Crítica de Thelma
Si Lady Bird es un acercamiento (otro más) indie made in USA a las difíciles etapas en las que se pasa de la juventud a la madurez, con el descubrimiento de la sexualidad por un lado y las imposiciones religiosas por el otro, Thelma (que curiosamente coincide en cartel con la misma) es su reverso nórdico y tenebroso. Como en la nominada película de Greta Gerwig, la nueva película de Joachim Trier pone en el epicentro de todo a una chica adolescente, que se aleja de su ultracristiana familia para cursar estudios en un colegio superior (o lo que sea). Por lo que de manera similar a la Ronan, Eili Harboe se aleja de su aparente círculo de confianza para adentrarse de lleno en el mundo adulto.
En este caso es más drástico todo, claro; pero es que en este caso, no se flirtea con la comedia, sino con el terror. No, Thelma tampoco es la gran novedad en lo que a argumento se refiere: de nuevo volvemos a una parábola terrorífica para hacer alusión a los cambios emocionales por los que se pasa en los años mozos. Pero más que en el qué, es en el cómo donde se encuentran las bazas de una película premiada en Sitges (mención del jurado y mejor guión) y seleccionada por Noruega, sin suerte, para participar en los Oscars.
El director de Oslo, 31 de agosto quiere acercar al espectador al drama de la adolescente protagonista con todas las consecuencias, implicándole hasta en el más mínimo matiz. Por este motivo, recurre a un ritmo deliberadamente sosegado que, cierto es, puede antojarse desesperante en más de una ocasión. Si empezamos por lo malo, puede decirse que en no pocas ocasiones Thelma confunde la construcción de una atmósfera y/o el análisis psicológico de un/a protagonista, con el tedio y la repetición. Sensaciones que se hacen más evidentes cuando el film pasa, a su manera eso sí, por todos los lugares comunes imaginables de un thriller sobrenatural de instituto. Sin embargo, todo parece pensado para acudir con éxito a un fin: el de incomodar cada vez más abiertamente al respetable para llevarle por donde quiera.
Y efectivamente, la película se escuda en su aparente anti-ritmo para asestar más de uno y de dos severos golpes en forma de pasajes de difícil deglución. La baza del film de Trier consiste en, si se entra en el juego claro, hacernos creer de pies juntillas situaciones que de cualquier otra manera hubieran caído en la patochada comercial de turno; y no sólo eso, sino de la misma manera que la protagonista, en hacernos dudar de la realidad conforme transcurren los minutos. Se genera, en definitiva, una gélida sensación de inseguridad que es la que nos acaba vendiendo por completo, para dejarnos en manos de un cineasta que se aprovecha de su victoria para cerrar su película con un tercer acto de emociones inesperadamente elevadas. A lo largo del visionado, tan sólo puntuales chispazos nos habían sonsacado; todos ellos cuidadosamente estudiados para exponer a una excelente Harboe pero sin acabar de decantar una balanza que la hace mover siempre entre la ingenuidad y la maldad. ¿Se sale de dudas? Ah…
Sin ser ninguna revolución para ninguno de los lenguajes con los que juega (el drama, el coming-of-age, el terror), Thelma se acaba erigiendo como una más que digna muesca de género. Sólida en la dirección, y sobre todo en la interpretación, se descubre como una pequeña alegría, eso sí, sólo apta para quienes se sepan armar de paciencia en una sala de cine.
Valoración de La Casa
En pocas palabras
Sólida pero poco revolucionaria muestra de thriller + coming-of-age, que propone una sosegada espiral de mal rollo culminante en un clímax que eleva revoluciones.