Crítica de Vengeance
Todo esto para decir lo siguiente: lo último de Johnnie To es un nuevo highlight en su carrera, otro punto álgido en su currículum que recoge lo mejor de todo su historial y lo pone al servicio de un discurso aún más asentado y perfeccionado.
Dicho lo cual, entremos en materia, que me pierdo en elogios y no digo nada.
La cuestión es que To es uno de esos directores absoluta e incomprensiblemente ignorados por los lumbreras que se encargan de la distribución cinematográfica en este país. Diría que, más allá de festivales, gran océano en el que nada como un ágil pez, ninguna de sus películas se ha llegado a estrenar comercialmente en pantalla grande por estos lares. Pero ah, aún así el hongkonés está considerado uno de los nombres con más fuerza del panorama thrilleresco asiático actual. Bendito mercado del DVD, claro.
Un ámbito, el doméstico, que ha conocido varias de sus películas y que es el que terminará engullendo probablemente esta «Vengeance», ideal sin embargo para ver en pantalla grande. Quien se la perdiera en Cannes y en Sitges el año pasado y en el BAFF, salvo retrospectiva sorpresa probablemente tendrá que entregarse a la dictadura de los ceros y los unos. Y es una pena, porque todas las películas del director son auténticos placeres visuales en los que intervienen tanto la fotografía, siempre cuidada, como unas secuencias de acción plásticamente impactantes. Y esta última «Vengeance» no sólo mantiene sus constantes, sino que las potencia, siendo quizá la película visualmente más arrolladora de su director. Que ya es decir.
Voy un paso atrás para entrar en terrenos más mundanos, el puro y simple argumento: Tras el brutal ataque de una familia francesa residente en Macao, Frank Costello, padre de la única superviviente, decide contratar a un grupo de sicarios para que se encarguen de eliminar a los autores de la matanza. El vínculo que se establecerá entre contratados y contratador irá más allá de la relación laboral. No digo más. A quien le haya entrado la curiosidad que se haga con ella. A quien no, también, por Dios.
Voy un paso atrás para entrar en terrenos más mundanos, el puro y simple argumento: Tras el brutal ataque de una familia francesa residente en Macao, Frank Costello, padre de la única superviviente, decide contratar a un grupo de sicarios para que se encarguen de eliminar a los autores de la matanza. El vínculo que se establecerá entre contratados y contratador irá más allá de la relación laboral. No digo más. A quien le haya entrado la curiosidad que se haga con ella. A quien no, también, por Dios.
Porque «Vengeance» es un brillante thriller urbano, un drama criminal y una conmovedora historia de amistad y honor. Un admirable neonoir que bebe tanto de las referencias habituales del realizador (el polar francés, el drama criminal de simpatía scorsesiana, el desmelene urbanita del «Tokyo Drifter» de Seijun Suzuki, el western y el spaghetti ídem) como de su propio imaginario personal. Decía un poco más arriba que «Vengeance» posee y perfecciona alguna de las constantes del realizador. Pues sí, atended: aquí podemos encontrar escenas de acción rodadas y coreografiadas de manera impecable. Un exquisito uso de los espacios (desde bosques hasta claustrofóbicos pasillos y habitaciones a lo «Exiled»). La presencia casi litúrgica de las tríadas y sus códigos de honor (cuya mejor ejemplo podría ser el díptico «Election»). Esa estilización de la violencia ya autoral. Una cámara casi en perpetuo en movimiento y siempre en el momento adecuado y el lugar preciso, cuyo máximo exponente sería, quizá, ese increíble plano secuencia que abre «Breaking News». Y hasta las ya icónicas comilonas casi místicas en pleno fragor de la batalla (de nuevo «Breaking News» o quizá el curioso sistema de deducción por atiborre del protagonista de «Mad Detective»).
Todo articulado con precisión matemática, al milímetro, planificado a la perfección (se intuye «Vengeance» como la película en la que la autopista que une las manos, el cerebro y las entrañas de To se encuentra más despejada) y unido en una consistente pasta que aúna distintos géneros y estilos con facilidad pasmosa. A los ya citados negro, criminal, gangsteril y western, sumadle sin temor algo de comedia, drama familiar y hasta un aire al cine de samuráis en una montaña rusa de emociones (de nuevo) coordinadas a la perfección. Como ya es habitual, To lleva el relato hacia los brutales estallidos de violencia y los imbrica con momentos distensión cómica algo absurda, remansos de calma tensa y vuelta a empezar hasta el momento climático final. Y si la virtud de los pasajes de acción pura y dura está en lo brillante y resolutivo de sus planificaciones, es en los momentos de tensión expectante donde el juego de miradas y silencios cobra toda su fuerza.
Todo articulado con precisión matemática, al milímetro, planificado a la perfección (se intuye «Vengeance» como la película en la que la autopista que une las manos, el cerebro y las entrañas de To se encuentra más despejada) y unido en una consistente pasta que aúna distintos géneros y estilos con facilidad pasmosa. A los ya citados negro, criminal, gangsteril y western, sumadle sin temor algo de comedia, drama familiar y hasta un aire al cine de samuráis en una montaña rusa de emociones (de nuevo) coordinadas a la perfección. Como ya es habitual, To lleva el relato hacia los brutales estallidos de violencia y los imbrica con momentos distensión cómica algo absurda, remansos de calma tensa y vuelta a empezar hasta el momento climático final. Y si la virtud de los pasajes de acción pura y dura está en lo brillante y resolutivo de sus planificaciones, es en los momentos de tensión expectante donde el juego de miradas y silencios cobra toda su fuerza.
En el centro de la película, tres pilares de fuerza mastodóntica. Un primero temático: el de la venganza es un tema de lo más socorrido y agradecido en todos los tinglados criminales. Que no le extrañe a nadie, la película se llama «venganza» y tan visceral sentimiento es el que capitaliza las acciones de sus personajes, siempre movidos por la promesa y la fidelidad que ello conlleva. Sí, en «Vengeance» hay mucho del código de honor samurái, de las relaciones entre yojimbos y señores, y de la amistad que puede llegar a fraguarse en medio de una escalada violenta. Y es que aquí hay venganza por venganza (el personaje central tiene una bala alojada en el cerebro que le va desmemoriando progresivamente hasta casi olvidar sus motivaciones), pero también es muy cierto que a To no le interesa hacer reflexiones morales tanto como construir un relato sobre esos lazos afectivos de los que hablaba.
Un segundo pilar, el relativo al peso humano de la película, y directamente centrado en el personaje de Frank Costello, el hombre que contrata los servicios de los sicarios tras el tiroteo. Consciente de que la elección del intérprete que se metiera en la gabardina de Costello era una decisión clave, el director decide rebuscar en el baúl de los recuerdos y echa mano de un Johnny Hallyday rescatado muy «à la Tarantino» del semiolvido. Y menuda elección, amigos. El actor y cantante construye una figura poderosa y trágica (esa maldita bala), gélida y magmática al mismo tiempo, con un ojo mirando a los grandes del negro clásico y el otro al «Samurái» de Melville. Enorme.
Un segundo pilar, el relativo al peso humano de la película, y directamente centrado en el personaje de Frank Costello, el hombre que contrata los servicios de los sicarios tras el tiroteo. Consciente de que la elección del intérprete que se metiera en la gabardina de Costello era una decisión clave, el director decide rebuscar en el baúl de los recuerdos y echa mano de un Johnny Hallyday rescatado muy «à la Tarantino» del semiolvido. Y menuda elección, amigos. El actor y cantante construye una figura poderosa y trágica (esa maldita bala), gélida y magmática al mismo tiempo, con un ojo mirando a los grandes del negro clásico y el otro al «Samurái» de Melville. Enorme.
Pero hay un tercer pilar, este de carácter formal y concretado en dos secuencias visualmente alucinantes. Dos poderosas set pieces que nos recuerdan una vez más que To es ante todo un esteta (un orfebre de los ambientes enrarecidos, los neones y los cielos urbanos), un estilista de la violencia que nunca descuida el entorno y el protagonismo que puede tener una bruma, el brillo de una luna o el sonido de una brisa. Claro, hablo del tiroteo en el bosque y del posterior enfrentamiento en el vertedero donde, por cierto, la vertiente más westerniana de la película hace mayor acto de presencia.
Por lo demás, «Vengeance» es un constante diálogo entre lo occidental y lo oriental. Entre las «pelis de mafiosos chinos», las influencias más o menos clásicas ya comentadas y una sensibilidad francesa con los ojos azules de Sylvie Testud. Y un constante juego entre modernidad y tradición, entre ambientes urbanitas y entornos rurales.
Todo esto y -también marca de la casa- la cantidad de hallazgos, grandes detalles y buenas ideas que despacha To con facilidad (desde la pistola con el nombre de la víctima escrito en ella, hasta el duelo tras las grandes bolas de basura o la secuencia de las pegatinas) hacen de «Vengeance» la mejor película que no podáis ver este año en ninguna sala y de To el más conocido director desconocido del momento.
Sea como sea, definitivamente este tío no es de este mundo.
9/10
Pues sí, bendito DVD, porque me has picado mucho la curiosidad por esta película y se es la única manera… En fin, lo que más rabia da después de saber de estas películas es ver algunos de los truños que las sustituyen en las salas comerciales… de locos…
Nos leemos.
Ojo, que lo del DVD es relativo. En España se han editado algunos de Johnnie To ("Exiled", las dos "Election", "Breaking News" y "Fulltime Killer"), pero no es el caso aún de "Vengeance": si la quieres mucho me temo que tendrás que recurrir a la importación. Bendito Amazon.
Para estas cosas hay que gastarse dinerales, estar muy atento a las programaciones de festivales o -cough cough- recurrir a vías menos "ortodoxas"
Qué le vamos a hacer… como bien dices, a cambio tenemos que soportar enormes truños. Qué mundo
¡Saludos!