The Objective
Daniel Myrick y Eduardo Sánchez siempre dijeron que su intención era la de crear una trilogía centrada en la Bruja de Blair, sueño que se frustró rápidamente tras el desastroso resultado de «El Libro de las Sombras: Blair Witch 2», secuela que se estrenó apenas un año después de su predecesora únicamente para explotar el filón comercial, sin que Myrick y Sánchez tuvieran nada que ver con tal producción y echando por la borda todo el trabajo que los dos habían logrado.
Tras semejante desencanto (o vaya usted a saber por qué), ambos cineastas separaron sus caminos, desaparecieron del primer plano y se dedicaron a estrenar pequeñas (pero solventes) cintas directas a vídeo, tales como «Believers» en el caso del primero, y «Altered» en el del segundo.
Ahora, Myrick regresa con una cinta de futuro incierto aunque seguramente ubicado en la pequeña pantalla, de compleja digestión y ambiciosos propósitos (o sea, lenta y de imposible comprensión), pero a su vez de lo más curiosa y extrañamente fascinante. Por supuesto, siempre que se sea fan de la ciencia ficción.
Ciertamente, la fórmula de «The Objective» guarda más de un parecido con la de «El Proyecto de la Bruja de Blair».
En primer lugar, del mismo modo que en aquélla, la cinta propone una mezcla de hiperrealismo y sobrenaturalidad, una trama plausible y terrenal que da paso (con cuentagotas) a una segunda película de corte terrorífico y, en este caso, extraterrestre.
Además, aunque no sean los propios protagonistas los que en esta ocasión carguen con las cámaras, el director mantiene un estilo documental constante, mostrando todo en una tercera persona que más bien podría ser segunda, tal es su grado de proximidad al grupo protagonista. Y mientras que en «El Proyecto…» los actores comentaban lo que iban registrando con sus cámaras, en «The Objective» tal recurso se sustituye por la voz en off de Keynes, que constantemente aparece para aclarar algún pasaje y/o acontecimiento.
Todo ello ayuda a otorgar a prácticamente cada fotograma un halo de intranquilidad notable, que es el que, hablando en plata, ayuda a no abandonar la película a medias. Y es que las ganas de que ocurra algo son las que salvan a un film afectado, principalmente en su primer tercio, de un número demasiado elevado de minutos en los que no pasa prácticamente nada de nada. Y encima aderezados por la voz en off recién mencionada, tan cansina y monótona como, en general, intrascendente.
La sensación de tedio inicial resulta por tanto una dura prueba que poco a poco va obteniendo su premio (en forma de historia de fantasmas y marcianos, tan referencial como curiosa), pero siempre sin echar campanas al vuelo.
Si bien un forofo del sci-fi encontrará en ella más de un elemento destacable, por lo general cabe reconocer que Myrick no acaba de dar en el clavo en ningún momento, mostrando buenas maneras (traducidas en secuencias realmente notables en algunos casos) pero desaprovechando las numerosas opciones de apoteosis emocional.
Seguramente, la prueba más esclarecedora de ello reside en la conclusión del film, un galimatías de mucho cuidado que pretende convertirlo todo en un mensaje metafísico, metafórico y metalingüístico a lo Stanislaw Lem o Arthur C. Clarke, pero acaba cayendo en un mero dolor de cabeza para el frustrado espectador.
Con todo, como decía, «The Objective» es sin duda una opción más que interesante para el aficionado al género. Un film lento hasta decir basta pero cargado de intensas sensaciones, que transforma una misión militar en un viaje iniciático al principio y en un relato de extraterrestres después. Tan aconsejable (si se está completamente descansado y consciente, y si no se es de los que huyen ante «Solaris» o «2001: Una Odisea del Espacio») como desesperante.
5/10