Crítica de The Night Watchmen
La condición de película de festival de género no es moco de pavo, ya que no todas las películas de terror pueden ostentar tal honor. A saber, deben ser filmes con cantidades ingentes de sangre y casquería, como algunas cocinas visitadas por el chef Alberto Chicote; también deben añadir como ingrediente esencial buenas dosis de humor y comedia negra, buscando el goce del respetable y el aplauso. También le van bien unas gotas de autorreferencia y homenaje al género, para el codazo cómplice de la platea. Personajes carismáticos, una banda sonora potente, unos villanos interesantes, escenas a grabar en la retina y sano cachondeo son imprescindibles, teniendo en cuenta que dicho tipo de obras se suelen a proyectar a altas horas, cuando ni siquiera la lata más inmunda de Monster hace ya efecto. Hay muchos títulos que cumplen estas premisas y se convierten en objeto de culto, y The Night Watchmen lucha con todas sus fuerzas por formar parte de tan selecto club, pero no llega. Por poco, pero no llega.
Dicho largo cuenta la historia de un grupo de vigilantes nocturnos de una empresa en la que se trabaja demasiado (¿quizá suponga esto una velada crítica al exceso laboral en determinadas compañías? La verdad que no lo creo). Tenemos a un negro judío, un tipo duro que estuvo en los Marines, un loco que habla poco y del que todos piensan que antes era asesino o caníbal, y un joven que tocaba en una histriónica banda de rock y que acaba de entrar a formar parte de dichos guardias. Por otro lado, un jefe que va de enrollado y una joven empleada de la que todos están enamorados.
Casualidades de la vida, un payaso rumano fallecido acaba en un ataúd dentro del edificio, como favor a los transportistas que trasladaban el cadáver, por parte de nuestro grupo protagonista. Pero todo se tuerce de mala manera cuando dicho artista circense, de nombre Blumpo, resucita como un maligno vampiro sediento de sangre, transformando a buena parte de los trabajadores de la empresa. Eso les sucede por calentar el asiento en la oficina. Solo el variopinto grupo de vigilantes freaks podrán hacer frente a la amenaza, antes de que más vampiros del exterior intenten refugiarse en el lugar.
Pese a una premisa que aúna personajes graciosos, payasos vampirizados, gore a raudales y una gran cantidad de escenas de lucha, The Night Watchmen se hace monótona y sus chistes se vuelven repetitivos, pues no siempre funcionan, bordeando lo chabacano en no pocas ocasiones. Se nota que sus responsables siempre están pensando en cómo hacerte reír o en cómo crear una intensa escena de terror, pero en ese camino se les olvida el espectador. Seguro que ellos lo pasaron en grande durante la filmación, pero no tanto el espectador. No obstante, he visto la cinta en la comodidad del salón de mi hogar, igual la propuesta funciona mucho mejor con amigos, cervezas, o en una sala repleta de fans histéricos.
Pero esa es la primera impresión que da la cinta digirida por Mitchell Altieri, muy acostumbrado a este nuestro querido género. Quizá con unos personajes menos alocados y sin buscar tanto que el espectador se ría y sienta partícipe, la cosa habría fluido mejor. Porque por desgracia, por mucho empeño que uno ponga, esto se queda en un quiero y no puedo.
Como curiosidad, entre el reparto de secundarios y como productor, nos encontramos a una cara más o menos conocida, James Remar, que hemos podido ver antes en pantalla en Django desencadenado, la mítica The Warriors o en esa secuela lisérgica que es Mortal Kombat II: Aniquilación.
Trailer de The Night Watchmen
Valoración de La Casa
En pocas palabras
Comedia de terror con referencias, colegueo y gore generoso. En teoría lo tiene todo para triunfar, ¿no? Pues no. La pelota no se aleja demasiado de la portería, le da al palo… pero no acaba de entrar.