Crítica de Tres bodas de más
Tal vez sea cosa mía: tengo en Primos el referente absoluto en cuanto a comedia-española-comercial-reciente, y todo lo que parezca aspirar a recoger su legado pasa automáticamente por un proceso de comparación que juega en su contra. Entre eso y un comienzo divertido pero a medio gas, Tres bodas de más apunta no a fracaso, pero sí a comedia de usar y tirar. Y en realidad puede que así sea, pero en ese caso, bien orgullosa de ello que está, y divinamente que le sienta. Vamos, que no es Primos por mucha comedia romántica grupal protagonizada por Inma Cuesta y Quim Gutiérrez que tenga, pero asumido el golpe, la nueva propuesta de Javier Ruiz Caldera (Spanish Movie, Promoción fantasma) entra divinamente. Y sí se engloba en ese aura de nuevos entretenimientos españoles dignos por los que más o menos rondan los rostros de siempre (esa rat pack nacional -ea- a la que se suman a los dos citados Clara Lago, Antonio de la Torre o los chanantes). Tal y como está el patio, ya es.
Y es que pese a sus titubeantes compases iniciales, era de esperar que un enredo como es que una chica sea invitada a tres bodas de tres ex en apenas un par de semanas, se acabara desmadrando. Al cabo de nada, y de manera constante, la cinta va adquiriendo cuerpo, calor, mediante la aglutinación de una serie de personajes entre principales y secundarios inesperadamente bien dibujados (incluso Martin Rivas está más que correcto) que acompañan divinamente a una entregada, radiante, perfecta para el papel, Inma Cuesta. Empiezan a suceder gags cada vez más salidos de madre, entra en escena Quim Gutiérrez (nuestro Gere, nuestro Grant), y la progresión culmina allí donde Ruiz Caldera quería ir a parar: Tres bodas de más cuaja por ser no sólo tremendamente divertida, sino también entrañable, derrochando alma por encima de todo. A lo tonto, la meta que toda comedia busca, romántica o no, pero que apenas unas pocas consiguen.
Por supuesto, todo ello no la redime de sus males: a su ya mencionado arranque sin fuelle cabe añadir cierta irregularidad rítmica que coincide cuando más o menos toca avanzar en el argumento. Entonces, el guion de Pablo Alén y Breixo Corral muestra sus limitaciones fruto de la vulgaridad más absoluta en cuanto a entramado y desarrollo se refiere. Desde el primer momento sabe uno perfectamente cómo va a acabar todo, adelantándose sin problemas a todos los giros de una cinta que confunde la reverencia a los clásicos (entiéndase desde La fiera de mi niña a Pretty Woman o Algo pasa con Mary) con la copia de uno sin más. Y poco ayuda que la dirección y puesta en escena en general sean tan anodinas: con el tiempo, Tres bodas de más tiene todos los números para ser confundida con, por ejemplo, Fuga de cerebros o la más reciente ¿Quién mató a Bambi?. En parte ya es lo que decíamos al principio: todos estos peros se achacan a una película que se sabe conocedora de una premisa graciosa y cuya máxima pretensión pasa por sacar de ella cuatro gags acertados protagonizados por una serie de personajes majos.
Bien, pues eso lo consigue de sobras. Puede que la Bridget Jones española que nos ocupa tenga una perdurabilidad limitada en el recuerdo del espectador; que podría haber sido mucho mejor y que no, que no sea Primos. Pero tomándola como mero divertimento, da de lleno en la diana. Gags acertados, espíritu abiertamente familiar truncado, sin embargo, por tres o cuatro meadas fuera de tiesto de antología (¡te rompo, te rompo!), y actores que saben moverse perfectamente por el género posibilitan noventa minutos y poco de sanas risotadas, en una película normalita, correcta, previsible… pero con cuerpo, con alma. Le guiña el ojo al espectador buscando su complicidad, y vaya si la encuentra.
Trailer de tres bodas de más
Valoración de La Casa
En pocas palabras
La comedia española está de enhorabuena. Javier Ruiz Caldera convierte a Inma Cuesta en la Julia Roberts de por aquí, y trufa la película de gags hilarantes.
Bueno el cine ha muerto. Con este tipo de aberraciones. Pero hay que tener en cuenta, que si esto se paga de los contribullentes. Y Paga el Ministerio de CULTURA. Yo seguro que con esa subvención y una camara, un objetivo y unos amigos nis descojonariamos de la risa…. hay que hacerselo ver. Suerte a esto que llaman CULTURA EUROPEA.