Crítica de Tournée
Pese a que la especialidad de Mathieu Amalric es la interpretación (le hemos visto recientemente en La escafandra y la mariposa, Quantum of Solace, Los últimos días del mundo o Adèle y el misterio de la momia), su carrera como cineasta cuenta también con un buen puñado de cortometrajes y tres o cuatro películas en las que figura como director. Tournée es precisamente el ejemplo más reciente de su talento tanto delante como detrás de las cámaras; una película que, por cierto, se adscribe a esa corriente de cine francés a caballo entre lo indie y la road movie, y cuyo paso por Cannes le valió el premio al mejor director y el Fipresci que concede la crítica.
Convertido en un antiguo productor de televisión, Amalric se encarga aquí de hacer de productor de una compañía de new burlesque, o lo que es lo mismo, un grupo de mujeres que buscan revolucionar el espectáculo conocido como tal haciendo un show por y, especialmente, para el sexo femenino. Sus rollizos cuerpos plagados de tatuajes, contrastados por una gran falta de tapujos y cierta gracilidad a la hora de subirse a un escenario, pululan por toda la geografía provinciana francesa esperando alcanzar los teatros de un París que no parece llegar nunca.
Y mientras unas (Mimi Le Meaux, Dirty Martini, Kitten, auténticas artistas de burlesque en la vida real) se dedican a revolucionar a propios y extraños con sus ardientes números, el otro se ve obligado a enfrentarse a su vida real, desalentadora y perseguida por fantasmas que parecen no querer abandonarle nunca.
De casi dos horas de duración, el metraje de Tournée se divide en dos bloques claramente distinguibles que dedican sus esfuerzos a presentar al grupo de artistas primero, y a descubrir en profundidad al personaje de Amalric después.
Con un arranque de lo más prometedor a base de títulos de entrada fabulosos y una serie de situaciones francamente acertadas, el arco inicial no tarda en convertirse en un viaje por puebluchos, tirando a aburridos, que viven la pequeña revolución propuesta por este ciclone1 de Gradiscas y Sugars. Con buen ritmo y mejor pulso, Amalric entretiene mientras empieza a dar las oscuras pinceladas que después van rellenando la segunda mitad de la película. Se trata de detalles como la obsesión de su personaje por apagar teles y radios que le rodean, la personalidad a un punto de la esquizofrenia o su mera mirada (siempre abatida), que encuentran su razón de ser a medida que Tournée pierde el interés en las chicas para depositarlo tan sólo en él. Es entonces cuando el film cambia totalmente de tercio, detiene su ameno ritmo en pos de cierta enjundia sentimental y se dedica a explorar la realidad, de todo menos alegre, del protagonista.
Interesante apuesta que sin embargo se le acaba torciendo al bueno de Amalric, que no puede evitar cierta sensación de dispersión y algunas situaciones de puro tedio.
De haber durado algo menos, ahora mismo estaríamos hablando de una obra redonda, pero así las cosas la película pierde muchos enteros por el camino, condenando al espectador a un molesto estado de apatía del que tan sólo logra salir al arrancar la canción que acompaña los títulos de crédito. Ahora bien, semejante borrón tampoco justifica la total condena de un Tournée que si bien dista mucho de la excelencia, no deja de ser un visionado fácilmente recomendable, bien sea por su impecable factura técnica, la curiosidad de su argumento o el volver a disfrutar de uno de los actores más interesantes del panorama francés actual.
6/10
__________________________
(1) Il Ciclone (1997), de Leonardo Pieraccioni colocaba a un grupo de bailadoras de flamenco en un pueblecillo de Toscana que veía alterada su cotidianidad a base de palmas, taconeos y las curvas de Natalia Estrada y amigas.