Crítica de Umberto D
Ya no es noticia: nueva recuperación de A Contracorriente, nuevo título imprescindible en cualquier DVDteca cinéfila que se precie. Ahora, además, con el plus de ofrecer un título que permanecía tristemente marginado en nuestro mercado doméstico. Terrible desbarajuste, a tenor de la calidad y relevancia histórica del mismo, no sólo por ser una película de Vittorio De Sica (sólo por eso sería acontecimiento), sino además por ser una de las mejores películas del director napolitano. Porque, mucho, ojo, hablamos de Umberto D, auténtica cumbre no sólo del ideario de De Sica sino también del Neorrealismo italiano, encuadrada en una época -se estrenó en 1952- en que las primeras obras maestras (Roma ciudad abierta de Rossellini, La tierra tiembla de Visconti, Arroz amargo, de De Santis, Ladrón de bicicletas del propio De Sica) ya habían recibido su justo reconocimiento mundial. Y en un momento en el que el realizador ya gozaba de un elevado prestigio: desde 1944 y hasta ese año rueda un bloque insuperable de cinco películas que se inicia con Los chicos nos miran, prosigue con El limpiabotas, Ladrón de bicicletas, Milagro en Milán y culmina con Umberto D, su mejor película durante la siguiente década. Por lo menos hasta que llegara, en 1960, otra de las que puede sumarse con facilidad en el grupo de filmes privilegiados de Vittorio De Sica: Dos mujeres.
Pero volvamos a Umberto D. Escrita por Cesare Zavattini, guionista de Ladrón de bicicletas, nos encontramos ante la historia del personaje que da título a la película, un anciano exfuncionario ahora viviendo en situación de precariedad y con un perro como (casi) único aliado: excepto una joven con quien establece una insospechada complicidad, Umberto tiene que pelearse con su casera y sus constantes reclamaciones monetarias y, en general, con un sistema que se ha abandonado a la injusticia social y ha encontrado en los hogares de beneficiencia un provisional parche. Y es que si algo es de entrada la película es una historia de dignidad, de fuerza de voluntad, de la búsqueda de un lugar donde sobrevivir en el centro de una sociedad miserabilista.
Lo cual entronca con los temas abordados por el cine de la época. El estado no puede ofrecerle al anciano un lugar en el que quedarse, la pobreza aún está presente en las calles de un país en plena reconstrucción, casi una década después del final de la guerra. Un país donde la vida se vive a razón de un día cada vez, donde uno tiene que pelear contra los elementos, uno tras otro (ya había de eso en Ladrón de bicicletas y en El limpiabotas, por ejemplo). Umberto D es puro Neorrealismo vestido de melodrama lírico, tocado por elevadas dosis de poesía cotidiana; sin embargo las abundantes pinceladas naturalistas en la mirada de De Sica no dejan lugar a dudas, así como tampoco la aparición de otros rasgos fundamentales de la escuela italiana: el rodaje en exteriores e incluso la presencia de actores no profesionales (en este caso, sin ir más lejos, el propio protagonista, interpretado con tremenda delicadeza por Carlo Battisti).
Y sin embargo, la película tiene la virtud de trascender juicios críticos para establecerse en el lugar de las emociones siendo, desde su superficie y hasta su tuétano, una profunda historia de amistad y respeto. Y al mismo tiempo una reivindicación de la tercera edad o -más amargo- una reflexión sobre el papel cada día más ausente de esta sobre la vida privada de los ciudadanos, que parecen descuidar a sus mayores con terrible desmemoria histórica. Con todo, esta se posiciona como una de las mejores, más profundas y conmovedoras películas jamás rodadas sobre la vejez, quizá junto a Vivir (rodada el mismo año), Cuentos de Tokio y Fresas salvajes.
Y es que como decimos nos encontramos ante una película en la que prima el sentimiento sobre el impacto, en la que el realizador no se sitúa a si mismo por delante de su propio mensaje. Al respecto, la labor de de Sica pasa por una falsa invisibilidad: la trama, sencilla y diáfana, se desarrolla de manera limpia, suave, sin estridencias formales. Se despliega mediante una puesta en escena transparente, austera, naturalista y tremendamente honesta. De este modo, desligada de todo prejuicio y liberada de cualquier atisbo de manipulación sentimental, la película puede conjugar fluidamente ternura con crudeza, alegría con una profunda tristeza.
Y va discurriendo con parquedad narrativa y exuberancia emocional entre recursos puramente dramáticos y destellos de comedia, llegándose a detectar una notable influencia de los dramas mudos de Chaplin. Y como en ellos, la intensidad es tal que todo termina apuntando irremediablemente a una coda de altísimo voltaje: el personaje llega hasta una de las decisiones más terribles que puedan concebirse, la película termina convertida en un dechado de sensibilidad y sutileza, el melodramático climax respira tacto y pudor; pero sea como sea, Umberto D es una de las películas más profundamente conmovedoras que pudieran filmarse a partir de la segunda mitad del siglo XX junto con, posiblemente, los Juegos prohibidos de René Clément.
Y en el DVD…
Cuidada edición de A Contracorriente, como es habitual, aun algo falta de material extra. Se ha recuperado la costumbre de incluir un pequeño librito informativo en el interior de la caja, esta vez escrito por el crítico Àlex Gorina y que, bajo el título Una película eterna sobre la dignidad humana se centra en el director y las vicisitudes sociales del Neorrealismo más que en la propia Umberto D. En otras palabras, esto es más una contextualización de De Sica en su entorno artístico que un análisis en profundidad de la película.
Por otro lado, la edición incluye como material añadido una entrevista de unos doce minutos con Maria Pia Casilio, actriz presente en la película y que además volvió a trabajar para De Sica en ¿Y cuándo llegará Andrés? Más los habituales trailers y las opciones de audio de rigor. En este caso, versión doblada al castellano y versión original con subtítulos en castellano opcionales. Nada fuera de la norma, pero tampoco nada que entorpezca el visionado y disfrute de una (otra más) cumbre del cine italiano editada por A Contracorriente.