Crítica de Una aventura extraordinaria

En un remoto pueblo de Alaska, John Krasinski descubre a tres ballenas atrapadas en el hielo. Como es un tipo muy majo (me presenten a alguien que opine lo contrario) y además resulta que es periodista en un canal local, la noticia empieza a propagarse en televisión, y ya tenemos peli. De repente, un engranaje colectivo de considerables dimensiones se pone en marcha para salvar a los cetáceos: la administración local, los empresarios, la exnovia loca de Greenpeace, las tribus inuit, hasta los soviéticos.
Ésta es la trama del nuevo trabajo de Ken Kwapis, y también es, a grandes rasgos, una historia real que tuvo en vilo a los EEUU durante varios días. Con este material nace Una aventura extraordinaria que, incluso su nombre original (Big Miracle) delata su vocación de producto familiar e impersonal. Desde La Casa proponemos otros posibles títulos perfectamente intercambiables con el que nos ocupa, a saber:
-«Un gran día para ellos»
-«Sucedió en Alaska»
-«Todos juntos (una historia de superación)»
Se aceptan propuestas.
Planteada como una historia coral, la base del film la constituyen el dúo John Krasinski-Drew Barrymore como representantes del pueblo llano, y la narración se abre en árbol para mostrarnos a un empresario petrolífero (Ted Danson), una reportera de la ciudad (Kristen Bell), un militar (Dermot Mulroney), o una asesora de la Casa Blanca (Vinessa Shaw). Todos reman en la misma altruista dirección, pero como estamos en el siglo XXI en el dibujo de los personajes hay espacio para el matiz y para los intereses propios. Pero que nadie espere a Aaron Sorkin (todos en pie) o a David Simon (todos en pie, sombrero fuera y firmes), solo la apreciable voluntad de entregar un producto agradable, que gira sobre la ilusoria premisa de que en cada ser humano yace algo positivo que explota cuando la comunidad se une para un buen fin. Un mensaje agradable y sobre todo blanco, que a nadie molesta y que no busca ir más allá de su vocación solidaria.
Sin embargo, la ligereza del tratamiento no justifica la sensación que tengo de que Ken Kwapis (habitual de The Office, por cierto) ha puesto el piloto automático y ha centrado sus esfuerzos en lograr que las tramas de todos los personajes se encuentren al mismo nivel y hagan avanzar la historia. Si Krasinski está correcto, gestionando su papel con su habitual solvencia, Drew Barrymore parece perdida en un producto de segunda fila, síntoma terrible de una carrera en declive. Su recreación de una activista de Greenpeace es poco más que un burdo tópico con el que cuesta horrores empatizar y, mucho menos, acompañar en el giro más dramático de la historia.
Kwapis plantea con corrección una historia que convierte en carne de telefilm, de película estrella en Disney Channel. Cine para todos los públicos, limpio de malas intenciones. Es un objetivo legítimo, pero conviene saber si es suficiente para no convertirla en un producto olvidable. Más allá del tema del esfuerzo colectivo yace la reivindicación de los pueblos y tierras de Alaska, sean blancos de la capital o tribus inuit. El paroxismo involuntario aparece en el último plano, con la irrupción de un personaje (real) absolutamente innecesario, guardián de las esencias y francamente cuestionable a ojos de un servidor. El que quiera saber de quién hablo, que lo busque. O que espere unos meses: Una aventura extraordinaria no tardará en ocupar su condición de película de sobremesa.

5/10

Por Manel Carrasco
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Manel Carrasco es uno de los cracks del análisis y la recomendación cinematográfica. Por aquí creemos que empezó a ver películas antes de aprender a respirar siquiera, motivo por el que sus conocimientos en materia sobrecogen. A la que puede, nos regala una de sus reseñas para La casa

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Comentarios

  1. Soy fan de la Barrymore…sip, es así. Y si hace falta ver la versión ballenil de Bajo Cero…pues se ve.

    Y desde aquí recomiendo su opera prima Whip It.

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