Crítica de Trainspotting 2
Segundos chutes nunca fueron buenos
Trainspotting es una de las películas más recordadas e innovadoras de los 90, perteneciente a ese estilo de cine de montaje rápido, personajes excéntricos, apología de la droga, música por doquier e imágenes de archivo para meternos de lleno en la propuesta. Aunque para quien esto es escribe, la obra original (que logró que los actores Ewan McGregor y Robert Carlyle, así como el director Danny Boyle, saltaran a la fama y a Hollywood), ni fu ni fa, hay que reconocer que contaba con escenas para el recuerdo (ese váter o esa pelea de bar), algunos personajes potentes y momentos de gran ternura, pese a estar retratando a un grupo de yonkis y desechos sociales.
El filme terminaba de una forma bastante redonda y no necesitábamos saber más sobre sus personajes, pero sus implicados, 20 años después, han considerado que sí lo necesitamos, así que hale, todos al cine a ver su secuela, un Trainspotting 2 que resulta fallida desde su comienzo, donde parece que estemos viendo una actualización muy impostada de la primera película. Incluso los personajes ya no nos resultan interesantes, pues no parecen haber experimentado cambio alguno durante estas dos décadas y vuelven a la casilla de salida. De hecho, en la primera hora de duración parece no ocurrir nada, y el único personaje que parece empujar hacia delante es el de Begbie (Robert Carlyle), que sigue bastante mosqueado con Renton (McGregor) y busca venganza.
Como ha ocurrido en otras ocasiones recientes, las secuelas tardías suelen resultar innecesarias, repetitivas y son una mera excusa para pasar por taquilla. No quiero ni pensar en aquellos amantes de esos locos personajes, que en los 90 fueron referentes (el mítico cartel de Trainspotting estaba por todos lados) y ahora aburren a las ostras. Sin querer hacer apología de la droga, se echa de menos algún pico más en pantalla…
Trailer de Trainspotting 2
Valoración de La Casa
En pocas palabras
Nadie pedía esta secuela, y efectivamente, nada tiene que aportar. Un desastre que sólo sirve para mancillar el recuerdo de la original.
Para mí la original, tampoco ni fu ni fa, así que imagínate mi expectación ante esta…