Crítica de Thalasso
La suerte que tengo, es que ya existe un precedente. Que cinco años antes de Thalasso llegó El secuestro de Michel Houellebecq, por lo que ahora ya cuenta con su público o, al menos, el espectador que se haya enterado de la existencia de este microuniverso cinematográfico, ya sabe a lo que atenerse. De lo contrario, me hubiera costado horrores hablar de una película con la que me lo he pasado teta, pero que no me atrevería a recomendar alegremente.
Y es que Thalasso es una inesperada secuela directa de aquella. Han pasado cinco años desde ese secuestro, y ahora Houellebecq está en un centro de talasoterapia, por razones no del todo claras ya que a él, parece, todo esto le chupa el pie. No le dejan beber su botella de vino durante las comidas, no le dejan fumar tranquilo, y le someten a un buen puñado de terapias que se le antojan torturas. A él y a otro que tal, Gérard Depardieu, con quien coincide de casualidad y con el que empieza a pasarse las normas del lugar por el contraforro, mientras debaten sobre la vida, la muerte, la política o las amenazas de la talasoterapia para el pene.
Vamos, que la nueva propuesta de Guillaume Nicloux estira la broma inicial para convertirla en una saga que, a saber, puede alargarse tanto como sus implicados quieran. Igual que los viajes por el mundo de Michael Winterbottom, Steve Coogan y Rob Brydon. Se juega la carta del posthumor por vía de una falsa realidad en la que todos hacen de sí mismos, si bien sus personajes tengan más de ficticio que de otra cosa. Se da vía libre a la improvisación, y se deja que sus dos estrellas principales divaguen lo que quieran, basándose en un guion surrealista y de vuelta de todo, irónico e hijoputesco, y que en teoría nada tiene que ver con las personalidades reales de sus intérpretes.
El resultado puede ser tanto hilarante como insufrible: y es que Thalasso no es una película, es un juego al que se puede entrar, y asegura un buen puñado de risas… o no, en cuyo caso queda una suerte de pretencioso mockumentary, ombliguista y de dudosa planificación. Lo bueno, decía, es que ya venimos preparados de la película anterior (quizá un punto más contenida). Y es que Thalasso no es sino un encuentro entre amigos con ganas de continuar con una movida atrevida, arriesgada, y que hubo quienes consideraron bien. Pues a ellos se dirige este segundo round, y bienvenido sea este y los que vengan. A los demás… bajo vuestra cuenta y riesgo, tú.
Trailer de Thalasso
Valoración de La Casa
En pocas palabras
Guillaume Nicloux y Michel Houellebecq vuelven a reunirse para saber cómo está el escritor después de su secuestro, mientras pasa unos días en un centro de talasoterapia junto a Gérard Depardieu. Otro surrealista falso documental que hará las delicias de quienes disfrutaron con la anterior aventura.