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Crítica de Vals con Bashir

12 febrero, 2009/2 Comentarios/en Animación /por Carlos Giacomelli

Una noche, en un bar, un viejo amigo cuenta al director Ari que tiene una pesadilla recurrente en la que le persiguen 26 perros. Cada noche, el mismo número de animales. Los dos hombres llegan a la conclusión de que tiene que ver con una misión que realizaron para el ejército israelí durante la primera guerra con el Líbano a principios de los años ochenta. Ari se sorprende ante el hecho de que no recuerde nada de ese periodo de su vida. Intrigado, decide ver y hablar con viejos amigos y antiguos compañeros dispersados por el mundo entero. Necesita saber la verdad acerca de ese periodo y de sí mismo. Ari escarba cada vez más y sus recuerdos empiezan a reaparecer mediante imágenes surrealistas…

Con este pretexto arranca «Vals con Bashir», película israelí que tras haberse alzado con el Globo de Oro, es clara favorita para ganar el Oscar a la mejor película de habla no inglesa.

Dirigida por Ari Folman (que a su vez se erige como protagonista principal de la misma), la película se disfraza de documental alterado, por así decirlo, una sucesión de entrevistas y confesiones que juega con la reproducción de los recuerdos de los personajes, pero también de las alteraciones que estos han sufrido, fruto del paso del tiempo y/o de posibles traumas, o de las ensoñaciones del propio director.
De la imposibilidad que representa plasmar todo ello en imágenes reales deriva por tanto la elección de animar la cinta, técnica realizada mediante básicamente la animación flash (muy similar a «Cálico Electrónico», vamos), y que supone el primero de los varios fallos del film.

Y es que hablar de «Vals con Bashir» es hacerlo, qué duda cabe, de una película correcta en líneas generales y con (escasos) momentos de absoluta brillantez, pero también deudora en muchos otros aspectos que por lo visto la gran mayoría a pasado por alto.

Que la animación sea mediocre (por no decir otra cosa) puede resultar un hecho meramente circunstancial, enseguida supeditado a la vistosidad colorista del conjunto, impactante en prácticamente cada uno de sus fotogramas, pero aún así implica que el espectador arrugue la nariz en más de una ocasión, distanciándose puntualmente de la carga dramática de su discurso y desconectando de un film que, tras un comienzo arrebatador, no tardar en perder fuelle.

Tras su original apariencia argumental, centrada en hacer recordar una situación pasada a un individuo, se esconde un mensaje claro, directo y sencillo, una crítica no sólo a la guerra (entendiendo como tal cualquier acto de la misma, vinculada o no al conflicto del Líbano en que se centra Folman), sino a las mentiras y trapos sucios que oculta todo participante, amigo o enemigo, víctima o depredador.

Si, obviamente, dicho alegato pacifista no puede ser criticado de ninguna de las maneras, sí se puede atacar a la forma en la que ha sido tratado, de manera muy irregular y excesivamente simplista en numerosas decisiones.
Primero, porque como decíamos antes, tras una introducción sumamente estimulante «Vals con Bashir» comienza a diluirse paulatina pero constantemente, a lo que desde luego no ayudan ni la repetición (tres veces, pero parecen más) del sueño del director-protagonista, ni la excesiva lentitud con la que todo (y todos) se mueven en pantalla, ni la propia estructura del film, lineal y repetitiva hasta decir basta.

Pero además, el verdadero problema de la cinta de Ari Folman reside en ciertas decisiones a nivel puramente argumental que por momentos echan a perder toda la seriedad de la película y la convierten en un producto mucho más burdo y mundano y de lo esperado. Dicho de otro modo, «Vals con Bashir» se dirige constantemente a la inteligencia del espectador: ya desde su premisa, la mescolanza de imágenes reales con un mundo imaginario que acaban confluyendo de manera que unas no puedan existir sin las otras, y la dificultad que ocasiona distinguirlas por la irreal crueldad de algunas de ellas, queda claro que el guión de Folman busca un espectador diferente. Del mismo modo, son muchas las lecturas que pueden extraerse del recurso de convertir la crudeza de la realidad en dibujos, así como de los propios diálogos entre entrevistador y entrevistados a lo largo de sus escasos 90 minutos.
Por eso sorprende que aquí y allá aparezcan resoluciones que simplifican en exceso la transmisión del discurso, situaciones más típicas de una película (norteamericana) cualquiera de género bélico con el único objetivo de resultar más comercial, hacer entender a todos su mensaje, masticándolo y convirtiéndolo en decepcionantes panfletos de tres al cuarto.
Así, no son pocas las situaciones en las que el espectador se descuelga completamente y digiere la cinta de manera pasiva, como si de una cinta de acción en el campo de batalla se tratara (dirigida, eso sí, por algún director pretendidademente serio).
Dicha sensación alcanza su cenit cuando «Vals con Bashir» homenajea a «Apocalypse Now» y similares, y uno se da cuenta de que, más que homenajearlas, en realidad lleva siguiendo sus pasos en demasiadas ocasiones.

Y a todo ello, se le suma un twist técnico final (si se le puede llamar así) que acaba de hundir el dedo en la yaga, confirmando la total desaparición de las buenas intenciones iniciales en pros del propagandismo más simplón y llamativo.

Con todo, «Vals con Bashir» es un acertado experimento tras el que se esconde un irregular pero contundente mensaje altamente crítico sobre un conflicto cuyo tratamiento se antoja además necesario, en unos tiempos en los que parece que la única guerra existida haya sido la Segunda Guerra Mundial. Lamentablemente, no alcanza las expectativas que tanto premio y halago han provocado, quedándose en un ramplón discurso mermado por el afán de hacer que hasta el menos despierto lo entienda. Hubiera sido más sencillo aceptar que, simplemente, hay películas que no deberían ir dirigidas a todo el mundo.

Como apunte final, comentar que si para los próximos Oscar ha sido incluida en la categoría de mejor película de habla no inglesa en lugar de cine de animación (que es donde debería estar), es para poder otorgarle un premio a una cinta que sólo por el tema que trata ya es del agrado de los votantes (más pendientes de lo que pensará el mundo de ellos que de premiar realmente lo mejor del año). Una muestra más de los favoritismos de la Academia para una película que, en mi opinión, tampoco se merece dicho premio.
6,5/10

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Acerca de Carlos Giacomelli

En diciembre de 2006 me dio por arrancar mi vida online por vía de un blog: lacasadeloshorrores. Empezó como blog de cine de terror, pero poco a poco se fue abriendo a otros géneros, formatos y autores. Más de una década después, por aquí seguimos, porque al final, ver películas y series es lo que mejor sé hacer (jeh) y me gusta hablar de ello. Como normalmente se tiende a hablar más de fútbol o de prensa rosa, necesito mantener en activo esta web para seguir dando rienda suelta a mis opiniones. Esperando recibir feedback, claro.

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2 comentarios
  1. Goethemola Dice:
    13 febrero, 2009 en 8:15

    XXXXD

    Pero si le pega mil patadas a Revolutionary Road…

    Buuuuuh…

  2. Anónimo Dice:
    16 febrero, 2009 en 15:55

    juas, más quisieras… nada nada, que te me estás ablandando tío! ;)

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