Crítica de The Lords of Salem
A Rob Zombie se le ha ido, definitivamente, la olla. Tras dejar de lado sus aficiones musicales para centrarse en la dirección de largometrajes, el jeviata llegó a ser considerado como una de las grandes esperanzas para el género de terror (La casa de los 1000 cadáveres y su secuela son fundamentales). Pero la mecha se le apagó, o se la apagaron, rápidamente tan sólo tres películas después, cuando dirigió un Halloween 2 que sacó a relucir todas sus carencias y a poner en evidencia que las virtudes de su anterior filmografía no eran sino balas de fogueo. Semejante desatino le hizo plantearse un cambio. Por eso estrenó una película animada, The Fantastic World of el Superbeasto, pero tampoco le salió bien y el éxito comercial fue nulo. Así que ahora vuelve a intentar reencontrarse con The Lords of Salem. Regreso al género de terror pero sin el factor gore. Y nuevo cambio de estilo, esta vez hacia una película más cerebral, hermética, con ínfulas de autor. Porque la cosa va de LP’s que cuando suenan desatan maldiciones ancestrales; de brujas y de apariciones en la oscuridad. Pero se presenta como si Roman Polansky, David Lynch y Lucio Fulci hubieran quedado para ponerse hasta arriba y luego, en pleno subidón, se hubieran ido turnando la cámara. Sólo que, claro, Zombie no es ninguno de los tres, como no lo es nadie que pretenda imitarles (en especial a los primeros dos). Y el resultado de su ejercicio de autor ha dado como resultado la peor película, de largo, de su carrera. Y una de las peores del año.
Básicamente, The Lords of Salem falla en todo lo que se propone. Empieza francamente bien, con un prólogo ambientado a mediados de siglo XVII en que la mítica Meg Foster capitanea a un grupo de mujeres que realizan alguna suerte de rito satánico. De ahí se salta a la actualidad para seguir a Sheri Moon Zombie, locutora de radio a quien le llega un disco misterioso que, al difundirlo por la frecuencia modulada, activa a varias vecinas de Salem. Entre ellas, a la protagonista, que desde entonces empieza a tener pesadillas cada vez más recurrentes, a sentirse acosada por presencias extrañas, y toda la pesca. Cine de género 100%. Sólo que no asusta, más bien aburre, debido a una estructura excesivamente repetitiva que se convierte en una condena que cumplir a rajatabla. Y debido a que en verdad, nada de lo que cuenta Zombie es nuevo, ni se presenta de manera atípica sino más bien echando la vista atrás hacia el terror de hace algunas décadas.
Pero el problema, en verdad, son esas salidas de tiesto hacia un cine distinto. Ensoñaciones pesadillescas, montajes rebuscados, metáforas y alegorías entrelazadas entre sí… un galimatías exasperante y desagradable para la vista y los oídos, que además puebla todo el metraje, impidiendo tanto el devenir de un argumento ya de por sí poco motivante, como la comprensión total del mismo y la empatía sus personajes, quienes de este modo quedan como tres gilipollas pelanas de cuestionables gustos para la música y para la moda, y poco más. Y todo para caer en el vacío más absoluto, en una suerte de videoclips alargados que no explican absolutamente nada que no hubiera quedado claro ya en el prólogo, ni consiguen despertar sensaciones ajenas al rechazo total. Alegorías de chicha y nabo. Todo queda en quiero y no puedo: si David Lynch mete a un ser deforme en Cabeza borradora y a un enano misterioso en Twin Peaks, yo puedo hacer lo mismo introduciendo además algún que otro desnudo femenino y unas gotitas de sangre de refilón. Va a ser que no. De hecho, en medio de este torbellino de estilos, los mejores pasajes son aquellos que directamente miran al cine de los años 80, puntuales secuencias de entrañable factura retro, en su gran mayoría protagonizadas por el trío de mujeres (Suzanne Voss, Patricia Quinn y Dee Andrews) que viven bajo el piso de la protagonista. Lástima que sean tan pocos.
A todas estas, con un argumento simple y previsible; con un desarrollo casi inexistente que pasa innecesariamente por todos los días de la fatídica semana en que se ubica la acción (lo que decíamos de su estructura y condena); con una actriz limitada y un personaje que cae mal (una mujer con rastas, tatuajes y prendas rasgadas, que sin embargo vive en un piso que haría las delicias de cualquier revista de interiores); y con un sinfín de pasajes literalmente desagradables… Con todo, se aguanta en la sala esperando un final que dé sentido a lo sufrido hasta entonces. Un clímax que tome de la mano mundo real y mundo flipado, y lo conjugue en un gran concierto final. Que todo lo visto hasta ese momento, que aquel humanoide asqueroso y aquellas brujas entradas en años totalmente desnudas y sucias tengan razón de ser. Y que ese sentido (que no tiene por qué ser necesariamente una explicación explícita, ojo), sorprenda, infunda algo de refresco en nuestros paladares. De nuevo, no hay suerte, y aunque los instantes finales puedan antojarse visualmente poderosos, el desagrado se mantiene y el agujero negro informativo/sugestivo, también. Es muy arriesgado imitar a los grandes locos del cine, pero es directamente suicida imitarles sin tener nada que aportar, ni que decir.
En esencia, The Lords of Salem es una mediocre película de terror con brujas, un vulgar subproducto a caballo entre el homenaje y el exploit. Y como tal, no hubiera habido ningún problema en valorarla ajustándose a sus limitaciones. Pero los aires de grandeza de su director, y las rocambolescas pero huecas alegorías satánicas (próximas al cyberpunk, a la neocarne, a lo dark y a los videoclips metal), la convierten en una cinta dañina, una pretenciosa y pedante película decididamente mala que con razón se llevó no uno, sino dos abucheos en su primer pase en el festival de Sitges. Habría que pedirle a Zombie que sus lirísmos emo-gótico-heavys los dejara para la intimidad o se los contara a su señora esposa. Esperemos que nos deje en paz de una vez, y regrese a la añorada vía de los renegados diabólicos…
Trailer de The Lords of Salem
Valoración de La Casa
En pocas palabras
Rob Zombie cambia de registro, con una película mucho más altiva y pedante pero igual de hueca que de costumbre. ¿Qué cambia? Aburrir hasta la saciedad.
Menudo fiasco… hasta el momento soy fan de los 4 largos de Rob Zombie, incluido Halloween 2.
Parece que lo que me temía se ha cumplido, Zombie se ha hecho un videoclip satánico de hora y media.
¿llega a funcionar como historia simplona o son solo imágenes chungas una detrás de otra?
para mí no funciona ni como eso. Como historia simplona de género (brujas) su único valor es hablar de algo que hace mucho que no sale en cines (brujas). Pero es absurdo traer un tema a la actualidad y contarlo exactamente igual que antes, sin añadir nada nuevo, y encima dilatarlo taaaaanto. Es decir, aunque no hubiera habido esa paja mental constante, se hubiese quedado en una peli previsible, lugarcomunesca, descompensada, simple, y carente de toda originalidad.
Y encima sin sangre ni escenas de terror.
Asco.