Crítica de El único superviviente (Lone Survivor)

El único superviviente (Lone Survivor)

Peter Berg es un tipo curioso. Capaz de estrenar la mayor de las chorradas (Battleship) como de dignificar la vertiente más palomitera de Hollywood (Hancock), debutó en la gran pantalla con una de las grandes comedias del siglo pasado (Very Bad Things), no sin antes haber realizado un episodio televisivo de la serie Chicago Hope. El cine es goloso, y tras aquella burrada protagonizada por Cameron Díaz se centró principalmente en proyectos para la gran pantalla, pero curiosamente el mayor de sus logros se ha visto vía catódica; es, claro, Friday Night Lights. Ecléctico batiburrillo de géneros, del que despunta una personalidad detrás de la cámara que empieza a ser reconocible: un estilo crudo, directo y no exento de frenesí, un seguimiento muy visceral y cercano de los protagonistas, y buen gusto formal, que vuelve a ser alma máter de su segunda incursión al género bélico tras la más distendida La sombra del reino (asumiendo que la adaptación de Hundir la flota no puede considerarse como tal). El único superviviente, y gracias por el spoiler, es un drama basado en la historia real de un episodio de guerra en Afganistán. Un grupo muy reducido de militares intentaba dar caza a un importante gerifalte de al Qaeda en 2005, cuando fue sorprendido por hordas de enemigos talibanes. Panfleto maniqueo al canto, y propuesta mucho más seria que todo lo visto con anterioridad, pero lo dicho: manteniendo las mismas manías formales que poco a poco va puliendo el cineasta. Menos mal.

Sí, porque si algo hace que el film valga la pena es su impecable factura, claramente superior a su previsible y banal contenido. Y es que en una clara declaración de intenciones, la película que nos ocupa se abre con imágenes reales de los tremebundos entrenamientos que reciben los soldados norteamericanos, para dar paso después a la habitual presentación de personajes: que si el soldado que se va a casar, que si las bromas y momentos de divertimento en grupo, la explicación de la misión… Y después un par de escenas, más dinámicas, del helicóptero que transporta al pelotón hacia su misión, en absoluto compensación suficiente para un inicio francamente desalentador. Ahora bien, ya decimos que se ve aquí a un Berg mucho mejor como director que a manos del libreto, y en todo el primer tercio se esfuerza por dotar de cierta agilidad al conjunto, con una cámara siempre en movimiento, planos cortos y cierta elegancia visual en general (en una nueva colaboración con su director de fotografía habitual, Tobias A. Schliessler). Así evita el rechazo más absoluto por parte del espectador no norteamericano, puesto que consigue vestir de seda a la mona hasta el momento cumbre: el inicio de la misión. Y ahí, vaya si cambia la cosa.

A partir de entonces y durante prácticamente una hora entera de metraje, El único superviviente se convierte en un videojuego, un shoot ‘em up de última generación sumamente vívido y sin escatimar en violencia lo más mínimo. Sin duda lo mejor de la propuesta, y a nivel de cine de acción en general, de lo más acertado de la temporada. Berg sigue demostrándose amigo de los grandes espectáculos, y su última propuesta se nutre de ello convirtiéndose en una potente pirotecnia bélica. Vistosa y ágil, alterna sin apenas tiempo para respirar infinidad de tiroteos y huidas, caídas tremendas por barrancos rocosos y balazos cada vez más dolorosos. Todo con un montaje exquisito, con una cámara siempre cerca de los sufridos soldados, y acompañado de un sonido atronador e hiperrealista que le va que ni pintado al aspecto en general de la cinta, tan alejada de los habituales aspavientos de la ficción hollywoodiense. Por supuesto que a estas alturas, ya no hay vuelta de tuerca en su discurso: los malos son lo que son y las penurias por la que pasa el equipo protagónico (imposible distinguir personajes por separado) invitan al espectador a alistarse en el ejército tan pronto como acabe la sesión, para aplicar la justa venganza. Pero al menos se presenta en condiciones, esto es, planteando un espectáculo inapelable de una hora entera, puro entretenimiento y tensión a flor de piel en una experiencia bélica sufrida casi en primera persona. Inesperada sorpresa, glorioso reencuentro del espectador con un género últimamente abocado al más difícil todavía, lo más irreal y lo más inofensivo (siempre y cuando, repetimos, no se pare a pensar en ella). Y que tiene su dolorosa contrapartida en forma de tercio final.

No es difícil de entender el porqué, pero deprime asistir al precipitadísimo desmoronamiento al que se autocondena una cinta que ya había conseguido superar los titubeos de su introducción, que había logrado huir de los males habituales del cine bélico norteamericano y comercial, y que ya contaba con el beneplácito del espectador más desconfiado. Aprovechándose de una historia real que indudablemente tendrá más de un punto en común con la adaptación, Berg echa todo a perder a golpe de guion, con una conclusión torpe hasta caer en la vergüenza ajena, pensada sólo para compensar la pueril imagen generada hasta el momento de la población musulmana en general. Ni el propio responsable de la cinta parece demasiado convencido de su cambio de discurso, por lo que de apuntar a convertirse en una grandísima cinta de acción, moralmente cuestionable pero audiovisualmente espectacular, acaba quedando todo, una vez más, en lo de siempre: en un panfleto renqueante, estúpido y manipulador, sin definición de personajes y de preocupante moraleja. Lástima.
4,5/10

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En diciembre de 2006 me dio por arrancar mi vida online por vía de un blog: lacasadeloshorrores. Empezó como blog de cine de terror, pero poco a poco se fue abriendo a otros géneros, formatos y autores. Más de una década después, por aquí seguimos, porque al final, ver películas y series es lo que mejor sé hacer (jeh) y me gusta hablar de ello. Como normalmente se tiende a hablar más de fútbol o de prensa rosa, necesito mantener en activo esta web para seguir dando rienda suelta a mis opiniones. Esperando recibir feedback, claro. Una película: Jurassic Park Una serie: Perdidos

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Comentarios

  1. Mierda de tercio final porque hasta el último párrafo estaba contentísima. Vale, gracias Caps, para la sala de mi casa.
    Pero vaya, verla, la veré seguro. Sale Taylor Kitsch. No hay más que habar. Mientras Berg siga llamándole ya tiene mi +1.

  2. Sí, a ver, que la peli en verdad es de 6 tranquilamente. Pero me jode muchísimo el final. Es que se la carga completamente y regresa a eso de "la estupidez americana" cuando del género bélico se trata. Son muy tontos…

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