Crítica de The Guest
Aixx los dichosos 80. Supongo que con la frase anterior me habré ganado de entrada la animadversión de mucha de la gente que lea este artículo (entre ellos, los hacedores de esta página), así que si la ira homicida se está apoderando de vosotros, os recomiendo que no sigáis leyendo, ya que el incendio no ha hecho más que comenzar. Obviando mi personal filia moral hacía esos años (acabó suponiendo la colonización definitiva de ese modelo de distribución y exhibición tan injusto que seguimos sufriendo en nuestras carteleras a día de hoy) considero que nuestra devoción por los 80 no está precisamente justificada, ya que dicha época en el terreno cinematográfico, vista con cierta perspectiva, no resultó especialmente brillante (o, por lo menos, no destacó de forma notoria por encima de otras). Es evidente que se realizaron enormes películas (aunque el número resulte irrisorio en comparación con la década anterior), pero también resulta innegable reconocer que la mayoría de las que adoramos no entrarían en esa lista, haciendo complicado en muchos casos su defensa en términos puramente cinematográficos. Y entonces, ¿cuál puede ser el motivo de que sigamos obnubilados con la producción de aquellos años? Pues supongo que debido a la nostalgia, esos recuerdos de la añorada infancia con los cuales nos formamos y educamos en mayor o menor medida gran parte de la generación que transitamos por los treinta y tantos, y que forman parte de nosotros al igual que los miembros de nuestra familia, al haber pasado infinitas horas en el salón de estar de casa delante del televisor, VHS mediante (después de largas tardes en el video-club), y que a muchos (entre los que me incluyo) nos despertó esa extraña pasión por las imágenes en movimiento. Y es precisamente de ese componente (y por el que supongo despertó tantas simpatías en el pasado Sitges), desde donde nos quieren agarrar con The Guest.
Y es que si algo caracteriza a la cinta, es la clara intención de tomar algunos de los códigos de aquella época, retorcerlos y exponerlos no sin cierta mirada socarrona (o esa es la impresión que yo he tenido), exagerando los lugares comunes y las situaciones típicas/tópicas de muchos de esos films (nerd recibe palizas en el instituto, chica incomprendida, etc.), pero en un desquiciado popurrí que va desde el thriller, pasando por la acción y la sci-fi (proyecto ultra-secreto gubernamental incluido) llegando hasta al slasher, y que, por desgracia, acaba consumiéndose en el propio absurdo que propone, dando como resultado lo que un buen amigo mío ha definido como un videojuego de Spectrum. Y no es para menos, ya que el argumento reza así: los Peterson siguen llorando el fallecimiento de su hijo Caleb en Afganistán. En pleno duelo, David (Dan Stevens) compañero de escuadrón del fallecido, irrumpe en el hogar familiar y conquista a cada uno de sus miembros hasta que uno de ellos comienza a intuir que David no es quien parece ser. Pero siendo serios, aquí el argumento es lo de menos, sus creadores no pretender tener como bazas una historia interesante (aunque eso, en las manos adecuadas, puede dar como resultado La sombra de una duda), sino algo sorprendente por su bizarra mezcla y la explotación/hiperbolización a la que somete las situaciones, pero sin conseguir la dosis adecuada de distanciamiento paródico que tenían algunos ejemplos más recientes (La cabaña en el bosque) ni el sentido homenaje a las grandes realizaciones de esos años de otras (Super 8). Vamos, convirtiéndose en un fiasco, y en gran parte por sus dos creadores.
Adam Wingard (junto a su guionista habitual Simon Barret), que hasta ahora se movía por las producciones de terror de dudosos resultados (V/H/S y su secuela), aunque ganó algo de nombre y repercusión con la también autoparódica Tú eres el siguiente, nos deleita con una puesta en escena preocupantemente plana (en ocasiones rozando lo vergonzoso, si no fijaros el caos direccional en la escena de acción que transcurre en la casa), carente de ideas propias, pero repleta de las de otros (prueba de ello es su desastroso tramo final, ya que estéticamente aplica (de forma errónea y vacua, como tantos otros últimamente) recursos cromáticos de luz y musicales muy cercanos a los de cierta película dirigida por cierto danés (al igual que la cruda y explosiva violencia de la que hace gala durante su metraje) que parece estar haciendo mucho daño en la actualidad), y en la que apenas se salvan un par de planos con un mínimo de expresividad (a destacar el que cierra el clímax final en el escenario del baile). El guión de Barret lleva el mismo problema endémico que la propuesta a nivel general, todo es tan tremendamente exagerado, el batiburrillo es tan grande y excesivo, tan conscientemente evidente, que acaba cruzando esa fina línea que separa la parodia del ridículo. Entonces ¿qué nos queda? Pues un film genéricamente loco que no se toma excesivamente en serio a sí mismo (aunque esto no sea necesariamente una virtud), con ritmo, con alguna escena aislada dónde consigue lo que pretende, con un protagonista como Dan Stevens que convence sobradamente en su rol, y con una selección de BSO cojonuda, muy ochentera y cercana a la new wave (Sisters of Merci y Clan of Xymox de por medio).
Supongo que finalmente, el problema de The Guest proviene de que el film está concebido para epatar en el espectador de tal manera, que éste acabe pasando por alto, volviéndose agradecido cómplice de sus escasas virtudes (pero que tan melancólicas resultarán al espectador criado en los 80) y obviando así todas las evidentes taras que contiene su metraje, y esto, faltaría más, ya dependerá de las expectativas que una idea así despierte en cada uno. En mi caso, como habéis apreciado arriba, no lo ha logrado debido al enorme talibán que estoy hecho, pese a no poderle negar las intenciones, que aunque escasas, simples y mal repartidas, existen y quedan reflejadas en el film. Lástima que con tan poco positivo, no la pueda salvar ni el mayor ataque de nostalgia.
4/10
No estoy muy de acuerdo. Fílmicamente puede ser un despropósito, pero en el pasado Sitges nos lo pasamos teta con ella.
juas, pues yo la vi en Sitges, en el teórico jolgorio, y estoy de acuerdísimo con Bracero. Me dormí y todo (y no será que el volumen de la sala no estuviese alto!)
Saludos, que hacía mil que no te veía por aquí!!