Crítica de Todo incluido
Hay ocasiones en las que no hay nada que hacer: un actor cae en desgracia -por motivos no siempre demasiado esclarecidos- y desde entonces haga lo que haga es vilipendiado por buena parte de la crítica profesional y del público en general. Esto es lo que parece ocurrirle al bueno de Vince Vaughn, actor con presencia en por lo menos el 80% de las comedias a lo Ben Stiller, que sin embargo jamás ha contado con el mínimo apoyo cuando le han caído entre manos papeles más protagónicos que de costumbre. Y si no, que me expliquen por qué, a día de hoy, «Cuestión de pelotas» no está considerada como una de las mejores comedias recientes, cuando se trata de un divertimento muy superior a la mayoría de producciones de la casa Apatow -y mucho menos pretencioso-.
Sea como sea, ahora Vaughn no sólo actúa sino que también escribe el guión de «Todo incluido» (junto al también miembro del reparto Jon Favreau, y a Dana Fox) por lo que, como de costumbre, se ha llevado varapalos de todo tipo… y más de 150 millones de dólares desde su estreno en USA el pasado 9 de octubre.
Comedia sobre la pareja, el rechazo a madurar y las dificultades ante los retos que supone la creación de una familia, «Couples Retreat» cuenta con Jason Bateman & Kristen Bell, Vince Vaughn & Malin Akerman, Jon Favreau & Kristin Davis y Faizon Love & Kali Hawk para encarnar a las cuatro parejas que, bien con el ánimo de mejorar sus vidas conjuntas o de pasar unas vacaciones de lujo, viajan a un paradisíaco resort regentado por el especialista en bienestar anímico Marcel (Jean Reno).
Como es de esperar, las cosas no tardan en torcerse, y sesiones de terapia obligatorias, tiburones, musculados profesores de yoga o jóvenes universitarias salidorras se lo pondrán muy difícil a los ocho protagonistas (in)felizmente casados.
Salta a la vista que tal premisa no es el súmmum de la originalidad, de la misma manera que por algunos puntos en común de su argumento, situaciones casi idénticas, localización e incluso repetición de actores, la película recuerda a comedias recientes como «Matrimonio compulsivo» (de los hermanos Farelly y con Ben Stiller y Malin Akerman) o «Paso de ti» (con Kristen Bell y Jason Segel en función de actor y guionista, y estrenada hace un año bajo la protección de Judd Apatow), por citar tan sólo dos de los muchos ejemplos posibles. Para más inri, si se compara con estas dos, «Todo incluido» queda por debajo, siendo por lo general una película algo más aguada y sin momentos tan logrados a nivel puramente cómico.
Pero desde luego, eso no significa que deba serle negada una posibilidad, pues lo que pierde de ese costado lo gana por otro algo inesperado, como es una inusitada sensibilidad que demuestra cierta madurez por parte de sus creadores, niños grandes hasta ahora.
De hecho, «Todo incluido» también guarda más de un parecido con una clase de comedia distinta, alejada del gag tanto como de la screwball comedy y cercana al retrato generacional, la love story y la sensibilidad.
Es, a fin de cuentas, el «Adventureland» de Vaughn y Favreau, y por ello se antoja seguramente inspirado en más de una referencia personal y hace que más de un espectador puede sentirse identificado con los personajes -no por nada las cuatro parejas son tan dispares entre sí-.
Ahora bien, lamentablemente de esta conjunción de rutas paralelas es de donde cojea mayormente la película, siempre indecisa entre tirar por el humor burdo y de brocha gruesa o más bien por la seriedad formal y sensible. Esto se traduce a su vez en algo de incomodidad para el espectador, descolocado ante momentos de mucho (y buen) tacto -provocadores de sonrisas complacientes- y gags de masturbaciones o malentendidos sexuales, de un estilo totalmente opuesto pero que por otra parte resultan bastante divertidos en general (véase la clase de yoga con un tal Carlos Ponce realmente descomunal).
Un fallo en los engranajes que se ve ligeramente agravado por una duración excesiva en relación a lo poco que tiene que contar, pero en todo caso sin llegar jamás a lo molesto.
Las situaciones en que finalmente se acaban dando la mano ambos estilos sí cuajan a la perfección, y es donde, aun de manera fugaz, «Todo incluido» brilla con luz propia: hago referencia, claro, a las reuniones con los diversos psicólogos (que incluyen cameo del omnipresente Ken Jeong).
Así las cosas, cierto es que no estamos ante la gran comedia del momento, ni mucho menos, pero sí ante una muy agradable opción de consumo tan ameno como rápido. Lo nuevo de Vaughn supone un pasito hacia la madurez de unos cómicos injustamente maltratados, y pese a su previsibilidad y falta de armonía entre las diversas personalidades del film, «Todo incluido» cuenta con la suficiente sutileza (quién lo diría) como para que sus personajes resulten fácilmente reconocibles para muchos de sus espectadores, y sus relaciones de lo más entrañable. Entre eso, su vis cómica, y qué demonios, un glorioso duelo al popular «Guitar Hero» -orquestado por personas que demuestran ser auténticos freaks del videojuego-, la película cumple de sobras su cometido, que por otra parte no va más allá que de entretener un rato a base de escaparates paradisíacos, caras bonitas y la reunión de unos actores que han debido de pasárselo pipa durante el rodaje.
Si el objetivo del que lee estas líneas es pasar una tarde de domingo con su pareja, refugiado del frío y sin mucho en que pensar, «Todo incluido» es una opción tan válida como cualquier otra, que de seguro habría corrido mejor suerte de sólo haber contado con la firma de algún otro cineasta a quien se le aplaude indiscriminadamente todo.
6/10