Crítica de The Colony
Alegriote con el Sitges Mode ON: The Colony aglutina un reparto de más o menos primera categoría (ahí están Laurence Fishburne, Bill Paxton, Kevin Zegers y Charlotte Sullivan, por ejemplo) para contar la vida de los pocos supervivientes de una hecatombe terrestre en forma de nueva edad de hielo. Ciudades congeladas y enterradas bajo kilos y kilos de nieve, resquicios de humanidad condenados a vivir en túneles, y contagios que no pueden tolerarse: si te resfrías estás muerto. Sin querer desvelar demasiado de la trama, bien pronto se pone sobre la mesa la promesa de un inevitable enfrentamiento entre gente más o menos civilizada y gente que todo lo contrario, amén de muchas otras amenazas. Demasiados elementos buenos (aunque vistos, claro) juntos, por lo que muy mal tienen que ir las cosas para que esto se tuerza. Y se tuerce, vaya si se tuerce. Sólo que lo hace sin que se note, para que al final, el dolor sobrevenga igual que siempre que toca hablar de una decepción por estos lares de la sci-fi y demás; pero sin acabar de saber cuán profunda ha sido la herida en verdad. ¿Culpables? Pues el principal va a ser el propio Jeff Renfroe, director y co-guionista (junto a otros tres pares de manos) de este collage de fotocopias que a la postre acaba resultando ser la película.
Tiene más problemas, qué duda cabe. Sin ir más lejos, el hecho de que pese a su condición de cine de entretenimiento total, no logre enganchar nunca al espectador debido a una serie de decisiones cuanto menos cuestionables. Tales como el abuso de voces en off así como de grandes diálogos con aires de trascendencia y dramatismo; sus ralentíes desfasados; o sus eternos impasses en los que, simplemente, se sigue a personajes caminando de un lado a otro y vuelta, en medio de paisajes enormes a un ritmo mortecino del que rápidamente se contagia todo su metraje. Mal, cuando lo que tenía que haber sido The Colony, según quiere dar a entender ella misma, era una action movie post-apocalíptica con un toque retro y atmósfera viciada y violenta, de aquellas de fotografía verdosa y planos claustrofóbicos. Todo transcurre a un ritmo gélido, la sensación de que no ocurra nada se instaura con desesperante insistencia durante arco y medio y para mayor inri, los escenarios en los que ocurre lo poco que ocurre se antojan demasiado digitales, no cuelan. Con todo, siguen siendo males menores. Como lo es que la banda sonora parezca más bien una sesión continua de CDs comprados en el Natura, constante y sin alteraciones salvo en uno o dos de los pocos momentos climáticos de la película. O que además de lo dicho sobre los marcos digitales, los efectos ídem también canten como una almeja.
Más grave que todo ello es la absoluta falta de originalidad de la película a todos los niveles. Argumentalmente, The Colony es un refrito sin atisbo de frescura de mil y un propuestas similares (especialmente similar a The Divide), que además va perdiendo gas paulatinamente hasta desprenderse de ese relato a gran escala sobre el fin del mundo, para convertirse en un survival de zombis pequeñito y de andar por casa. Todo se limita, tras su primer bloque argumental, a correr por pasillos escapando de amenazas humanoides (no diremos más para no caer en el spoiler). Y todo sucede saltando de un cliché a otro. Lo mismo que hace Renfroe tras la cámara. El mismo discurso puede extrapolarse a las tascas de dirección, para una producción que si demuestra algo, es que no es tan fácil hacer una película. The Colony está trufada hasta la saturación de planos, recursos y movimientos calcados de cualquier otro producto de iguales características (que seguramente, a su vez, sea resultado de más y más ejercicios de repetición). Culpable. Nada cuenta que no lleve obligatoriamente al recuerdo de algo ya visto, pero es que tampoco hay nada novedoso en la forma en que se cuenta, resultando un visionado francamente poco estimulante. Es que ni el malo malísimo parece diferenciarse demasiado del vampiro de 30 días de oscuridad (por poner un ejemplo).
Por otra parte, tampoco será cuestión de echarnos piedras sobre nuestro propio tejado: hablamos de fotocopias, sí, pero de un producto original que es de nuestro agrado. Tampoco diremos que The Colony sea un desastre, los fans del género fantacientífico seguramente encuentren aquí algo que satisfaga cuanto menos su curiosidad. Por aquí alguna fotografía válida (ese puente a medio derruir), por allá un punto de gore inesperado… O quién sabe, ese tremendo hueco de guion que lleva al encuentro final (ojo al spoiler: ¿Cómo demonios se cuela el malo por la tubería? ¿Es como consecuencia de la onda expansiva de la explosión previa? Jesús) puede que caiga en gracia por su condición de despiporre ¿voluntario? Vamos, que es un fracaso, estrepitoso pero no absoluto. En peores plazas hemos toreado, si bien se hubiera agradecido la voluntad de buscar algo, un plano, una secuencia, que perdurase en la memoria del espectador más de cinco minutos.
4/10