla próxima a Sicilia para narrar, al menos en apariencia, una historia totalmente cotidiana de sobre sus habitantes. Se centra, principalmente, en una familia de pescadores con sus anécdotas, sus cicatrices y su ritmo de vida cambiante o más bien adaptable al turista, que cada verano puebla el lugar. Precisamente un nuevo aluvión de visitantes marca uno de los dos puntos trascendentales de la película, importantísimo para descubrir en profundidad al personaje sobre el que gira el grueso de la misma: un joven Filippo que siempre ha vivido con su madre, trabajado con su abuelo, y movido dentro de los límites de la isla (que de tan pequeña que es, ni siquiera aparece en mapas), se relaciona con tres jóvenes de diversas partes de Italia, a quienes hace de guía y alquila su casa mientras él y su madre se recluyen en el sótano. Hace tilín una chica de Milán, por cierto. Ahora bien, el segundo punto fundamental en el entramado de Terraferma trastoca los planes de propios y extraños: el cada vez más evidente problema de la inmigración ilegal hace acto de presencia marcando significativamente el devenir de los acontecimientos. Son por tanto dos frentes los que abre Crialese (director y guionista) para componer su film: si durante su primera mitad es un relato costumbrista que permite al espectador respirar los cálidos aires del sur de la bota, la segunda se enmarca en el cine de denuncia puro y duro, hacia una sociedad atrancada en la hipocresía y el racismo. ¿El resultado? Dispar, pero encomiable.
Es dispar, porque parece que Crialese se sienta mucho más a gusto con las historias sobre pescadores, amas de casa y gente de pueblo. De manera que la parte que se centra en los habitantes de la isla, en sus relaciones y las que mantienen con los turistas se antoja de lo más natural y creíble. A ritmo ligero, Filippo y compañía se van desflorando ante los ojos del espectador, y aunque pudiera parecer intrascendente, la descripción que se lleva a cabo de buena parte de la sociedad italiana no tarda en descubrirse certera y en adoptar mayor peso de lo temido.
Sin embargo, no tanto con el primer conato de denuncia (esa llegada de inmigrantes a pleno sol que aún haces las veces de plataforma de salida para un par de pasajes encomiables), pero sí poco más allá, cuando Terraferma adquiere esta nueva vestimenta social, algo se diluye. Ese estimulante canto a la cotidianidad da paso a un mucho más básico discurso sobre los problemas de las pateras con el sur de Italia (en alguna ocasión hasta peca de cierto oportunismo), de los que no hay duda que merecen ser tratados, pero quizá no acaben de casar con el film y los derroteros que este se autoimpone al principio. Tirando de clichés y de reversos argumentales más bien esperables, buena parte de la mordida inicial se pierde en pos de lo que por momentos se acerca a un berrinche salido de madre. Y repito, no es que se pretenda desde aquí quitar hierro a la gravedad del asunto tratado.
Puede servir como ejemplo de dicho colapso el molesto contraste entre el estilo sobrio pero elegante que calza durante la mayoría de su metraje, y el punto más obvio de su perorata, rodado a cámara lenta, en silencio y con infinidad de planos de ojos perdidos y manos anónimas socorriendo. Lo dicho: efectivo, pero demasiado burdo.
Lástima, porque por lo demás, la verdad es que Terraferma es un film francamente válido. Hay incluso quien no duda en asemejar sus mejores pasajes a los grandes de la cinematografía italiana. Desde aquí no cometeremos semejante temeridad, pero sí recomendamos su visionado que no sólo demuestra que no todo son comedias románticas en el país de la bota, sino que aun lejos de la perfección, garantiza pasajes de gran calidad con los que entretenerse, descubrir nuevas geografías, y recapacitar un poquito, que nunca está de más.
6,5/10
Habiendo leído la crítica,muy bien hecha,por cierto,como siempre,me da la sensación de que podría tratarse de una película en la que el público encuentre que le falta chispa,podría ser considerada como un plato de ingredientes de gran calidad,pero,que no se ha sazonado debidamente,por muy correcta que pueda ser en muchos aspectos,dudo que buena parte de los espectadores sepan apreciarla como merece y sea considerada de manera injusta.
Insisto en que es la impresión que me ha dado al leer la crítica,pudiendo ser errónea por una torpe comprensión.