Crítica de The Lovely Bones
No es una historia real, pero podría serlo. No, pertenece a una novela de la escritora Alice Sebold, que por lo visto está basada en sus propias experiencias infantiles y que ahora ha sido tomada por el neozelandés y ex-orondo Peter Jackson como referencia para su nueva película tras el exceso simiesco de «King Kong».
Podríamos pensar que la decisión de adaptar dicha novela confirma a Jackson como un director si no errático, sí algo ecléctico. Más teniendo en cuenta su trayectoria profesional, que todos conocemos de sobras: empezó por todo lo bajo, con una trilogía gore absolutamente mítica para nuestra generación (¿quién dijo calidad teniendo tales niveles de desmadre?) conformada por «Mal gusto», «El delirante mundo de los Feebles» y «Tu madre se ha comido a mi perro». De pronto se desmarcó con una sensible y perversa «Criaturas celestiales» y con ella sorprendió a la mitad de los medioentendidos (la otra mitad, simplemente «le descubrió»). Luego vino «Forgotten Silver», un falso documental de esos de pasar en facultades de audiovisuales (a mí me la pasaron) y más tarde la estupenda «Agárrame esos fantasmas». Y el pelotazo: las tres «Señor de los Anillos» y el posterior esperado retorno, la mastodóntica versión de «King Kong».
Con que esto de «The Lovely Bones» podría sorprender un poco: drama criminal y familiar y fantasía onírica a la vez, tratado desde una buscada delicadeza y sensibilidad. Pero claro, si nos paramos a pensar un momento, podríamos conectar esta con «Criaturas celestiales», coherencia que nos lleva a tiempos anteriores a «El señor de los Anillos».
Y aquí es donde la cosa se sale de madre definitivamente. Vale, lo siento, me disculpo, sólo lo haré esta vez… pero dejadme caer ya en el tópico: Peter Jackson ha dirigido «The Lovely Bones» mientras comía nube de azúcar para hacer bajar un viaje de tripi. Ya, me he quedado a gusto. Pero es que es justo la impresión que da.
El hombre necesita hacer algo grande, enorme, aunque sea un drama de vocación intimista. Y necesita ver escrito en el cartel promocional de su película eso de «del visionario director». Así que sin pensárselo dos veces toma la carretera de baldosas amarillas y mete la quinta: y en el momento en que Susie pisa el limbo ese, o el purgatorio, o lo que sea, las imágenes empiezan a desbordarse en un delirio kitsch que de tan bonito, de tan imaginativo, de taaaan poético resultan empachantes casi desde el primer momento. Si encima a eso le sumamos la triple voltereta visual que intenta que cada imagen sea más lírica que la anterior olvidándose de la narratividad que pudieran contener dichas imágenes, pues ya la cosa es de diabetes instantánea. O directamente de horterada: la visualización gigantesca de la cara del enamorado de Susie en el lago es de apagar e irnos.
Luego el realizador lo intenta compensar con un realismo sucio, violento y siniestro que se concreta en la figura del asesino y en la progresiva degradación de los padres, alargada en el tiempo en que tarda en aparecer el cadáver.
Pero es que ese final, [SPOILER] con el encuentro de Susie con todas sus colegas de asesinato en ese campo amarillo visto una y mil veces, ilustrado con la cancioncita sensible de turno, [fin del SPOILER] no deja lugar a dudas sobre la intención de Jackson: lo dicho, convertirse en el gran «cineasta de imaginación desbordante del siglo XXI» de esta semana.
Ni tanto ni tan calvo: sí que hay imágenes logradas. De hecho «logradas» lo están la mayoría, pero perjudicadas por ese exceso que señalo pocas resultan realmente estimulantes. Una de las que sí, por ejemplo, la de las descomunales botellas con barco dentro chocando contra las rocas del mundo «ficticio» y su montaje en paralelo con «la realidad». O las primeras visualizaciones del limbo, el momento de traspaso de un mundo a otro, con Susie en ese repugnante lavabo con asesino en remojo.
Por otro lado, si nos alejamos del apartado puramente visual, todo pierde. El retrato de sus personajes es bastante ligero, sin profundizar demasiado (los padres), inexplicado (la chica-médium) o directamente caricaturesco (la abuela, Susan Sarandon). Sólo el personaje de Tucci resulta atrayente, primero por su acertada interpretación, segundo por su caracterización física, tercero por la curiosidad malsana que despierta como freak solitario, fetichista y obsesivo.
Y el viaje de Susie por su limbo casi no cuenta nada, confiando toda su fuerza a esos momentos de pretendida poética de los que hablaba más arriba. En ese contexto, el personaje de la guía espiritual de nombre hepburniano (Holly Golighlty… ¿perdón?) resulta de lo más facilón y gratuito, un peaje que Jackson debe pagar para llenar el cupo de «aliada y mentora de la protagonista».
Y no sé si tal y como están las cosas con esta película el señor Jackson puede permitirse guiños a su propia persona como el del póster de «El señor de los Anillos» en la librería o el autocameo en la tienda de fotos probando una cámara de Súper 8.
¿Un autor más que un director? Personalmente, tras esta demostración de práctico hueco conceptual, dejo a Jackson en standby, a la espera de ver qué hace con «Tintín» y deseando que consiga conjugar, aunque sea en calidad de productor ejecutivo, su sentido del espectáculo más bestia con ese cierto lirismo visual que tanto parece atraerle, olvidando sus ínfulas de esteticista cinematográfico. Mientras tanto, «The Lovely Bones» se quedará como su «Big Fish» particular.
lo que es un horror es este blog
Correcta, quizá demasiado. Nada del otro mundo, lo cual no deja de ser irónico. Salu2
buena critica
Saludos de https://estrenosonline.ve.vg
Has confirmado mis sospechas, al ver el traíler me decepcioné, tanto happy colour me dejó frio. Cuando el proyecto se anunció hace algunos años, mí interés fue mayor que el actual.