Crítica de The Girlfriend Experience(2009)

Que Steven Soderbergh es un tipo cool casi nadie lo pone en duda. Que su cine es sofisticado y moderno, tampoco. El problema es el valor que podamos darle el resto de mortales a esos términos, y muchos de nosotros ponemos en duda lo suficiente de dichas virtudes para sustentar una película entera. Sí, señor, a eso se le llama «ejercicio de estilo», expresión que a veces viene enriquecida con el adjetivo «hueco». (Recuperad vuestras Wayfarer, que vuelven)
Seamos justos, «The Girlfriend Experience» no es un producto totalmente vacío, aunque tampoco representaría un torrente imparable de ideas, precisamente. Es el triunfo de forma sobre fondo donde este último es tan sutil que puede llegar a no percibirse. (Calzáos las Vans). No significa que no esté ahí, pero la atención que se para a cómo se nos cuenta lo poco que se nos cuenta concentra el interés del director. Sí, probablemente entremos en el terreno de lo sugerido, así que concedámosle por lo menos el socorrido «lo último de Soderbergh no es un producto apto para todos los paladares». (Fruncid el ceño y poned cara de modernillos)
Porque lo que podría dar para un dramón sentimental de aquí te espero está construido como un minimalista relato de cotidianidad, casi como un diario de la rutina por la que pasa Chelsea, prostituta de lujo, y su novio Chris. Cómo él, preparador físico de alto standing, intenta lidiar con su propia situación laboral y personal. Pero especialmente cómo ella quiere llevarse la contabilidad, la organización de sus citas, administrar su sitio web y, bueno, cómo folla con otra gente.

Con tan atípica relación sentimental (o no, qué sé yo), el director de «Sexo, mentiras y cintas de video» pretende estirar los límites de las relaciones de pareja y todo lo que va en el paquete «tú-yo-nosotros». Esto es la confianza, los celos y la fidelidad. Chelsea y Chris, obvio, tienen sus propias Reglas de Compromiso, unos estándares distintos a los habituales (dejémoslo en habituales), pero reglas al fin y al cabo. Política de pareja que hay que respetar para mantener el equilibrio. En otras palabras, «The Girlfriend Experience» es una película eminentemente relativista. Le gusta de estirar las percepciones y las expectativas del espectador para explorar una necesaria separación entre la vida laboral y la personal/sentimental.

Apuntando a un contexto muy actual y reconocible: la crisis económica está empezando a pegar fuerte en un periodo pre-electoral (nos situamos en puertas de la contienda Obama /McCain) que divide al respetable. Pero esto es tribulación burguesa, pijerío de alto nivel, pura beautiful people neoyorkina. Conversaciones en un reservado de un primera clase a Las Vegas con una copa de champagne en la mano.
No descarto que ese sea precisamente el mismo público al que se dirige Soderbergh. Él sigue cultivando estilos (aquí se acerca a lo que ya probó con «Bubble») y aspiraciones comerciales distintas, pero su experimentación es ligera, y nunca pierde la esencia de lo guay. De modo que por mucho que su estilo pueda variar, persiste la sensación de que se desenvuelve como pocos realizando juguetes para intelectuales de pose, para pijos con alguna que otra inquietud audiovisual y habituales diversos de Sundance.
En este caso, su realización es calculadamente austera, aunque de tan planificada finalmente puede resultar algo frígida, vacía de emoción. Sus planos fijos deberían contener una lava que no contienen, y el estatismo visual acaba trasladándose al tono general de la película. Juega a eso, no lo niego. Esto es casi un falso documental, con una estructura fragmentada nada fácil, lo suficientemente incómoda. Y con un conflicto dramático que deliberadamente llega tarde y de manera tímida. Pero a pesar de su aparente interés -y esto es subjetivo- en palabras del pueblo «The Girlfriend Experience» cae en más de uno, y de dos momentos, en el puro aburrimiento.
Y repito, el tono apático y aséptico es deliberado. Por eso, algunas de las secuencias más teóricamente intensas se nos muestran con una cámara fija que, antinaturalmente alejada, huye de la intimidad del primer plano, para secuencias ejecutadas e interpretadas desde la sobriedad de unas actuaciones frías y distantes. Sorprendente si uno tiene en cuenta el historial de su protagonista: Sasha Grey es una joven y cotizadísima estrella del porno a nivel mundial. Aun con esas, Soderbergh huye de la sordidez del sexo por el sexo, prefiere centrarse más en los aspectos colaterales y en crear atmósferas sofisticadas a través de una fotografía que combina luz fría con luz cálida o distintos tipos de texturas visuales.
Entusiastas del palmo de carne, otra vez será.

Sí, Soderbergh sigue a su bola, haciendo aparentemente lo que quiere, pero no sé por qué uno sospecha que después de hacer una de las suyas al final siempre levanta autosatisfecho la mirada a ver cómo reacciona el resto del mundo. Lo suyo siguen siendo eficientes ejercicios de estilo, de bonito envoltorio y goloso resultado, pero el contenido no siempre acompaña. Y en ese caso, por vacío, casi que un servidor termina prefiriendo los espectáculos desprejuiciados y sin pretensiones del estilo «George Clooney se cepilla cinco casinos de golpe sin despeinarse». Pero va a gustos.

6/10

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Xavi Roldan empezó la aventura casahorrorífica al poco de que el blog tuviera vida. Su primera crítica fue de una película de Almodóvar. Y de ahí, empezó a generar especiales (Series Geek, Fantaterror español, cine gruesome...), a reseñar películas en profundidad... en definitiva, a darle a La casa el toque de excelencia que un licenciado en materia, con mil y un proyectos profesionales y personales vinculados a la escritura de guiones, puede otorgar. Una película: Cuentos de Tokio Una serie: Seinfeld

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Comentarios

  1. Sin duda prefiero al Soderbergh palomitero que al pretencioso.

  2. Joder, inquiline, tus intervenciones son esporádicas pero tajantes, eh? ;)

    Aunque me sirven para recordar que hace días que no me paso por tu flog… (ni por el mío!)

    Voy a ver qué te cuentas

    Salud!

  3. La vi por puro morbo y es aburrida hasta el vómito. ¿Fichar a una actriz porno para que luego no haga guarradas?

    Hombre, en su dia se fichó a Rocco Siffredi para una peli como Romance X y al menos aprovecharon su gran talento (o sea, su pene). Pero ver pasear a Sasha con esa cara de estreñida que Dios le dio…creo que como apuntan algunso críticos a Steve lo que le pasó por esta época es que se encoñó con la chica…normal. Pero de cine…aqui hay poco cine…

  4. Hombre, puestos a encoñarse, casi mejor hacerlo con una pornstar que con la Bonham Carter ¿no?

    Jejeje…

    Por lo demás, totalmente de acuerdo

    Salud!

  5. Es que a Burton el que de verdad le pone cachondo es Depp, lo de la Carter es para despistar. De hecho dudo que la Carter sea de la misma especie que nosotros…

  6. Que película de mierda!!! y pensar que perdí casi 2 horas de mi vida en esta porquería, mejor que se dedique al porno esta mujer!!! ^_^

    Saludos

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