Crítica The Gentlemen: Los señores de la mafia
Pese a que han pasado ya más de diez años desde el estreno de Rocknrolla, la herida causada por la promesa de una secuela que nunca llegaría, seguía abierta. Pero más que nada, porque esa película supuso un punto y a parte en la carrera de Guy Ritchie: desde entonces, el director de Snatch: Cerdos y diamantes se ha dedicado a un cine mucho más comercial y, por tanto, mucho menos interesante para los que lo seguimos desde Lock & Stock. Este año, con el estreno de Aladdin, parecía que tocaba perder toda esperanza. Sin embargo, medio año después, ¡alegría! Ritchie vuelve por sus fueros con The Gentlemen: Los señores de la mafia.
Un reparto coral que invita a la salivación (Matthew McConaughey, Hugh Grant, Colin Farrell, Charlie Hunnan) vuelve a convertirse en una serie de malhechores con ganas de juerga: tráfico de drogas, tiros, amenazas, persecuciones… los ingredientes que labraron la seña de identidad de Ritchie vuelven a mezclarse quizá sin la misma fuerza ni mala leche de antaño (The Gentlemen es la más paródica, autoconsciente, e inocente de todas), pero joder, qué bien saben. Rebaja mordiente pero crece en complicidad: el espectador es arrastrado por un sinfín de enredos, traiciones y campos de marihuana, todo ello relatado por un deliciosamente histriónico Hugh Grant que monta y desmonta la cuarta pared cuando le da la gana, al tiempo que la película va adoptando dejes de metacine. Aviso: alguno de los giros y/o de los metaguiños son del todo inesperados. Frescura, aunque menos, sigue habiendo.
Tampoco estamos ante la película más trepidante de Guy Ritchie. Si diez años ya pesan de por sí, no quiero ni imaginar el resultado cuando son condicionados por el blockbuster, Disney, y similar. The Gentlemen: Los señores de la mafia sigue contando con montajes videocliperos, la trama multiangular deudora de Tarantino sigue saltando de un lado a otro y continuan haciendo acto de presencia escenas de acción. Pero todo está más relajado que cuando Brad Pitt se liaba a toñas, o cuando Gerard Butler debía escapar de un gigante ruso. El paso del tiempo, se ve incluso en los avejentados semblantes de sus otrora sex symbols protagonistas, ay, pesa.
Así que estamos ante la propuesta menos loca de una filmografía de gánsters, hasta ahora, agotadora. Ante la más inocua, la más tranquila, la menos estimulante si se quiere. Pues sí, puede ser. No cabe duda de que si alguien quiere entrar en la sala con el cuchillo entre los dientes, puede criticar hasta la última de las decisiones de Ritchie al guion y a la dirección, tildándolo todo de un gratuito ejercicio de repetición nostálgica. Enhorabuena. Por aquí somos de intentar disfrutar por encima de todo, y bajo esa condición, The Gentlemen es un divertimento relativamente irreverente, relativamente fresco, condenadamente adictivo. Es como cuando te reúnes con tus colegas veinte años después y propones jugar al juego ese al que jugabais de niños. La experiencia es distinta, el juego es una gilipollez… pero si te da por vivirlo, lo gozas igual, ¿no?
Trailer de The Gentlemen: Los señores de la mafia
Valoración de La Casa
En pocas palabras
Vuelve Guy Ritchie. El de antes, el de los cerdos y los diamantes. Lo hace a medio gas, pero sigue dando en la diana con una nueva comedia de mafias, ideal para recuperar la fe en él.