Crítica de The International: Dinero en la Sombra
Teorías conspirativas a parte, lo cierto es que la nueva propuesta de Tykwer (“El Perfume”) se antoja como una decepción a medias (o viceversa), contando con elementos de auténtica genialidad cinematográfica entremezclados con otros de telefilm barato que acaban relegando a “The International” a la cada vez más concurrida liga de películas olvidables aunque no por ello desdeñable. Por partes.
Con un guión a cargo del debutante Eric Singer, la película se abre prácticamente como todo thriller político: a través de pequeñas piezas de puzzle el espectador va reconstruyendo a grandes trazos la trama, que todos sus responsables parecen empeñados en complicarla todo lo posible.
Sabemos que hay un banco que realiza operaciones de dudosa legalidad, y que dos agentes de la INTERPOL, Owen y Watts, pretenden detenerlo a toda costa, poniendo en peligro sus propias vidas.
Tan apasionante (o como mínimo explotable) introducción da paso a un devenir de lo más confuso a base de fugaces viajes por todo el mundo (Milán, Luxemburgo, Nueva York, Turquía) que intenta ocultar la triste realidad detrás de todo ello, sospechable harto antes de su oficial revelación. Esta no es otra que, en realidad, su mensaje es de lo más simplón y vulgar: la enésima crítica a las multinacionales, la corrupción de los altos fueros de la sociedad, o como demonios quieran llamarla.
Y aunque tal pecado es casi el único que realmente se le puede achacar, como puede imaginarse resulta más que suficiente para condenar a “The International” a la hoguera del olvido (cuando no del odio). Lo cual no deja de ser una pena, ya que el esfuerzo al que hacíamos referencia realizado para disimular tales sensaciones es encomiable.
Sería, por tanto, de lo más injusto condenar enteramente una producción tan cuidada en ciertos aspectos y capaz de regalar escenas y escenarios sorprendentes.
Y es que como si de un juego de tira y afloja se tratara, dando una de cal y otra de arena, a cada momento dudoso se corresponde otro completamente convincente. Así, tras una resolución de pañolada suele aparecer algún discurso esperanzador o puesta en escena espectacular (¡cuánto bien hacen las ambientaciones más allá de lo USA!); un personaje desastroso se liga a otro bastante más completo y mejor delineado (Naomi Watts como mujer florero versus Clive Owen de pseudo-007 atormentado); y a cada momento ridículo le sucede un secuencia inolvidable.
En este último apartado merece la pena detenerse. En el momento de máximo congenio entre espectador y película, ésta ofrece sin duda uno de sus mejores momentos y de toda cinta de acción vista en los últimos tiempos, traducida en una larga secuencia de persecución y tiroteo en los interiores del Guggenheim. Su visionado bien justifica el resto de las casi dos horas de metraje.
Lamentablemente, ese es el punto de inflexión que origina el comienzo de la caída, una bajada paulatina de interés por la que nada puede hacer el esforzado y convincente protagonista (¿cuándo le darán a Clive Owen una película digna de su potencial?) perdido en un mar de relajamiento con su director a la cabeza.
La falta de garra de su resolución, su simplicidad y sus anticlimáticas sensaciones dejan al espectador con un amargo regustillo, consciente del gran engaño que, a fin de cuentas, ha supuesto este “Dinero en la Sombra”, pero a sabiendas de haber asistido a un gran artificio visual.
Aconsejable a medias.
5,5/10
PD. Gran decisión la de contratar a actores de cada país al que van (en su mayoría al menos), en lugar de fichar a americanos para que simulen acentos extranjeros.
Viendo el otro dia «La SOMBRA del PODER», pusieron de nuevo el trailer de esta y me di cuenta de que te destripan todas y cada una de las escenas, sobre todo la final. Yo de mayor quiero ser «trailista» y spoilear a diestro y siniestro.
ANA, sí, el trailer de esta es tan spoileador como los varios de Lobezno!!