Crítica de Tulpan
Es poco habitual que nuestras carteleras den cobijo a películas procedentes de ciertas nacionalidades. No sé, bien por diferencias culturales, bien por circunstancias sociales, productos como este «Tulpan», dirigida por el director de Kazajstán Sergei Dvortsevoy, terminan siendo excepción en el panorama comercial nuestro. Es lo que hay. Aunque no deja de ser una pena.
El caso es que uno recibe «Tulpan» con una cierta curiosidad. Y la realidad es que a la cosa tampoco se la puede calificar de eso. De curiosidad, me refiero. Esto es una especie de historia naturalista, cocida a fuego muy lento (es de las que aparentemente no pasa nada), a caballo entre el drama rural y la comedia costumbrista. Una historia sin complicaciones, la de Asa queriendo casarse con Tulpan, que va fluyendo con naturalidad mientras retrata la vida de un grupo de pastores en la estepa de Kazajstán. Grupo con pocas necesidades materiales, más preocupado en enfrentarse a las tormentas de arena o a los constantes abortos de ovejas. O, eso, en formar matrimonio para poder dedicarse uno a la ganadería.
Así que Dvortsevoy se aúpa al hombro la cámara y se dedica a seguir a sus personajes, centrando su atención en el ex-marinero Asa, pero también en su adusto padre Odas, en su amigo Boni, avezado conductor discotequero, o la familia de la propia Tulpan, matrimonio progresista que respeta los deseos de su hija: básicamente casarse con quien ella quiera, y no con quien más cincallería le ofrezca.
Así las cosas, el realizador centra el relato en un punto medio entre la ficción y el documental. Desde luego estamos ante una historia guionizada (ojo, el director afirma que del guión original al final quedó bien poco), pero su ética y su estética son de documental. De modo que combina artificios puramente de ficción (por ejemplo, la imagen de la joven Tulpan siempre se nos escamotea, mostrándonosla en alguna ocasión, como mucho, de espaldas) con la captación espontánea del momento (maravilloso plano secuencia en el que asistimos al parto de la oveja). Para rematar la faena, Dvortsevoy echa mano de actores no profesionales; casi diría uno de auténticos pastores nómadas.
Eso, unido al retrato de la vida en la implacable estepa kazaja, nos traslada al terreno del retrato sincero, alejado del exotismo que se ha querido ver por ahí: «Tulpan» no tiene nada de exótico, y sí mucho de comedia suave bastante tipificada. Y no lo digo en sentido peyorativo, cuidado.
Las desventuras amorosas de Asa serían perfectamente reconocibles por un nómada estepario y por, yo qué sé, un ejecutivo londinense. Y su aventura cotidiana está teñida de una comedia tan amable como universal que se va deslizando suavemente, sin sobresaltos, por entre las vidas de los personajes, y que de vez en cuando ofrece algunos destellos humorísticos realmente divertidos. Empezando por el personaje de Boni, fan obsesivo de un único tema de Boney M. (el celebérrimo «Rivers of Babylon») que raya constantemente en la radio de su boogie, hasta un momento que implica las orejas de Asa y una foto del príncipe Carlos de Inglaterra.
Así que sí, hay costumbres, hay esa estepa tan diametralmente opuesta a progreso cosmopolita, y hay un cierto aire a los parajes mongoles y a los comportamientos de quien los habitan de aquella otra «La boda de Tuya». Pero en el fondo, hay comedia… y también algo de drama. Por lo menos del drama que subyace en una vida cotidiana ligada a la imprevisibilidad de la naturaleza. Una comunidad tan arraigada a los animales (ya digo, son pastores) puede llegar a vivir como una tragedia los problemas de fertilidad de sus rebaños.
Porque en «Tulpan» hay tanto de relaciones interpersonales como de relaciones entre las personas y la naturaleza, árida, escasa pero vital, que les rodea.
Todo ello da cobijo a una película amable y entrañable, de visionado agradable pero que sin embargo, o gracias a ello, cala en el espectador y deja un poso de buen hacer, de sinceridad y de humildad.
Es estupenda, de verdad.
7’5/10
"… puede llegar a vivir como una tragedia los problemas de fertilidad de sus rebaños."
Yo, que soy de campo profundo, te digo que no es que puedan llegar a vivirlo como una tragedia, es que para ellos ES una tragedia! se quedarían sin suministros y se morirían de hambre y de frío. como una catástrofe zombie. o como si estuviéramos en gaza. !
por lo que cuentas me recuerda a El último cazador, sólo que esta es en la otra punta del mundo.
Pues hija, no sé si será por la frialdad de la Internet esa, que castra toda ironía posible, o por que te leo como muy seria, pero lo de que eres "de campo profundo" como que me lo creo y todo…
Pero vamos, que en el fondo vienes a confirmar y matizar mis palabras, o así… ¿no? :)
¿Quedo muy mal si digo que no he visto "El último cazador"…?
Besetes! ;)
Es que va en serio! (bueno, lo de profundo igual es mucho xD) en realidad es un comentario un poco estúpido que poco tiene que ver con la crítica de la peli, la verdad. Es sólo que me chocó lo de "pueden llegar a tomárselo como una tragedia" cuando para la gente que vive de eso es muy importante. Simplemente difería en la semántica de la perífrasis verbal, o eso, y lo puse, sin más. Tengo un pequeño problema de contención mecanográfica, tengo que dejar de escribir todo lo que se me viene a la cabeza.
La de el último cazador no es ningún clásico ni nada del otro mundo, es más bien un documental extraño ,así que na…
¿Pequeño problema de contención? ¡Pero si estamos pa eso, mujén!
Sobre la cuestión de la gente del campo… si es que estamos diciendo lo mismo. Lo de "pueden llegar a tomárselo" no va con ningún tipo de retintín, todo lo contrario. Quiero decir que REALMENTE se lo puede tomar como una tragedia. Que sí, que puede llegar A SER una tragedia. Es una cuestión de palabras utilizadas, pero ya te digo que estamos diciendo exactamente lo mismo…
Más saludos, más besos y todo eso :D
jaja madre mía, menudo lío he montado por un matiz de un verbo mal entendido XD mi deformación profesional está llegando a límites insospechados.
Pues eso, que la peli parece interesante, jeje.
saludines!