Crítica de Un tipo serio
Tras el éxito cosechado con «No es país para viejos» y «Quemar después de leer«, los hermanos Coen vuelven a la carga, a ritmo de Woody Allen, con «Un tipo serio» que se aleja de la vertiente más prudente y sobria de la bipolar personalidad de los cineastas, para instalarse en su faceta más jocosa y punzante, como prueba que su argumento pueda reducirse, simple y llanamente, en ver cuánto puede resistir un hombre normal y corriente ante el puteo máximo al que es sometido por su vida familiar, personal, profesional y incluso espiritual.
Claro que por el camino florecen mil y un discursos (algunos recurrentes en su filmografía, otros no tanto) que invitan a reflexiones de todo tipo y densifican el film, pero esa es la única columna argumental sobre la que se centra, por lo que «Un tipo serio» vendría a demostrar dos cosas. La primera, que los Coen se han ganado (si es que alguna vez lo perdieron) el poder suficiente como para hacer lo que les venga literalmente en gana. La segunda, que aun así sus proyectos acaban siendo (casi) siempre geniales, pudiendo cuantificar su valor final tan sólo en función del resto de películas con su firma. Y es que si hay un adjetivo que describe mejor la obra de los Coen es el de la exclusividad, argumento que se confirma por partida doble con la cinta que ahora nos ocupa.
«Un tipo serio», por tanto, no puede valorarse como simple comedia (bajo este aspecto, por descontado, se convierte desde ya en candidata a comedia del año de este 2010 que apenas acaba de empezar), habrá que compararla con «Crueldad intolerable», «Los Ladykillers», «El gran Lebowsky» o «Arizona Baby». Pero como acabamos de decir, con ella el concepto de exclusividad adquiere otro significado paralelo, y es que a un servidor le da que si bien será muy valorada por los seguidores del tándem, resultará de muy difícil aceptación por parte de los neófitos, al tratarse de una película que no sólo no va de nada, sino que ha sido escrita por y para los propios hermanos Coen, como si se tratara de un epicentro (focalizado en la figura del protagonista) a partir del cual se han ido desarrollando posteriormente numerosas ondas expansivas en función de lo que querían ver en su pantalla personal. La finalidad del film, por tanto, no es otra que la de divertir a sus creadores, y por ello propone un humor muy negro y de difícil acceso mediante el que se pide al espectador que se ría de la desgracia ajena, nada nuevo bajo el sol de no ser porque tales adversidades se antojan lo suficientemente cotidianas como para resultar hirientes.
Más pruebas del carácter personal de «A Serious Man» (que así se llama en v.o.) pueden descubrirse también en el prólogo situado cien años antes y que según las palabras de Joel Coen, directamente no tiene nada que ver con lo que sigue, pero nos ayudó a empezar la película; o en la ubicación geográfica y temporal de la acción, una comunidad judía del año 1967 similar al pueblo natal de los hermanos que vale, de paso, como excusa para hilvanar prácticamente un documental sobre dicha cultura.
Ahora bien, si hay un elemento que mejor define la película que nos ocupa y la engloba en el particular universo Coen, ese es su denominación de origen, la marca de identidad de los hermanos que, obviamente, en «Un tipo serio» aparece con claridad meridiana.
Porque una vez más, Joel & Ethan Coen recurren al argumento del que han demostrado ser unos auténticos eruditos: el embrollo vacuo (desde «Sangre fácil» a la antes citada «Quemar después de leer», su filmografía está plagada de ellos). Huelga decir, por tanto, que en su nueva película se pueden encontrar elementos clásicos que revisten su no menos clásica estructura, como son las dudas existenciales, la casualidad/causalidad de los acontecimientos, lo puta que es la vida a veces o demás conflictos morales, sumados a discursos quizás no del todo nuevos pero definitivamente renovados, con las dudas religiosas y el destino como principales abanderados.
Con semejantes armas bajo el brazo y la característica genialidad que se les atribuye, el film va pasando del humor negro a la afección por puro sentimiento de culpa, de la parodia del judaísmo, el núcleo familiar o la enseñanza al respeto de los mismos, en una telaraña argumental tan compleja como intrascendente (¿he dicho ya que no va de nada?) pero hilvanada con el suficiente ingenio como para no perder el interés del espectador.
Y eso que, todo hay que decirlo, en más de un momento «Un tipo serio» peca de hacerse excesivamente dispersa e incluso puntualmente pesada.
Sea como sea, la nueva película de los hermanos Coen acaba convirtiéndose en una cita ineludible para los fans de los Coen, al tiempo que se convierte en una opción totalmente recomendable para los demás espectadores por su peculiar comicidad surgida de las imposibles situaciones que rizan el rizo de las desgracias humanas. Ahora bien, puede resultar difícil para el espectador menos preparado, pues a sus atípicos ritmo y humor cabe añadir un reparto totalmente desconocido aunque tan válido como para, al menos, merecer el Globo de Oro al que opta su protagonista, un sensacional Michael Stuhlbarg.
7,5/10
Dejando cada día mas claro que sois unos ignorantes del cine desde que que creasteis este blog.
Nuestro amigo el Troll Anónimo de Sevilla. Para el resto de gente eres una triste linea sin nombre en un post perdido en la noche de los tiempos.
Pica pensar que tenemos varios miles de lectores diarios ¿verdad? A mí me da igual tu falta de respeto hacia nosotros, pero con tu comentario los insultas a todos ellos.
XD, muchas gracias hombre, aquí te esperamos para que sigas aportando.
John, no le hables de "varios miles", que se pierde…
Esta película me es fascinante. Al igual que me ocurrió con Barton Fink, al acabar de verla no dejé de darle vueltas y vueltas al film, buscando ensayos e interpretaciones por internet…
Cualquier cosa para responder a la duda clavada como una aguja en mi cerebro: "¿que era lo que me estaban contando?, exactamente, ¿de que iba la película?".
Y más allá de interpretacions excesivamente rebuscadas que encuentras por ahi (demasiado simbolistas y rebuscadas)… senzillamente, la película es lo que es. Sin más.
Genial.
Amén. Y larga vida a los productos intermedios de los Coen. Con el tiempo, se acaban convirtiendo en los mejores.
A mi me pareció una excelente película solo que para inteligentes que puedan entender a los Coen
Juas, inteligentes que puedan entender a los Coen? Si la cosa va de un tío al que le hacen putadas, tampoco hay mucho más!! ;)
Saludos, Caballero, celebro que te gustara la película!
jejejeje hay q entender a los Coen a eso me refería….